Alarmas fallidas, incendios y evacuaciones tardías: ¿Está lista Los Ángeles para enfrentar desastres naturales?

Una mirada crítica al caos causado por las alertas de emergencia mal ejecutadas durante los incendios de enero en el condado de Los Ángeles

Una falsa alarma que encendió el pánico

El pasado 9 de enero, cuando los cielos de Los Ángeles aún estaban cubiertos de humo y la población vivía con el corazón en un puño tras los brutales incendios azotando sus colinas, una alerta de emergencia retumbó en millones de celulares. El mensaje, que debía ser exclusivo para ciertas áreas del Valle de San Fernando afectadas por el incendio Kenneth, fue enviado a los más de 10 millones de residentes del condado de Los Ángeles. ¿El motivo? Un fallo técnico en la codificación del mensaje emitido a través del sistema IPAWS (Integrated Public Alert and Warning System).

El informe del congresista demócrata Robert Garcia, representante de Long Beach, dejó claro que los funcionarios técnicos del condado habían “codificado correctamente” la dirección geográfica que debía recibir la alerta. No obstante, esa información nunca llegó al canal federal de alertas, probablemente a causa de una interrupción en la red relacionada con el proveedor de software, Genasys.

El contexto: incendios, viento y miedo

La alarma tecnológica no sucedió en el vacío. Dos días antes, vientos huracanados y varios focos de incendios habían arrasado con casas y bosques, dejando a cientos de personas desplazadas. Los residentes ya estaban en un estado de máxima alerta psicológica. La falsa notificación, lejos de ayudar, sumó confusión, miedo y desorientación en medio de un entorno que ya era caótico.

La incapacidad del sistema para precisar qué comunidades estaban en peligro contribuyó al caos. Vecinos del sur del condado, donde el fuego no representaba amenaza alguna, comenzaron a evacuar por temor. Fue un ejemplo peligroso de cómo una infraestructura digital mal gestionada puede tener consecuencias reales y devastadoras en momentos críticos.

No es un hecho aislado: fallos en otros incendios

Además del incendio Kenneth, otros dos siniestros —el Eaton Fire en Altadena y el Palisades Fire en Pacific Palisades— dejaron en evidencia fallas preocupantes en el sistema de alertas.

  • En Altadena, los primeros avisos de evacuación fueron emitidos después de que las casas ya estaban ardiendo.
  • En Palisades, los vecinos reportaron que detectaron el avance del fuego con sus propios ojos antes de recibir cualquier advertencia oficial. Muchos decidieron evacuarse sin guía institucional.

Actualmente, el condado está llevando a cabo una revisión independiente de su política de evacuación y protocolos de emergencia. Un informe preliminar indicó que se han entrevistado a más de treinta personas involucradas en la respuesta, y se espera un reporte adicional para el 27 de julio.

Genasys en el centro de la tormenta

La empresa Genasys, responsable del software de difusión de alertas, se ha defendido argumentando que el problema fue una interrupción en la red que impidió que la configuración de geolocalización se cargara adecuadamente al IPAWS. Pero para muchos expertos, esto solo destaca la fragilidad del sistema actual.

El congresista Garcia fue claro en su diagnóstico: “Los errores del incendio Kenneth deben servir no solo para implementar reformas, sino como catalizador para modernizar toda la infraestructura nacional de alertas antes de que ocurra el próximo desastre”.

La importancia del lenguaje: claridad vs. ambigüedad

Uno de los hallazgos del informe señala que los mensajes de advertencia carecían de lenguaje específico por ubicación, lo que contribuyó a la confusión. Mensajes genéricos como “evacuación recomendada” sin indicar zonas precisas llevaron al pánico masivo innecesario.

Garcia y otros legisladores han recomendado que los mensajes sean revisados con un enfoque en la claridad geográfica y que se estandaricen los softwares utilizados por las jurisdicciones locales para asegurar compatibilidad con los sistemas federales. “No se trata solo de enviar un mensaje; se trata de enviar el mensaje correcto, al lugar correcto, en el momento correcto”, señaló el representante.

Historial de fallos en sistemas de alerta: no es la primera vez

En 2018, Hawái fue el escenario de un caso similar. Un empleado estatal presionó accidentalmente el botón de una alerta de ataque con misiles. Miles de personas entraron en pánico durante 38 intensos minutos hasta que se aclaró que se trataba de un error humano. Este incidente llevó a una revisión profunda del protocolo en ese estado, que podría haber sido replicada a nivel nacional pero no lo fue.

Otro ejemplo: en 2020, durante los incendios forestales en California, una serie de alertas contradictorias entre condados terminó enviando a los evacuados directamente hacia zonas en llamas.

La urgencia de actuar: un sistema anticuado en tiempos de crisis climática

Con el cambio climático intensificando la frecuencia y severidad de desastres naturales —desde incendios forestales, olas de calor, hasta tormentas e inundaciones—, contar con un sistema de alertas confiable es una necesidad estructural, no un lujo.

Según datos del National Interagency Fire Center, en 2023 se registraron más de 56,000 incendios forestales en EE.UU., afectando a casi 3 millones de hectáreas. California, particularmente, ha sido una de las más golpeadas en los últimos cinco años.

Ante esta nueva normalidad climática, expertos en gestión de desastres como Dr. Samantha Montano, autora de “Disasterology”, señalan que “la tecnología no es el único culpable; el problema radica en una falta sistémica de entrenamiento, coordinación y voluntad política para implementar soluciones modernas”.

Un nuevo llamado a la acción

El informe del caso Kenneth Fire no es simplemente narrativo, incluye recomendaciones concretas que podrían mejorar sustancialmente el actual sistema. Entre ellas:

  • Establecer protocolos de evaluación técnica antes de enviar una alerta masiva.
  • Capacitación específica de operadores en la codificación de alertas geolocalizadas.
  • Creación de un organismo nacional para estandarizar software y procedimientos de emergencia.
  • Planes de simulacros y educación comunitaria sobre cómo interpretar las alertas.

De aplicarse estas recomendaciones, las futuras tragedias podrían mitigarse o incluso evitarse. Pero esto solo será posible si hay una inversión seria y consistente en la infraestructura de respuesta ante emergencias para adaptarse a la creciente amenaza climática.

¿El precio del error? Confianza pública en juego

Más allá del ámbito técnico, está el factor humano: cada vez que una alerta falla, se erosiona la confianza pública en las instituciones. Como citó una vecina del Valle, entrevistada tras la alerta fallida: “La próxima vez que reciba una de esas alertas, probablemente tarde en reaccionar. ¿Y si ahí sí es real?”.

Y esa, quizás, es la mayor de las amenazas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press