Espionaje al estilo Hollywood: la red búlgara al servicio de Rusia sacude al Reino Unido
Con nombres clave sacados de películas, una red de espías operaba desde Londres en una peligrosa misión al servicio del Kremlin. Así fue desmantelada la célula que puso en jaque la seguridad europea.
Una red de espionaje que parecía ficción
Con nombres como Jackie Chan, Mad Max y referencias a los Minions, podría pensarse que esta es la sinopsis de una comedia de espías. Pero lo ocurrido en el Reino Unido entre 2020 y 2023 es cualquier cosa menos una broma: un grupo de ciudadanos búlgaros, al servicio de la inteligencia rusa, llevó a cabo operaciones encubiertas de espionaje con ramificaciones por toda Europa. Esta espectacular trama fue finalmente desmantelada por la justicia británica, marcando un precedente alarmante en la lucha contra el espionaje en suelo europeo.
¿Quiénes eran los implicados?
El líder de esta intrincada operación era Orlin Roussev, de 47 años, quien operaba desde la tranquila localidad costera de Great Yarmouth. Su rol no solo incluía coordinación estratégica, sino también la fabricación y almacenamiento de múltiples dispositivos de espionaje. Junto a él, operaban:
- Biser Dzhambazov (44), quien se hacía pasar por agente de Interpol.
- Katrin Ivanova (33), su asistente de laboratorio y en teoría su pareja sentimental.
- Vanya Gaberova (30), esteticista con un estilo de vida de lujo.
- Tihomir Ivanchev (39), ex pareja de Gaberova.
- Ivan Stoyanov (33), luchador de artes marciales mixtas.
Este grupo no se limitaba al Reino Unido. Sus actividades encubiertas se extendieron a España, Alemania, Austria y Montenegro, lo que demuestra el alcance transfronterizo de sus operaciones.
Operaciones en la sombra
Las actividades del grupo incluían seguimientos, vigilancia, intentos de secuestro y ataques planeados. Uno de sus objetivos principales era Christo Grozev, periodista de Bellingcat, conocido por haber desvelado el papel de Moscú en el envenenamiento con Novichok del ex espía ruso Sergei Skripal en Salisbury en 2018. El grupo trató de atraerlo con una trampa romántica utilizando a Gaberova como anzuelo. En palabras del propio Grozev:
“Descubrir que agentes extranjeros me vigilaban, seguían mis pasos y accedían a mi entorno familiar ha sido profundamente desestabilizador.”
El objetivo no era solo desacreditarlo: también se barajaron opciones más siniestras como robarlo, matarlo o incluso secuestrarlo y llevarlo a Rusia.
La caída de la célula: Londres como epicentro
Tras varios años de vigilancia, la Policía Metropolitana de Londres desató una operación que concluyó con la detención del grupo en febrero de 2023. Lo que encontraron fue alarmante: un auténtico “Aladdin’s cave” de equipos de espionaje según la policía.
Los dispositivos incluían:
- Cámaras ocultas en gafas de sol, corbatas y muñecos de peluche (incluyendo un Minion).
- Aparatos de interferencia de redes WiFi y GPS.
- Micrófonos ocultos y rastreadores de automóviles.
- Documentación de identidad falsa lista para ser utilizada en operaciones encubiertas.
Una vida doble
El caso también reveló detalles personales dignos de novela negra. Dzhambazov, que trabajaba como repartidor médico, mantenía relaciones románticas simultáneas con Ivanova y Gaberova. Ambos convivían con él desconociendo completamente sus otros vínculos. Gaberova incluso lo acompañaba a restaurantes con estrellas Michelin y se hospedaban en hoteles cinco estrellas, todo mientras planeaban operaciones de inteligencia. Cuando fue arrestado, Dzhambazov estaba en la cama con Gaberova, no con Ivanova, quien alegó haber sido manipulada. Gaberova hizo lo mismo durante el juicio.
La reacción judicial y política
El tribunal penal central de Londres (Old Bailey), en una audiencia que duró cuatro días, emitió duras condenas. Roussev recibió 10 años y 8 meses por cargos de espionaje y tenencia de documentos falsos. Dzhambazov fue sentenciado a 10 años y 2 meses. Ivanova recibió 9 años y 8 meses. El juicio produjo un eco político significativo, al poner en evidencia la implantación de redes enemigas en territorio europeo.
Justice Nicholas Hilliard declaró que la sofisticación del grupo y sus múltiples operaciones merecían penas ejemplares y reconoció el alcance del daño de sus actividades: “Estas acciones pusieron en riesgo directo vidas humanas y fueron llevadas a cabo con una despreocupación alarmante por las consecuencias.”
¿Rusia detrás del telón?
Las autoridades británicas vinculan esta red con el servicio de inteligencia militar ruso (GRU), el mismo ente relacionado con los atentados con Novichok. El vínculo directo se habría hecho a través de Jan Marsalek, ciudadano austriaco buscado por Interpol por fraude tras la caída de Wirecard en 2020, y quien actualmente permanece prófugo.
La implicación directa del Kremlin no es nueva. En años recientes, Rusia ha sido acusada reiteradamente de utilizar redes de espionaje en países de la Unión Europea, empleando tanto a diplomáticos como a “durmientes” (agentes infiltrados de bajo perfil).
Implicaciones para la seguridad europea
Este caso subraya una realidad que los servicios de inteligencia europeos ya conocen: la Guerra Fría continúa, aunque con métodos más sofisticados. El uso de tecnología para el espionaje, la infiltración en comunidades de inmigrantes y el reclutamiento de ciudadanos extranjeros son parte de las estrategias del Kremlin moderno.
Tras este caso, tanto el MI5 como organismos de inteligencia europeos intensificaron medidas de control sobre redes sospechosas en sus territorios. El aumento de la actividad del GRU desde la invasión de Crimea en 2014 y especialmente tras la guerra en Ucrania ha obligado a la OTAN a reforzar su seguridad interna.
El espionaje como fenómeno contemporáneo
Lejos de ser un fenómeno del pasado, el espionaje sigue vigente y evolucionado. Se ha adaptado a los tiempos: manipulación de redes sociales, vigilancia remota, herramientas satelitales y personas comunes como agentes. Lo que antes era campo de James Bond o la Guerra Fría, ahora existe en versiones ubicuas, escondidas entre vecinos, empleados o taxistas.
El caso del grupo búlgaro revela que Europa sigue siendo un tablero estratégico de guerras no declaradas, donde la información es la moneda más valiosa y los espías pueden estar tan cerca como en la casa de al lado.
Como resultado, el espionaje se convierte no solo en peligro para los gobiernos, sino también para ciudadanos comunes que, como el periodista Grozev, viven ahora bajo amenaza persistente.
¿Demasiado inspirados por Hollywood? Tal vez. Pero los “Minions” de Putin en Londres eran peligrosamente reales, y podrían haber causado mucho más daño de no haber sido descubiertos.