Carne, selvas y responsabilidad: el dilema del ganado en la Amazonía brasileña
Un análisis sobre cómo las auditorías ambientales revelan cuáles empresas respetan el pacto de deforestación cero… y cuáles no
Por décadas, la ganadería ha sido uno de los principales motores económicos de la región amazónica. Sin embargo, su crecimiento a menudo ha caminado de la mano con la devastación de uno de los ecosistemas más ricos y vitales del planeta. El informe más reciente sobre el cumplimiento del "Término de Ajuste de Conducta para la Carne Legal" en Brasil muestra avances —pero también zonas sombrías— en la responsabilidad ambiental dentro de esta poderosa industria ganadera.
El acuerdo que busca frenar la deforestación
En 2009, en respuesta a la creciente presión de la sociedad civil y del ámbito internacional, la Fiscalía Federal de Brasil lanzó un acuerdo bautizado como "Término de Ajuste de Conducta (TAC) da Carne Legal". Este pacto tiene como objetivo impedir que frigoríficos compren ganado criado en tierras ilegalmente deforestadas dentro de la Amazonía.
El acuerdo obligó a los mataderos a declarar sus fuentes de adquisición de ganado, haciendo públicos los datos de los proveedores directos, con el apoyo de controles estatales y de organizaciones como Imaflora y la Universidad de Wisconsin–Madison. Pero al tratarse solo de compras directas, el acuerdo ya presentaba una debilidad estructural: la imposibilidad de rastrear al 100% el origen real del ganado.
Los resultados de la auditoría: ¿avance o maquillaje?
Según la auditoría publicada recientemente, aquellos frigoríficos que contrataron auditores independientes para verificar sus cadenas de suministro, presentan un índice de incumplimiento del 4% (es decir, solo 4% de su compra provino de tierras ilegalmente deforestadas).
En contraste, los que no cumplen con esta medida presentan un índice de incumplimiento del 52%, trece veces más alto. Una brecha que lanza una advertencia clara al mercado y a los consumidores preocupados por el impacto ambiental de sus elecciones alimentarias.
“Esto envía un mensaje claro al mercado sobre cuáles empresas realmente invierten en producción responsable y cuáles no,” declaró Ricardo Negrini, uno de los fiscales encargados de supervisar el cumplimiento del acuerdo.
¿Qué pasa con los proveedores indirectos?
Un dato preocupante del informe es que solo el 38% de los proveedores indirectos cumplen con los requisitos del acuerdo. Estos proveedores —en muchos casos pequeñas fincas que luego venden a intermediarios— constituyen una franja significativa de la cadena cárnica, pero el sistema actual no tiene mecanismos efectivos para monitorearlos.
Camila Trigueiro, investigadora de la organización sin fines de lucro Imazon, señala una práctica cada vez más común: el lavado de ganado. Se trata de trasladar animales desde fincas ilegales hacia fincas legales antes de ser vendidos a los mataderos, disfrazando así su verdadero origen y burlando los controles del TAC.
“Algunos frigoríficos tienen hasta seis proveedores indirectos detrás de cada proveedor directo. Es una parte significativa de la cadena que aún carece de supervisión efectiva,” explica Trigueiro.
Para, epicentro del problema
El estado de Pará, en la región norte de Brasil, es el corazón del drama ambiental. Con una población de 25 millones de cabezas de ganado, es el estado con mayores emisiones de carbono del país. No es una sorpresa: la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero en Brasil provienen de la deforestación, y buena parte de ese proceso tiene como destino la expansión ganadera.
Más aún, la capital de Pará, Belém, será sede este año de las conversaciones climáticas de la ONU, una decisión que podría ser simbólicamente poderosa... o profundamente contradictoria si no se imponen avances concretos para proteger la selva amazónica.
Los frigoríficos más grandes bajo la lupa
Empresas como JBS, Marfrig y Minerva, tres de las compañías cárnicas más influyentes no solo en Brasil, sino a nivel mundial, participaron en la auditoría. Algunas muestran mejoras sustanciales en transparencia y rastreabilidad—especialmente JBS, que en 2020 anunció una meta para eliminar la deforestación ilegal de su cadena de suministro para 2025.
Sin embargo, la realidad en el terreno es más compleja. En muchos casos, estas grandes empresas compran su ganado a través de terceros o cooperativas que pueden ocultar el verdadero origen del producto. La trazabilidad tecnológica existe, pero no es obligatoria ni universal.
Cero deforestación sigue siendo una utopía
Según datos del INPE (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales), entre agosto de 2022 y julio de 2023, se deforestaron 9.001 km² de la Amazonía brasileña, lo que representa una reducción del 22% respecto al año anterior. Un número alentador, pero que sigue siendo alarmante: el equivalente a casi 1,3 millones de campos de futbol desaparecieron en un año.
Gran parte de esta pérdida de vegetación tiene como destino la expansión del pasto ganadero. Las emisiones por deforestación, combinadas con las emisiones directas del ganado (especialmente de metano), convierten a la industria cárnica en uno de los sectores más contaminantes del país.
El rol de los consumidores: ¿hay carne sin culpa?
Brasil consume la mayoría de la carne que produce, pero el mercado internacional también tiene un peso enorme. China es el mayor comprador de carne brasileña, seguido por Estados Unidos. Esto vuelve esencial que dichos países exijan estándares ambientales más estrictos a la carne que importan.
La Unión Europea, por ejemplo, ha aprobado nuevas leyes para prohibir productos ligados a la deforestación. Aunque aún en debate, este tipo de normas podría obligar a empresas brasileñas a reformular radicalmente su modelo de producción si quieren seguir comerciando con el mundo.
Soluciones necesarias: más allá del papel
El informe es muy claro en lo que se debe hacer:
- Ampliar los controles a los proveedores indirectos. Esto requerirá colaboración entre organismos estatales, fiscales y tecnológicos.
- Implementar sistemas de trazabilidad completos, como chips en los animales o plataformas blockchain que rastreen todo el recorrido del ganado hasta el matadero.
- Incentivar la auditoría independiente y establecer premios fiscales u otros beneficios para las empresas que adoptan prácticas responsables.
- Mayor transparencia para que los consumidores puedan acceder a la información de origen de los productos que compran.
Brasil tiene el potencial de liderar una revolución en producción cárnica sostenible. Combinar la riqueza de la Amazonía con tecnología y responsabilidad podría posicionar al país de forma única en el mercado global. Pero para eso se necesita más que buenos deseos y acuerdos en papel: se requiere vigilancia, voluntad política y presión ciudadana.
Como dijo el activista ambiental brasileño Carlos Rittl: “No hay carne ‘limpia’ si viene bañada en deforestación.”