Los desafíos de la transición eléctrica: el retroceso de Honda y lo que revela sobre el futuro de los vehículos eléctricos
La automotriz japonesa retrasa un megaproyecto de $15 mil millones canadienses y nos fuerza a replantear el verdadero estado del mercado EV
La gran apuesta de Honda en Canadá que no verá la luz... todavía
En una movida inesperada que ha generado reacciones tanto en el mundo automotriz como en el político, Honda Canadá anunció la postergación de un ambicioso proyecto de inversión de 15 mil millones de dólares canadienses (aproximadamente $10,7 mil millones de dólares estadounidenses) destinado al desarrollo de vehículos eléctricos (EV) en la provincia de Ontario. ¿La razón? Una desaceleración significativa en el mercado global de vehículos eléctricos que ha obligado a la compañía japonesa a pisar el freno.
El plan original contemplaba la renovación de una planta de ensamblaje, la construcción de una planta de baterías para EV y dos instalaciones más para componentes claves de estas baterías. Además de conservar los 4.200 puestos de trabajo existentes en la planta de Alliston (Ontario), el proyecto prometía la creación de otros 1.000 empleos y una capacidad de producción estimada en 240.000 vehículos eléctricos anuales para 2028.
El estado actual del mercado EV: ¿una burbuja pinchada?
No es un secreto: el mercado de los vehículos eléctricos atraviesa un momento de recalibración. Tras años de crecimiento vertiginoso, las ventas se han ralentizado, los incentivos fiscales se debilitan y las incertidumbres geopolíticas han elevado los costes logísticos e industriales.
Para darte una idea, a nivel global, las ventas de EV crecieron solo un 31% en 2023, frente al vertiginoso 60% de 2022 (Informe Global EV IEA, 2023). Aunque el crecimiento sigue, la desaceleración es evidente.
Ken Chiu, portavoz de Honda Canadá, declaró que la empresa "seguirá evaluando el momento y la evolución del proyecto a medida que cambien las condiciones del mercado".
¿Por qué importa tanto este proyecto para Canadá?
La administración federal, liderada por Justin Trudeau, había apostado fuerte a la electrificación automotriz como motor económico y parte de su estrategia de descarbonización. Canadá estaba preparada para ofrecer hasta $2.500 millones de dólares canadienses en créditos fiscales al proyecto, mientras que la provincia de Ontario iba a canalizar una cantidad equivalente entre apoyos directos e indirectos.
Con rivales como Volkswagen anunciando proyectos similares en Norteamérica, esta inversión de Honda representaba no solo empleos, sino la oportunidad de insertar a Canadá como actor clave en la cadena de suministro global de EV.
El elefante en la sala: la guerra comercial y la incertidumbre política
Flavio Volpe, presidente de la Asociación de Fabricantes de Partes Automotrices, explicó que "las consecuencias del enfriamiento del mercado debido a las tarifas impuestas por EE. UU. se siguen sintiendo, incluso para Honda". La protección comercial y la política industrial estadounidense bajo la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) han redirigido buena parte de las inversiones al sur de la frontera.
Mientras Estados Unidos ofrece incentivos por más de $370.000 millones USD para tecnologías limpias, incluyendo vehículos eléctricos, los fabricantes globales empiezan a ver con mejores ojos producir directamente en suelo estadounidense y aprovechar estos recursos.
¿Estamos ante un "invierno eléctrico"?
Este retraso de Honda no es un caso aislado. Ford anunció el año pasado una reducción en la capacidad de producción de su F-150 Lightning, su pickup eléctrica estrella. General Motors, por su parte, pospuso varios modelos Ultium en desarrollo. La razón no es otra que una demanda por debajo de las expectativas y márgenes de ganancia estrechos frente a sus contrapartes de combustión interna.
Entonces, ¿ha llegado el “invierno” para los vehículos eléctricos? La respuesta es más matizada. La transición energética no está cancelada, pero sí en revisión. Se proyecta que para 2030, uno de cada dos autos vendidos en América del Norte será eléctrico, pero esa cifra ya no es tan segura como parecía hace dos años.
El paradigma de la infraestructura y la ansiedad por la autonomía
Uno de los grandes cuellos de botella para la adopción masiva de EV sigue siendo la infraestructura de carga. Muchos consumidores aún dudan al considerar la limitada disponibilidad de cargadores rápidos y el tiempo de recarga.
Además, existe la conocida “ansiedad por la autonomía”, el miedo a quedarse sin carga antes de llegar a una estación. Pese a los avances en tecnología de baterías, sigue siendo un factor disuasivo para quienes viven en climas fríos o áreas rurales.
¿Qué significa esto para la industria automotriz global?
La decisión de Honda pone en evidencia dos verdades incómodas:
- La industria apostó demasiado rápido por una electrificación total, sin resolver primero variables críticas como costos, infraestructura y demanda real.
- El futuro será híbrido en más de un sentido: los vehículos eléctricos puros no son la única alternativa. Tecnologías como los híbridos enchufables (PHEV) o incluso los autos impulsados con hidrógeno ganan piso de nuevo en los centros de decisión.
¿Qué puede hacer Canadá ahora?
Canadá no debería ver este revés como una pérdida definitiva, sino como un llamado a repensar su estrategia industrial. Algunas medidas que podrían acelerar el proceso incluyen:
- Incentivos a la electrificación del transporte público
- Programas de subsidio para la instalación de cargadores domésticos
- Acuerdos bilaterales con EE. UU. para integrar cadenas de valor
La transición verde no es opcional, pero sí requiere ajustes conforme avanza. No basta con atraer inversiones, es clave asegurar condiciones estructurales que hagan viables los proyectos a largo plazo.
Una pausa que da qué pensar
El proyecto de Honda en Ontario no está muerto, solo dormido. Pero su retraso envía señales preocupantes sobre el verdadero ritmo de la revolución eléctrica. Las decisiones tomadas hoy tendrán impactos en las próximas décadas. Lo que está claro es que el camino hacia la movilidad sostenible será más zigzagueante de lo que muchos pensaban.
“El futuro no está escrito, pero se construye desde hoy.” Y como demuestra el caso de Honda, las empresas no solo deben liderar tecnológicamente, también deben adaptarse a la realidad del mercado.