Los negocios de Trump en Medio Oriente: ¿diplomacia o conflicto de intereses?

Desde lujosos rascacielos hasta criptomonedas y un Air Force One regalado, los lazos familiares del expresidente con las monarquías del Golfo generan preguntas sobre ética y política exterior

Una visita presidencial marcada por las inversiones

En su primera gira oficial de su nuevo mandato, Donald Trump eligió comenzar por Arabia Saudita, una elección que, según sus propias palabras, responde a promesas de inversión por parte del reino. "Se comprometieron a invertir $600 mil millones en empresas estadounidenses, así que para mí tiene mucho sentido comenzar aquí", dijo el mandatario en declaraciones previas al viaje. A esto se suman otras cifras astronómicas: los Emiratos Árabes Unidos, por ejemplo, han prometido $1.4 billones (trillion en inglés) en inversión para los próximos 10 años en EE.UU.

Pero esta agenda económica tiene otro componente menos evidente: los vínculos personales y comerciales de la familia Trump con Medio Oriente. Desde rascacielos en Dubái hasta proyectos hoteleros en Omán, los hijos del presidente —Donald Jr. y Eric— han estado activamente ampliando los negocios del grupo familiar en la región.

Conflictos de interés cada vez más difíciles de ignorar

La mezcla de diplomacia con negocios personales no es nueva en los gobiernos de Trump, pero ahora toma una dimensión mayor. El ejemplo más emblemático es el intento de aceptar un avión Boeing 747-8 valorado en más de $400 millones como regalo del gobierno de Catar. Trump ha defendido esta decisión como una medida "inteligente" para el presupuesto del país, argumentando que se trata de ahorro para el contribuyente. No obstante, para muchos expertos en ética política, esto roza peligrosamente la línea del conflicto de intereses.

El Instituto Cato, un think tank libertario, expresó su preocupación. Jon Hoffman, uno de sus investigadores en política exterior, declaró: “Dado los extensos vínculos entre Trump y las inversiones del Golfo, hay un conflicto de interés evidente.”

Estos vínculos incluyen no solo asociaciones privadas, sino también proyectos respaldados por fondos soberanos como el Public Investment Fund de Arabia Saudita, que ya colabora con empresas afines al clan Trump y es el principal financiador de la liga de golf LIV Golf. Esta última ha celebrado torneos en propiedades de Trump, incluyendo el famoso resort en Doral, Florida.

Inversiones, construcción y cripto: la expansión empresarial de Trump

Eric Trump ha liderado buena parte de la ofensiva comercial, anunciando recientemente la construcción de una torre de 80 pisos en Dubái. “Nos sentimos orgullosos de ampliar nuestra presencia en la región,” afirmó el hijo del presidente en una conferencia de prensa en Emiratos.

En el plano tecnológico y financiero, otra rama del emporio familiar ha incursionado en el universo de las criptomonedas. World Liberty Financial, una startup ligada directamente a la familia Trump, desarrolló una stablecoin llamada USD, que fue adoptada por una empresa estatal en Abu Dabi para respaldar una inversión de $2 mil millones en Binance, el exchange más grande del mundo. La decisión podría traducirse, según expertos, en comisiones indirectas para las empresas familiares a través del uso del token.

El regreso del pragmatismo presidencial: ¿política exterior a la carta?

Trump ha dejado claro que su política exterior busca resultados económicos concretos y, según sus propias palabras, su visita fue configurada en función de "quién está dispuesto a gastar más". Este tipo de pragmatismo empresarial puede ser efectivo en términos transaccionales, pero plantea severas dudas sobre la coherencia y la ética de la diplomacia estadounidense.

Así lo refleja la reunión que sostuvo con Ahmad al-Sharaa, exlíder insurgente y actual presidente de Siria, cuya organización, Hayat Tahrir al-Sham, tuvo alguna vez vínculos con Al Qaeda. El encuentro fue promovido, según fuentes de la Casa Blanca, por el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, y por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, todos aliados cercanos al mandatario republicano.

Tras la reunión, Trump anunció el levantamiento de las sanciones históricas a Siria, vigentes desde 2011. “Hay un nuevo gobierno que esperamos estabilice Siria y mantenga la paz,” sostuvo.

La decisión ha generado una oleada de críticas en círculos diplomáticos, tanto por la legitimación de un excombatiente extremista como por el simbolismo de priorizar intereses pragmáticos por encima de principios tradicionales de derechos humanos o legalidad internacional.

La defensa desde la Casa Blanca: “No hay conflicto”

Consultada al respecto, la vocera presidencial Karoline Leavitt negó categóricamente cualquier conducta impropia. “El presidente ha cumplido todas las leyes de conflicto de interés, y además no participa en decisiones de la empresa familiar,” afirmó. Agregó que Trump es un empresario exitoso, y que ello constituye una virtud que los votantes valoran.

Sin embargo, un detalle no menor es que la nueva versión del acuerdo de ética de la Organización Trump prohíbe acordar negocios directamente con gobiernos extranjeros, pero permite hacerlo con empresas privadas en el exterior. En el contexto de autocracias donde muchas corporaciones "privadas" están en realidad directamente controladas por el Estado (como Dar Global, filial saudita-londinense), esta salvedad ofrece una puerta giratoria para mantener el juego abierto.

Timothy P. Carney del American Enterprise Institute lo resumió así: “Incluso si Trump no maneja la empresa ahora, se beneficia cuando le va bien. Cuando deje la Casa Blanca, la empresa será más valiosa y su fortuna crecerá”.

¿Un nuevo modelo de diplomacia?

Algunos analistas sugieren que Trump está creando un nuevo paradigma bajo el cual la diplomacia estadounidense se convierte en una extensión de su marca personal. Es un modelo que recuerda más a magnates que a estadistas. El uso de activos simbólicos —como aceptar un avión privado presidencial de un emir— se convierte en una forma de marketing diplomático, mientras los acuerdos comerciales se cierran tras bambalinas, impulsados por una lógica de quid pro quo.

Este patrón no es exclusivo del Medio Oriente. Pero es allí donde el modelo Trump ha encontrado terreno fértil gracias a una combinación de riqueza soberana, sistemas políticos centralizados, y voluntad de invertir a largo plazo.

El caso del Boeing 747 y el debate constitucional

Una de las controversias más visibles es sin duda la del avión presidencial ofrecido por Catar. Trump argumenta que se trata de un ahorro y que será donado a su futura biblioteca presidencial. Sin embargo, expertos constitucionales y de seguridad nacional advierten que aceptar un regalo de esa magnitud de una nación extranjera podría contravenir la Cláusula de Emolumentos de la Constitución de EE.UU., que prohíbe a los funcionarios federales recibir regalos de gobiernos extranjeros sin aprobación del Congreso.

“Esto no es un simple obsequio decorativo,” señala el profesor Stephen Spaulding de American University. “Es un avión de lujo con valor multimillonario que puede influir en las decisiones diplomáticas del país.”

¿Hacia una geopolítica Trumpiana?

Lo que estamos presenciando es quizás una mutación profunda de cómo se conciben las relaciones internacionales desde Washington. Mientras en décadas pasadas la diplomacia se construía en base a valores y alianzas estratégicas, ahora el nuevo enfoque —al menos bajo esta administración— parece estar centrado en retornos económicos calculables y amistades personales con líderes autoritarios.

Este enfoque no solo plantea desafíos éticos. También podría tener consecuencias a largo plazo para la credibilidad y consistencia de la política exterior estadounidense.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press