Lo que reveló el juicio de Francisco Severo Torres: ¿cómo protegemos la seguridad aérea ante crisis de salud mental?
El aterrador incidente a bordo de un vuelo de United Airlines cuestiona los protocolos de seguridad y el abordaje de enfermedades mentales en los aeropuertos
Francisco Severo Torres, un hombre de Massachusetts, fue declarado culpable este martes por un acto que a primera vista parece sacado de una película de suspenso, pero que expone preocupantes vacíos en los protocolos de seguridad aérea y en la atención a la salud mental.
El incidente tuvo lugar en marzo de 2023 a bordo del vuelo 2609 de United Airlines, que cubría la ruta de Los Ángeles a Boston. En pleno vuelo, Torres intentó abrir una de las puertas de emergencia del avión y atacó a un miembro de la tripulación con una cuchara de metal modificada. Aunque nadie resultó herido, el hecho dejó en evidencia lo vulnerables que pueden ser los vuelos comerciales frente a pasajeros con trastornos mentales graves no identificados a tiempo.
Un vuelo que casi termina en tragedia
El avión estaba a tan solo 45 minutos de aterrizar en Boston cuando se activó una alarma en la cabina: una de las puertas laterales del avión había sido desarmada. Una azafata observó que el mecanismo de bloqueo de la puerta se había movido de su lugar. Otro miembro de la tripulación vio a Torres cerca de la puerta y sospechó que había sido él quien intentó abrirla.
Si bien las puertas de emergencia no pueden abrirse durante el vuelo debido a la presión en la cabina, esto no le resta gravedad al intento. Al ser confrontado, Torres se tornó violento, comenzó a divagar sobre que su padre era Drácula, que deseaba ser asesinado para reencarnarse, y que planeaba matar a todos a bordo. Según testigos, golpeó a un tripulante masculino tres veces en el cuello con una cuchara de metal modificada.
El pánico se apoderó de la cabina hasta que fue contenido por otros pasajeros. Aterrizó en Boston esposado y bajo custodia.
Un historial de salud mental y advertencias ignoradas
Según registros judiciales, Torres ya había sido tratado en varias instalaciones de salud mental, y la policía de su ciudad natal, Leominster, había lidiado con él al menos desde 2014, en incidentes relacionados con problemas familiares y brotes mentales.
Un dato significativo es que durante una audiencia posterior a su arresto, la jueza federal Judith Dein determinó que Torres no era competente para presentarse a juicio, basándose en una evaluación psiquiátrica y sus propias observaciones.
Esta decisión judicial retrasa temporalmente su juicio formal y permite que reciba tratamiento adicional. Pero al mismo tiempo, esta misma declaración expone un dilema mayor dentro del sistema judicial: ¿qué hacer con personas que cometen actos peligrosos mientras están mentalmente incapacitadas?
Una amenaza no tan aislada
No es la primera vez que se reporta un comportamiento violento o psicótico a bordo de un avión en Estados Unidos. La Administración Federal de Aviación (FAA) ha informado un aumento en los incidentes de pasajeros perturbadores desde 2020.
- En 2021, se reportaron más de 5,900 incidentes, cifra sin precedentes.
- En 2022, aunque la cifra bajó, aún se registraron más de 2,400 reportes por comportamiento indisciplinado.
- Desde 1995, se han reportado más de 10,000 casos de comportamiento disruptivo en vuelos comerciales estadounidenses.
¿Cómo llegan estos pasajeros a embarcar, y sobre todo, cómo aseguran las aerolíneas que no representen un peligro para la tripulación y los demás ciudadanos?
Los fallos del sistema: ¿quién debería hacer el filtro?
El caso Torres deja varias preguntas abiertas:
- ¿Debe haber una revisión psicológica más estricta para pasajeros que hayan sido previamente internados?
- ¿Podemos confiar únicamente en los listados de exclusión aérea o “no-fly lists”?
- ¿Es razonable esperar que el personal de aerolínea identifique y sepa manejar a una persona en plena crisis psicótica?
La mayoría de los filtros actuales se limitan a identificación básica, chequeo de antecedentes penales y screening con TSA. Pero los problemas mentales no diagnosticados o mal tratados siguen en la sombra.
En palabras de David Katz, ex jefe de seguridad aérea del Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU.: “No hay protocolo específico para determinar si un pasajero es mentalmente competente al momento de abordar.”
¿Cómo se podría prevenir un caso similar?
Ante la creciente preocupación por los incidentes en el aire, legisladores y expertos en seguridad proponen opciones que van desde verificación médica digital hasta el desarrollo de nuevos perfiles psicológicos de comportamiento previo al abordaje.
Algunas aerolíneas han comenzado a capacitar a su personal en herramientas de de-escalamiento psicológico, pero no todos los asistentes de vuelo están preparados para enfrentar situaciones como la vivida a bordo del vuelo 2609.
Además, no existe una base de datos que conecte alertas de salud mental con protocolos de vuelo, lo cual representa una laguna legal considerable sobre los derechos de privacidad y la seguridad colectiva.
El límite entre el derecho individual y la seguridad colectiva
La línea entre respetar el derecho de una persona a viajar libremente y proteger al resto de los pasajeros de amenazas potenciales es difusa y controversial.
Organismos como la American Civil Liberties Union (ACLU) han advertido sobre el riesgo de estigmatizar a personas con trastornos mentales. Sin embargo, también reconocen que debe haber un equilibrio entre derechos individuales y medidas preventivas.
De acuerdo con un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada ocho personas en el mundo vive con un trastorno mental. De ahí la importancia de desarrollar políticas inclusivas pero firmes, que prioricen tanto el bienestar de la persona afectada como la seguridad de su entorno.
Una sentencia que podría marcar precedente
Ahora que Torres se ha declarado culpable, podría enfrentar hasta cadena perpetua. Este juicio podría sentar un precedente importante en cómo se manejan casos similares en el futuro.
Pero más allá de la sentencia, este caso pone sobre la mesa una urgencia apremiante: necesitamos nuevas políticas que atiendan desafíos mentales en espacios públicos de alto riesgo como los vuelos aéreos.
Si bien el sistema judicial responderá en forma punitiva, la verdadera pregunta es: ¿cómo podemos evitar que se llegue a este punto en primer lugar?
Tal vez sea momento de integrar a psicólogos en los controles previos de seguridad en aeropuertos, crear alertas médicas interoperables (con consentimiento), y ofrecer apoyo inmediato para pasajeros que presenten comportamientos erráticos antes de abordar.
La historia de Francisco Severo Torres no es solo una triste anécdota de vuelo, sino una alarma que nos exige revisar nuestros paradigmas sobre salud mental y seguridad pública.