Gérard Depardieu, el gigante del cine francés ante el escrutinio judicial y mediático
El juicio por agresión sexual contra el actor marca un punto de inflexión en la industria cinematográfica francesa en la era post-#MeToo
París vuelve a ser el epicentro de una tormenta cultural y mediática con el juicio de Gérard Depardieu, una de las figuras más icónicas y polémicas del cine francés. Acusado de agresión sexual por dos mujeres durante el rodaje de la película Les Volets Verts (“Las contraventanas verdes”), su proceso judicial ha desatado una intensa discusión sobre los límites del arte, el poder en las jerarquías artísticas y la responsabilidad penal de las figuras públicas en la era post-#MeToo.
Un mito del cine bajo la lupa
Con más de 250 películas a sus espaldas y múltiples premios internacionales, incluida una nominación al Oscar en 1991 por su participación en Cyrano de Bergerac, Depardieu ha sido durante décadas sinónimo del cine francés. Sin embargo, sus problemas legales y su actitud ambivalente hacia las normas sociales han erosionado progresivamente su reputación.
En marzo de 2025, el actor enfrentó un juicio de cuatro días en el que dos mujeres denunciaron abusos sexuales sufridos en el set de la mencionada película, rodada en 2021. La corte parisina se dispone ahora a emitir un veredicto, y el caso ha sido catalogado como una prueba clave para el compromiso de Francia con la causa #MeToo.
Los testimonios: entre lo grotesco y lo repugnante
Los relatos presentados por las víctimas han causado profunda conmoción. Una de ellas —una decoradora de set de 54 años— relató cómo Depardieu la inmovilizó con las piernas en un pasillo estrecho, le manoseó las caderas, los glúteos y el pecho. Además, lo acusó de pedirle obscenamente que lo tocara y de insinuar que quería violarla.
La segunda víctima, una asistente de 34 años, declaró que fue tocada por Depardieu en las nalgas y los senos en al menos tres ocasiones distintas. Aunque ambas mujeres decidieron mantener su anonimato público, su valentía en testificar ha sido celebrada por asociaciones feministas y por actores que han sobrevivido experiencias similares.
Depardieu: negación, defensa y apoyo
Durante el juicio, Depardieu confesó que había utilizado lenguaje vulgar y sexualizado en el plató, y reconoció haber agarrado las caderas de una de las mujeres durante una discusión. Sin embargo, negó rotundamente que su conducta tuviera motivaciones sexuales: “No soy así”, dijo ante los jueces.
A pesar de las múltiples acusaciones —más de 20 mujeres han denunciado situaciones similares—, este es el único caso que ha llegado a los tribunales. Algunas denuncias fueron desestimadas por falta de pruebas o por haber prescrito.
El fiscal del caso ha solicitado una pena de 18 meses de prisión suspendida y una multa de 20.000 euros, argumentando el “fracaso absoluto del actor por cuestionarse a sí mismo”. En su defensa, Depardieu ha contado con el apoyo de miembros destacados del cine francés, como los actores Vincent Perez y Fanny Ardant, quienes asistieron al juicio sentados de su lado.
El impacto cultural del juicio
Este juicio representa más que la caída potencial de una leyenda: es un espejo social que refleja las tensiones entre el respeto a la presunción de inocencia y la necesidad de escuchar y creer a las víctimas. En Francia, el movimiento #MeToo ha tenido un impacto más moderado que en otros países como Estados Unidos, en parte por la cultura legal y en parte por estructuras sociales profundamente conservadoras en relación al género.
Esta coyuntura ha sido descrita por activistas como un momento bisagra: si el tribunal condena a Depardieu, se interpretará como una señal potente de que ninguna figura, por grande que sea, está por encima de la ley.
El cine francés entre dos carriles: fiesta y juicio
Curiosamente, mientras se espera el veredicto del caso Depardieu, se inaugura el Festival de Cine de Cannes, el evento cinematográfico más prestigioso de Francia y uno de los más importantes a nivel mundial. Esta coincidencia ha generado incomodidad en el gremio artístico, aunque muchos prefieren mantener la separación entre vida profesional y personal.
En las ediciones anteriores de Cannes, la presencia de Depardieu era sinónimo de prestigio. Ahora, ni siquiera se le menciona entre los invitados, lo que marca un cambio drástico en la percepción social hacia su figura.
Los riesgos de la impunidad en la industria del cine
Las industrias con estructuras jerárquicas rígidas —como el cine o la música— son particularmente proclives a los abusos de poder. En este sentido, Francia ha sido señalada por mantener una actitud retrógrada frente a los casos de agresión sexual. De acuerdo con France24, solo el 1% de los casos de agresión sexual van a juicio.
Al respecto, la periodista y activista Sandra Muller —credora del hashtag #BalanceTonPorc (Denuncia a tu cerdo), que inspiró el #MeToo francés— dijo en una entrevista: “Aún vivimos en una cultura profundamente patriarcal donde el artista todavía es considerado intocable si su obra es ‘sagrada’”.
Una oportunidad histórica
Que el juicio de Gérard Depardieu coincida con el Cannes 2025 no es solo una curiosa anécdota del calendario judicial y cinematográfico. Representa un momento simbólico en que el arte y la justicia se cruzan en un escenario común. Es, según muchos analistas, una oportunidad irrepetible de enviar un mensaje inequívoco: el talento no puede ser excusa para la violencia.
Queda por ver si la justicia francesa decidirá romper con décadas de indulgencia o si preferirá proteger a uno de sus hijos pródigos. Sea cual sea el veredicto, lo que ha cambiado para siempre es la tolerancia social hacia el abuso de poder. El juicio ha despertado, en todos los sectores, una conversación incómoda pero necesaria.
“La ley es dura, pero es la ley”, reza el adagio latino. Y con ello, puede que Francia finalmente esté dando un paso más allá del mito hacia la responsabilidad.