Los votantes del mañana: Cómo los adolescentes están transformando la democracia estadounidense
Con iniciativas locales como la reducción de la edad para votar y foros escolares con candidatos, los jóvenes toman las riendas de su futuro político
El despertar cívico de los adolescentes
En un auditorio de la Perry Traditional Academy en Pittsburgh, un grupo de estudiantes de secundaria no solo escuchó a los candidatos a la alcaldía, sino que también les hizo preguntas incisivas: ¿cómo mejorarían la relación entre la policía y los jóvenes?, ¿cuál sería su plan para financiar mejor las escuelas?, ¿qué lugar ocuparía la diversidad e inclusión en su administración?
Estas no fueron preguntas decorativas. Los adolescentes estaban preparados, informados y, lo más importante, participativos. Ese evento fue parte de una ola nacional que marca un cambio generacional en la concepción de la ciudadanía, aún antes de que estos jóvenes alcancen los 18 años. Y es que la baja participación juvenil en las urnas está comenzando a revertirse con acciones concretas.
Una generación que exige ser escuchada
No es novedad que los jóvenes votan menos que los adultos. En las elecciones presidenciales de 2020 en EE.UU., solo el 15% de los votantes eran menores de 30 años, aunque representaban el 27% de los no votantes, según el Pew Research Center. Pero ciertos movimientos cívicos han comenzado a actuar desde raíz para revertir esta situación, reconociendo que el cambio empieza en las escuelas y comunidades locales.
Organizaciones como Civics Center y The Gem Project Inc. se han volcado a los institutos de secundaria llevando programas de capacitación, foros y registros electorales. En Newark, Nueva Jersey, estas acciones lograron lo que parecía impensable: reducir la edad mínima para votar en elecciones escolares a los 16 años.
Un voto prematuro que genera madurez cívica
“Esto demuestra que los jóvenes siempre deben tomar acción. No deben tener miedo”, declaró con entusiasmo Breanna Quist, de 18 años, justo después de registrarse para votar por primera vez en una elección de la junta escolar de Newark. Para ella, tener injerencia directa sobre los órganos que gobiernan sus instituciones educativas es empoderador.
Por su parte, Nishani Ward, de 16 años, describió la experiencia como un parteaguas en su futura relación con la democracia. “Hacer esto ahora me da más probabilidades de hacerlo de forma continua en el futuro”, dijo.
Aunque el porcentaje total de votantes de 16 y 17 años en las últimas elecciones escolares en Newark fue menor al 4%, su participación superó en proporción a la del electorado general, una señal de que estas políticas pueden dar frutos a largo plazo.
Desde Pittsburgh hasta Oakland: una tendencia creciente
Newark no está sola. En Oakland, California, se aprobaron leyes similares en 2020 y recién en 2023 los adolescentes pudieron votar por primera vez. Aunque muchas jurisdicciones aún no aceptan el sufragio adolescente, 21 estados y Washington D.C. permiten que los jóvenes de 17 años voten en las primarias si cumplen 18 antes de las elecciones generales.
La expansión de estos derechos responde no solo a una necesidad de inclusión, sino también a una lógica de representatividad. “La mayoría de los votantes adultos toman decisiones desde su experiencia, no desde las necesidades de los jóvenes”, señala Laura Brill, fundadora y directora de Civics Center. “Y eso deja muchas voces fuera del proceso de toma de decisiones.”
¿Por qué importa involucrar a los adolescentes?
- Formación temprana: los estudios demuestran que quienes votan temprano tienden a mantener su compromiso con la democracia.
- Enfrentan decisiones que les afectan directamente: desde políticas educativas hasta clima y transporte público, los jóvenes tienen mucho en juego.
- Reducción de apatía: al sentirse escuchados, los jóvenes se alejan del cinismo político.
“La participación cívica debe enseñarse igual que las matemáticas o la gramática”, sostiene Rachel Martin Golman, activista del Consejo Nacional de Mujeres Judías en Pittsburgh. “Lo que estamos viendo en estas escuelas es una revolución silenciosa.”
El poder de la conversación directa
En Pittsburgh, luego del foro de preguntas a los candidatos, los organizadores propusieron una trivia sobre civismo, con premios para quienes respondieran correctamente. Sin embargo, quizás el mayor premio fue el aprendizaje directo de los estudiantes que cuestionaron cara a cara a las figuras que podrían tomar decisiones sobre sus vidas.
Stalea Chapman, de 17 años, expresó que ese contacto inmediato con los políticos le demostró el valor de su opinión: “Me alivia saber que nos están tomando en serio. Eso me hace creer que tenemos un lugar en el futuro.”
Los candidatos les devolvieron el reconocimiento. “Ustedes son los líderes que hemos estado esperando”, dijo el exdetective Tony Moreno. Otro postulante, Thomas West, remató: “Ustedes son el futuro de América.”
¿Una tendencia que llegó para quedarse?
El sistema democrático de EE.UU. se encuentra en una encrucijada. El descrédito institucional, combinado con el aumento de la polarización política, ha generado una desafección preocupante. Pero el impulso juvenil abre una ventana de esperanza.
Según un análisis de AP VoteCast, en 2020, la mayoría de los jóvenes se inclinó por los demócratas, pero ya para 2024 se registró un cambio: muchos jóvenes varones se mostraron más abiertos a votar por Donald Trump, incluso si no compartían todas sus políticas. Esto confirma que la juventud ya no es una categoría electoral homogénea, y por tanto debe ser tratada con la seriedad y pluralidad que merece.
El reto ahora está en institucionalizar estos avances. Desde incluir formación cívica en los programas escolares, hasta seguir bajando edades mínimas de votación en elecciones locales, los gobiernos tienen la responsabilidad de reformar sus estructuras para acoger a estos nuevos actores políticos.
Más que un voto: una nueva cultura democrática
La democracia estadounidense ha sido moldeada históricamente por momentos de expansión del voto: desde la abolición de la esclavitud, el sufragio femenino, hasta el voto a los 18 años. Hoy, los adolescentes están empujando la última frontera. Y no solo exigen votar: quieren ser escuchados, tener incidencia, y ocupar los espacios desde ahora.
Este despertar cívico juvenil puede ser determinante para el futuro de la política estadounidense. Si se toma en serio, no solo aumentará la participación, sino que regenerará la calidad del debate público. Como dijo una estudiante tras un foro: “Es mucho lo que está en juego para que nos quedemos callados.”