Rostros del poder bajo juicio: Kim Kardashian y Rodrigo Duterte reescriben su historia ante la justicia

Desde el lujo expuesto en redes sociales hasta el autoritarismo político en Filipinas, dos figuras icónicas enfrentan las consecuencias de sus decisiones pasadas frente a tribunales que podrían cambiar sus futuros para siempre.

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Una joya robada, una vida transformada

En octubre de 2016, Kim Kardashian vivió uno de los episodios más traumáticos de su vida: fue atada con bridas, amordazada y retenida bajo amenaza de arma en un hotel en París mientras un grupo de ladrones se llevaba más de 6 millones de dólares en joyas. Ocho años más tarde, regresa a la capital francesa, no para un desfile de moda ni para filmar un reality, sino para testificar contra los autores del robo que redefinió su identidad pública y transformó la manera en que los famosos piensan sobre su seguridad en la era digital.

“Pensé que me iban a matar”, declaró Kardashian en una entrevista en 2021, donde relató cómo desarrolló agorafobia, ataques de ansiedad y una necesidad casi absoluta de anonimato tras el asalto. Su presencia en la corte no sólo es un acto legal; es también un momento de catarsis pública y personal.

Les papys braqueurs: ladrones con experiencia

La mayoría de los acusados en el juicio actual son hombres de entre 60 y 70 años, apodados por la prensa francesa como “les papys braqueurs” (los abuelos atracadores). Aunque el apodo suene caricaturesco, la fiscalía sostiene que se trata de un grupo criminal experimentado y coordinado, lejos de la imagen de jubilados sin rumbo.

Dos de ellos han confesado su participación directa, mientras que otros ocho niegan haber estado involucrados. Algunos incluso aseguran que ni siquiera sabían quién era Kardashian. No obstante, los investigadores franceses alegan que los ladrones utilizaron las publicaciones de la socialité en redes sociales para rastrear su ubicación, conocer sus joyas y detectar cuándo se encontraba sola.

El doble filo de la visibilidad digital

El caso Kardashian ha sido analizado en múltiples niveles: desde el punto de vista legal hasta el sociocultural. Se ha convertido en un caso de estudio sobre los peligros de la sobreexposición digital. En sus cuentas, Kardashian solía mostrar cada detalle de su vida: desde costosas joyas hasta sus ubicaciones casi en tiempo real, lo que la convirtió en un blanco fácil para los ladrones.

Tras el robo, la influencer se retiró de los focos durante meses, volvió con un estilo mucho más sobrio, y cambió la narrativa sobre la frivolidad y la exposición en redes sociales. Incluso algunos críticos que previamente la habían ridiculizado —como el diseñador Karl Lagerfeld— debieron reconsiderar su postura cuando el caso suscitó una conversación global sobre los riesgos del estrellato moderno.

Otra figura bajo los reflectores judiciales: Rodrigo Duterte

Mientras tanto, en Filipinas, el expresidente Rodrigo Duterte ha acaparado titulares por una razón muy distinta. Aunque se encuentra detenido en los Países Bajos, esperando juicio por crímenes de lesa humanidad ante la Corte Penal Internacional (CPI), su influencia política continúa viva en su tierra natal.

Esta semana, Duterte fue virtualmente elegido como alcalde de Davao City, según anunciaron los resultados preliminares. Sus familiares —incluyendo a su hija, la vicepresidenta Sara Duterte, y varios hijos y nietos— lideraron en distintas contiendas electorales, lo que evidencia el sólido control familiar en la política local.

Una dinastía enfrentando la justicia

Los Duterte no sólo enfrentan desafíos electorales. Sara Duterte está a la espera de un juicio de destitución en el Senado de Filipinas, previsto para julio, donde se le acusa de malversación de fondos y conspiración para asesinar al presidente Ferdinand Marcos Jr. y a otros políticos. Si es declarada culpable, perderá su cargo y quedará inhabilitada políticamente.

Rodrigo Duterte, conocido como “el Castigador” por su violenta guerra contra el narcotráfico, ha sido acusado por organizaciones internacionales de haber ordenado o permitido el asesinato de más de 12,000 personas entre 2016 y 2022. Aunque sus seguidores siguen leales —y probablemente vean la imputación como un ataque político orquestado por el gobierno de Marcos—, la justicia internacional sigue su curso.

Crímenes, redes y reputación

El contraste entre Kardashian y Duterte podría parecer abismal: una es influencer global y figura del entretenimiento; el otro, un líder político acusado de asesinatos extrajudiciales. Sin embargo, ambos casos subrayan cómo la fama, el poder y la visibilidad pueden volverse en contra de quienes los poseen.

  • En el caso de Kardashian, su exposición voluntaria terminó atrayendo una amenaza directa.
  • En el de Duterte, su política de mano dura y constante protagonismo mediático ahora se ha vuelto evidencia en su contra ante un tribunal internacional.

Regreso al centro del escenario, en circunstancias radicalmente distintas

Ambos personajes enfrentan un tipo de juicio: Kardashian como víctima y testigo, y Duterte como acusado a nivel internacional. Es una coincidencia reveladora que en la misma semana estén nuevamente en el centro de atención mundial, esta vez bajo una luz judicial —no mediática— que podría redefinir sus futuros.

Mientras Kim Kardashian se prepara para volver a narrar uno de los momentos más oscuros de su vida, busca también subrayar el poder de la justicia para cerrar ciclos y sanar heridas. Por su parte, Rodrigo Duterte, incluso desde la detención, sigue siendo una figura polarizadora que pone a prueba la legitimidad tanto de la CPI como de la justicia filipina.

Ambos casos plantean preguntas importantes sobre el costo del poder, la exposición pública y los límites de la impunidad, en un mundo donde las cámaras nunca están del todo apagadas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press