Guerra comercial entre EE.UU. y China: ¿tregua real o ilusión temporal?

El nuevo acuerdo entre Washington y Pekín reduce drásticamente los aranceles tras meses de creciente tensión. ¿Qué significa esta pausa de 90 días para el futuro del comercio global?

En un sorpresivo giro diplomático desde Ginebra, funcionarios de Estados Unidos y China anunciaron un acuerdo para reducir significativamente los aranceles impuestos en los últimos meses, y establecer una pausa de 90 días para continuar las negociaciones. Esta decisión descomprimió tensiones que amenazaban con escalar en una guerra comercial de consecuencias globales. Los mercados reaccionaron con entusiasmo, pero los analistas advierten que esta tregua podría ser frágil.

El acuerdo: un alivio arancelario momentáneo

Según Jamieson Greer, representante comercial de EE.UU., su país aceptó reducir del 145% al 30% los aranceles sobre productos chinos, mientras que Beijing bajaría su tarifa a las importaciones estadounidenses del 125% al 10%. El anuncio se realizó en una conferencia conjunta con el secretario del Tesoro, Scott Bessent, donde se destacó el consenso mutuo de evitar una desconexión comercial total entre las dos economías más grandes del mundo.

“Lo que había ocurrido con estos aranceles tan altos era un embargo, el equivalente a un embargo. Ninguna de las partes quiere eso. Queremos comercio. Queremos un comercio más balanceado”, dijo Bessent.

La escalada previa: una historia reciente de represalias

Desde marzo, la administración estadounidense había aumentado los aranceles a productos chinos llegando a un 145%, en respuesta a políticas tecnológicas, subsidios industriales y barreras al comercio por parte de China. Pekín respondió con fuerza aplicando medidas similares, lo que generó un congelamiento casi total del comercio bilateral. Esto impactó una relación comercial que en 2023 superó los $660 mil millones.

Impacto inmediato: mercados al alza

Los mercados bursátiles celebraron el anuncio. Los futuros del Dow Jones subieron más de un 2%, mientras que el índice Hang Seng de Hong Kong se disparó un 3%. En Europa, los índices DAX en Alemania y CAC 40 en Francia subieron ambos un 0,7%. Esta reacción muestra el enorme peso global que tiene cualquier movimiento entre Washington y Pekín.

¿Un alivio verdadero o una burbuja de optimismo?

Aunque la reducción arancelaria representa un gesto positivo, muchos expertos advierten que el acuerdo de 90 días es solo una pausa, no una solución a largo plazo. “Es un deshielo, pero muy lejos de un tratado de libre comercio”, comentó Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia-Pacífico del banco Natixis. La estructura económica e ideológica de ambos países sigue profundamente enfrentada.

Raíces estructurales del conflicto

  • Propiedad intelectual: EE.UU. acusa a China de robo sistemático de tecnología mediante espionaje industrial o transferencias forzadas.
  • Subsidios industriales: Beijing sigue favoreciendo a empresas estatales con ayudas que distorsionan el mercado.
  • Desequilibrio comercial: Washington se queja del persistente superávit de China en la balanza comercial bilateral.
  • Tecnología: La creciente carrera por el liderazgo en semiconductores, IA y 5G alimenta aun más el antagonismo.

¿Quién gana realmente con esta tregua?

Para Estados Unidos, una reducción de tarifas beneficiará directamente a importadores y consumidores, especialmente en sectores como electrónica, maquinaria y productos agrícolas. China por su parte podrá aliviar la presión sobre sus exportadores, muchos de los cuales sufren una ralentización del crecimiento interno (PIB del 2023: +5,2%, según datos oficiales, pero con dudas sobre su sinceridad).

No obstante, ambos países buscaban contener el daño. Una prolongación del conflicto hubiese afectado no solo el comercio bilateral, sino a empresas globales dependientes de cadenas de suministro China-EE.UU., como Apple, Tesla, Nike o Walmart.

90 días: ¿tiempo suficiente?

Los críticos del acuerdo creen que limitares a tres meses las negociaciones es poco realista. “Estás hablando de reconfigurar uno de los ejes económicos más importantes del planeta en solo 90 días. Parece más un acto político que una solución seria”, opinó Robert Zoellick, ex presidente del Banco Mundial.

Además, la historia reciente muestra que acuerdos previos similares han colapsado rápidamente, como ocurrió en 2018 y 2019 bajo la presidencia de Donald Trump, cuando se firmaban compromisos que luego eran abandonados ante cambios unilaterales.

El fantasma de la 'trampa de Tucídides'

Analistas geopolíticos como Graham Allison han advertido sobre la llamada “Trampa de Tucídides”: cuando una potencia emergente (China) desafía el dominio de una establecida (EE.UU.), inevitablemente se encamina al conflicto. Este patrón histórico ha ocurrido en 12 de 16 casos en los últimos 500 años, incluyendo guerras comerciales o convencionales.

Europa y otras potencias: atentos pero cautelosos

El impacto de esta tregua en Europa también es considerable. Alemania y Francia, por ejemplo, están muy expuestas a las exportaciones a China y a la demanda internacional. Por ende, el estabilizar las tensiones les genera un respiro, pero no está exento de riesgos. Si las conversaciones fracasan y ambos países reanudan su carrera de sanciones, toda la economía mundial podría tambalear.

¿Qué podemos esperar a futuro?

Los próximos 90 días serán cruciales. Si EE.UU. y China logran sentar las bases de un acuerdo más estable, se evitaría enfrentamientos perjudiciales. Pero si se repite la historia del vaivén diplomático de años recientes, la confianza entre ambas potencias se erosionará aún más.

Mientras tanto, las empresas multinacionales deberán mantener flexibilidad en sus cadenas logísticas, diversificar proveedores y prepararse para una posible recaída arancelaria. Y los gobiernos del resto del mundo deberán maniobrar con cautela entre dos gigantes que cada día miden sus fuerzas no solo con tarifas, sino también con influencia geopolítica, tecnológica y militar.

Como dijo Deng Xiaoping alguna vez: “No importa si el gato es blanco o negro, mientras cace ratones.” Hoy más que nunca, la sabiduría pragmática parece necesaria para evitar que los gatos de Washington y Pekín se arañen mutuamente hasta desangrar el comercio global.

En este limbo de 90 días, la economía mundial contiene la respiración.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press