Mirnesa y Cobra: la insólita historia de una adolescente bosnia que entrena toros de pelea

A los 15 años, una joven desafía tradiciones centenarias en Bosnia al entrenar a su toro para enfrentamientos tradicionales sin sangre

La pasión inusual de una adolescente bosnia

En las colinas verdes que rodean Kakanj, una pequeña localidad de Bosnia, se escucha una rutina poco común: paso a paso, una adolescente pasea con su toro, hablándole como si de un amigo se tratara. Su nombre es Mirnesa Junuzovic y, con solo 15 años, está redefiniendo lo que significa luchar por una pasión.

Horas tras horas de convivencia con su toro llamado Cobra le han dado a Mirnesa una conexión única con el animal. Mientras otras chicas de su edad dividen su tiempo entre tareas escolares y redes sociales, Mirnesa lo dedica al entrenamiento de un toro de más de 600 kilos para peleas tradicionales de toros, una tradición que en Bosnia se remonta a más de 200 años.

¿Qué son las peleas de toros en Bosnia?

Quien escuche por primera vez el término "pelea de toros" puede imaginar escenarios violentos como los que se dan en las corridas de toros de España o México. Pero en Bosnia, las cosas son distintas. Aquí no hay sangre, ni muertes. Se trata de enfrentamientos entre machos para establecer dominio, muy similares a los que suceden en la naturaleza. Son exhibiciones de fuerza donde el primero que se rinde simplemente gira y se retira.

Este tipo de eventos tienen lugar cada fin de semana en los meses de verano, en un ambiente festivo en praderas y lugares rurales. Con parrillas encendidas, música tradicional y familias completas presentes, los bosnios celebran estas competiciones como parte fundamental de su identidad cultural.

La conexión entre Mirnesa y Cobra

"Caminamos más de tres horas todos los días, le hablo, le pongo apodos... Cobra y yo tenemos una conexión especial", explica Mirnesa. No es simplemente entrenamiento físico, sino un vínculo emocional entre humano y animal.

Mientras entrenan por los campos y bosques cercanos a su hogar rural, Cobra incluso utiliza sus cuernos para apartar ramas y arbustos del camino de su humana. “Es como un humano, excepto que no puede hablar”, cuenta.

Para otros, sin embargo, Cobra no es tan gentil. Cuando se le acerca alguien que no sea Mirnesa, cambia su comportamiento y comienza a bufar. “Pero conmigo nunca lo hace, él sabe que lo cuido”.

Tradición familiar y cultura bosnia

Como señala Muriz Spahic, un entusiasta que recorre más de 70 km para ver una pelea: “Mi abuelo ama esto, él está aquí hoy. Yo lo amo. Mi hijo también. Vamos todos juntos a las peleas”.

Esto pone en evidencia lo fuertemente arraigadas que están estas peleas en la vida rural bosnia. Una tradición que va más allá del espectáculo, siendo un ritual familiar que une generaciones.

Mujeres en un mundo tradicionalmente masculino

Históricamente, el entrenamiento de toros ha estado en manos de los hombres. Sin embargo, los últimos años han visto la entrada de mujeres como Mirnesa en esta práctica. A pesar de ser pocas, su presencia está creciendo y rompiendo moldes.

Mirnesa empezó a los 12 años, y aún hoy, a los 15, es la entrenadora de toros más joven en su país. Cuenta que algunas compañeras de escuela desprecian su oficio. “Dicen que es “apestoso””, pero las personas que realmente importan “me apoyan mucho y me llaman a felicitar cada vez que ganamos”.

Cobra, el toro invicto

Cobra, con sus 620 kilogramos, compite en la categoría de peso ligero. Desde que comenzó su carrera de peleas, ha acumulado nueve victorias consecutivas, consolidándose como un campeón en su liga.

En la lucha más reciente, ocurrida en Bijelo Polje, ganó porque su oponente decidió retirarse antes de entrar en conflicto. “Seguimos ganando y cada victoria cuenta”, dice con orgullo Mirnesa.

Un evento regulado

Contrario a lo que muchos podrían pensar, estas contiendas están cuidadosamente reguladas. Antes de cada pelea, inspectores revisan las condiciones de los toros, cortan las puntas de los cuernos si están afiladas y se aseguran de que no haya dopaje. Además, sólo se permite que los toros peleen si realmente quieren hacerlo.

Esto garantiza un nivel de bienestar animal que rara vez se asocia con enfrentamientos de este tipo. Lo que sucede en el ring, al final, es natural y voluntario.

El futuro de una tradición en cambio

El caso de Mirnesa no es solo una historia de determinación personal, sino también un símbolo del cambio generacional en Bosnia. Mientras las nuevas generaciones enfrentan un mundo globalizado lleno de novedades, muchos jóvenes como ella abogan por mantener vivas costumbres que han definido sus comunidades por siglos, pero con nuevas perspectivas.

Además, con mujeres como ella tomando protagonismo, estas tradiciones están evolucionando para incluir una mayor representación y equidad. “El toro pelea, claro, pero también cuida. Yo cuido de él y él cuida de mí”, concluye Mirnesa, mostrando que en esta relación, la fuerza y la ternura pueden ir de la mano.

Una lección en empatía, tradición y valentía

Más allá del espectáculo rural, lo que Mirnesa nos enseña es sobre la conexión con la naturaleza, la perseverancia y el respeto mutuo entre especie y ser humano. En una época donde los adolescentes son definidos por su actividad online, ella demuestra que las raíces también pueden florecer camino al futuro, siempre que haya voluntad.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press