La guerra comercial según Trump: ¿Misil económico o bomba de humo?
Análisis crítico de la estrategia arancelaria de Donald Trump frente a China y sus implicaciones para la economía mundial
El último capítulo de la guerra comercial entre EE.UU. y China
En un intento por calmar los mercados y abrir nuevas rondas de negociación, el presidente Donald Trump anunció recientemente una reducción temporal en los aranceles de importación provenientes de China, lo que ha sido interpretado tanto como una pequeña victoria como una medida paliativa dentro de un conflicto que ha dado signos de fatiga a nivel mundial.
Con la nueva disposición, los aranceles estadounidenses sobre productos chinos bajarán del 145% al 30% durante 90 días, mientras que China reducirá sus tasas a productos estadounidenses del 125% al 10%. Esta desescalada, aunque limitada y temporal, ha tenido implicaciones inmediatas en las bolsas de valores y ha generado suspenso e incertidumbre en el plano empresarial y político.
Una estrategia basada en oscilaciones
Desde que implementó su primer paquete de aranceles en abril, Trump ha mostrado una inclinación por utilizar la política comercial como una herramienta de presión. Su llamado "Día de Liberación Arancelaria", que sacudió los mercados financieros, dejó claro que el presidente ve estos impuestos como una vía para renegociar la posición de EE.UU. en la economía global.
El profesor Taisu Zhang de la Universidad de Yale sostiene que esta volatilidad ha aclarado malentendidos entre ambos países. "En febrero, tanto EE.UU. como China tenían visiones distorsionadas sobre el poder que el otro podía ejercer en una guerra económica", afirmó. Desde su perspectiva, el hecho de que se haya llegado a un punto de negociación indica que, a pesar de los daños, existe una voluntad de redefinir el equilibrio económico global.
Los mercados reaccionan, pero la incertidumbre permanece
El repunte del S&P 500 en un 3,3% tras el anuncio refleja que los inversionistas valoran cualquier paso que implique distensión. Sin embargo, economistas como Justin Wolfers de la Universidad de Michigan advierten que esta euforia es momentánea. "Pasar de una tarifa prohibitiva e insana a una simplemente muy alta es técnicamente una mejora, pero no debemos engañarnos: la incertidumbre continúa siendo la norma", apuntó.
Y no es para menos. Trump ha demostrado cambios de rumbo bruscos desde enero. De amenazar con anexar Groenlandia a considerar aranceles del 100% a películas extranjeras, el panorama apunta a que los retornos a políticas estables son improbables durante su mandato.
Impacto en la economía real: entre parálisis y recesión
Aunque las reducciones temporales brindan algo de respiro, el daño ya podría estar hecho. Las empresas, que han ajustado sus operaciones considerando tarifas del 145%, ahora encaran la posibilidad de reestructurar nuevamente sus cadenas de suministro con el nuevo 30%. ¿Pero quién garantiza que en tres meses los aranceles no vuelvan a subir?
Kevin Rinz, ex economista de las administraciones de Obama y Biden, modeló el impacto de los aranceles desde un enfoque laboral. Su análisis sugiere que, incluso con políticas temporales más laxas, el mercado laboral mostraría signos de debilitamiento. "Lo que encontramos no es muy alentador. Se parece bastante a un escenario de recesión para los próximos años", afirmó.
El 'Efecto Látigo' en la logística global
Michael Starr, vicepresidente de la empresa logística Zencargo, advirtió sobre el fenómeno conocido como el 'bullwhip effect' o 'efecto látigo'. En pocas palabras, la reducción abrupta de aranceles después de tasas exorbitantes puede generar una oleada de pedidos y embarques, lo que colapsa puertos, sube los precios de transporte y produce un cuello de botella logístico.
"Las compañías no se van a quedar esperando a ver cómo termina todo esto. Van a enviar todos sus productos durante estos 90 días, lo que va a saturar la cadena de suministro internacional, especialmente en temporada alta", explicó Starr.
Un cambio en las prioridades comerciales
Trump ha establecido un nuevo estándar: un arancel base del 10% para los países con los que negocia. Este mínimo aplica incluso cuando se alcanzan acuerdos, y puede escalar en sectores específicos. El sector automotriz, el acero, el aluminio y próximamente los medicamentos, están siendo apuntados como blancos para tarifas del 25% o más.
“Siempre tendremos una tarifa base del 10%”, declaró Trump en una conferencia en la Casa Blanca. Esta retórica sugiere no solo una política comercial dura, sino también un cambio estructural sobre cómo EE.UU. participará en el comercio internacional durante su administración.
Implicaciones fiscales y retorno político
Curiosamente, Trump ha vinculado directamente los ingresos arancelarios con su nueva propuesta para rebajas impositivas a nivel individual. Al pedir al Congreso que considere los ingresos de aranceles como fuente de financiamiento para las rebajas fiscales, se refuerza una visión en la que los aranceles ya no son simples instrumentos de presión comercial, sino parte del engranaje fiscal de su administración.
¿Reconfiguración del orden económico global?
Expertos como Zhang observan que el único beneficio real de estos giros y curvas diplomáticas es que ambas economías, la estadounidense y la china, podrían estar repensando sus fortalezas. China, con un impulso por consumir más internamente, y EE.UU., con ganas de fortalecer su sector manufacturero, podrían salir de esta guerra con transformaciones estructurales en sus modelos económicos.
Sin embargo, esta transformación no es gratuita. Deriva de meses (o años) de decisiones políticas con resultados imprevisibles, afectando desde la inversión hasta el empleo.
¿Qué dice esto de la gobernabilidad?
Más allá de los datos, la crítica más recurrente es hacia el estilo de liderazgo de Trump. La falta de consistencia en las políticas, los cambios abruptos y el uso continuo de amenazas como herramienta de gobierno generan una sensación de inestabilidad que dificulta la toma de decisiones por parte del sector privado.
“Si en los últimos 120 días Trump ha amenazado con anexiones, rebajado aranceles y luego los ha subido nuevamente, ¿quién puede planificar su futuro económico con sensatez?”, comentó Justin Wolfers.
Una conclusión inquietante
En definitiva, aunque la tregua comercial actual pueda parecer un respiro temporal, los intereses más profundos del gobierno de Trump apuntan a un cambio estructural en la forma en que se entiende el comercio internacional. Para empresas, consumidores e inversionistas, esto significa caminar constantemente por una cuerda floja política, donde cada tuit o decreto puede cambiar el curso de la economía global.