Trump en el Golfo Pérsico: negocios, tensiones diplomáticas y una región en equilibrio
La gira de Donald Trump por Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar refleja un enfoque empresarial, en medio de conflictos ardientes como Gaza, Irán y la relación con Israel
Por segunda vez en su presidencia, Donald Trump ha puesto su mirada en el Golfo Pérsico, una región que mezcla lujo, petróleo, tensiones diplomáticas y oportunidades comerciales. Sin embargo, este viaje también expone contradicciones de su política exterior y abre interrogantes sobre el papel que Estados Unidos quiere jugar en un Medio Oriente todavía encendido por guerras, rivalidades históricas y ambiciones geopolíticas.
El foco del viaje: Saudíes, emiratíes y qataríes
Trump escogió para esta gira tres países clave del Golfo: Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar. Estos países son no solo gigantes energéticos, sino también escenarios de algunos desarrollos inmobiliarios ligados directa o indirectamente a la marca Trump. Esto resalta un patrón que, según analistas como Jon B. Alterman del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, revela el estilo personalísimo del expresidente.
“Este es su lugar feliz”, comenta Alterman. “Sus anfitriones serán generosos, hospitalarios, querrán hacer tratos y lo adularán. Tratarán a sus familiares como socios comerciales, pasados y futuros”.
El viaje, además, coincide con una narrativa que se fue consolidando desde su primer mandato: la diplomacia como extensión del interés económico.
Gaza e Irán: las ausencias que gritan
Aunque Gaza está sumida en una devastadora guerra con Israel y la situación humanitaria se deteriora por día, Trump no visitará Israel en este viaje. Tampoco abordará con prioridad la cuestión iraní, aunque ambos temas están interconectados con los intereses de los países que sí visitará.
Desde que terminó el efímero cese al fuego hace dos meses, Israel ha intensificado los ataques en Gaza, al tiempo que mantiene un estricto bloqueo sobre alimentos, medicinas y otros productos básicos. Según cifras de la ONU, al menos 34.000 civiles han muerto en Gaza desde el inicio del conflicto en 2023.
Por otra parte, Irán, el archirrival regional de Arabia Saudita y patrocinador de grupos como los hutíes en Yemen y Hezbollah en Líbano, continúa enriqueciendo uranio en cantidades y niveles alarmantes. Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Teherán acumula ya suficiente uranio enriquecido al 60% como para fabricar varias bombas nucleares, si así lo decidiera.
Trump e Israel: ¿alejamiento estratégico o táctica temporal?
La decisión de Trump de no incluir a Israel en su itinerario ha generado especulaciones. Algunos observadores israelíes lo perciben como un distanciamiento táctico, aunque otros lo interpretan como una señal de que su apoyo no es tan incondicional como en su primer mandato.
En especial, cuando se supo que Estados Unidos había acordado con los hutíes iraníes no atacar sus posiciones en Yemen a cambio de que cesaran sus ataques contra buques estadounidenses en el Mar Rojo —acuerdo que no incluía explícitamente la protección de Israel—, el malestar en Jerusalén se hizo sentir.
Un funcionario israelí, bajo anonimato, declaró que “esperábamos más coordinación, incluso una promesa tácita de asistencia militar en caso de que Israel decida atacar a Irán”.
El juego nuclear: Irán amenaza, EE.UU. cede terreno
Trump ha intentado reanudar negociaciones con Irán para evitar que cruce el umbral nuclear, aunque lo hace en un entorno mucho más difícil que en 2015, cuando se firmó el acuerdo original JCPOA (del cual Trump se retiró en 2018).
Hasta el momento, cuatro rondas de negociaciones secretas mediadas por Omán no han arrojado resultados concretos. Irán insiste en que el enriquecimiento de uranio es un derecho soberano, mientras Estados Unidos pretende que Teherán reduzca o cese completamente esta actividad.
El canciller iraní, Abbas Araghchi, visitó Arabia Saudita y Qatar justo antes del viaje de Trump, intentando posiblemente enviar señales indirectas a Washington. Sin embargo, dentro de Irán, el gobierno enfrenta también presiones internas, desde protestas lideradas por mujeres que rechazan el hiyab obligatorio, hasta el colapso económico agravado por sanciones.
Lo único que une a los iraníes, pareciera, es el orgullo nacional por su identidad persa. Tal fue el enojo cuando trascendió que Trump consideraba utilizar oficialmente el nombre "Golfo Arábigo", en vez de "Golfo Pérsico". "Este golfo siempre ha sido el Golfo Pérsico y siempre lo será", vociferó el líder religioso Ahmad Khatami en su sermón del viernes en Teherán.
Los negocios por encima de la política
Qatar se ha convertido en uno de los escenarios más llamativos del viaje. Trump planea formalizar allí un nuevo proyecto inmobiliario que llevaría su nombre. Esto forma parte de una serie de desarrollos similares, como los que ya existen o están en proceso en Dubái y la capital saudí, Riad.
En 2017, esta cercanía con Qatar provocó un grave incidente diplomático conocido como la "crisis del Golfo". Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto rompieron relaciones con Doha, acusándola de apoyar al terrorismo y mantener vínculos con Irán. Trump, inicialmente, apoyó el bloqueo. Un año después, dio un giro de 180 grados y alabó a Qatar como un gran aliado.
Hoy, con el precio del petróleo a unos 60 dólares por barril —niveles bajos comparados con los de 2022—, una de las críticas predilectas de Trump contra los países del Golfo (sus ingresos petroleros) se ha diluido. Eso podría pavimentar el camino para más negocios y menos tensiones, al menos en la superficie.
Una jugada riesgosa: aceptar un avión como regalo
Durante su estadía en Doha, Trump anunció que aceptaría como obsequio un Boeing 747-8 de lujo proporcionado por la familia real catarí. Este gesto ha sido duramente criticado por expertos legales y éticos en Washington, quienes consideran que aceptar un regalo de esa envergadura de un gobierno extranjero rompe con protocolos establecidos por décadas.
La aeronave, valorada en más de $400 millones de dólares, podría ser acondicionada como posible avión presidencial, lo que da lugar a cuestionamientos aún más graves tanto estratégicos como éticos.
Caminar sobre brasas en Medio Oriente
Trump llega a una región frágil, donde toda acción o declaración puede tener repercusiones en múltiples frentes.
- Israel y Hamas siguen en guerra; más de 1,7 millones de desplazados en Gaza, según OCHA.
- Irán está a pocas semanas de poder montar una ojiva si lo decide, estima el director del OIEA, Rafael Grossi.
- La cercanía de Trump con Riyadh podría dinamitar cualquier posibilidad de acuerdo de normalización entre Israel y Arabia Saudita, especialmente si no incluye beneficios sustanciales para los palestinos.
- Qatar observa expectante, intentando equilibrar relaciones con EE.UU., Irán e incluso con movimientos como Hamas.
Analistas como Simon Henderson y Elizabeth Dent del Washington Institute sostienen que Trump debería concentrarse en “reafirmar el compromiso estratégico de EE.UU. con el Golfo y promover la unidad entre las naciones del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG)”.
Pero si su historial se repite, es probable que Trump priorice los acuerdos comerciales y la imagen pública, incluso al costo de profundizar la inestabilidad regional.
¿Una paz fría o nuevas tormentas geopolíticas?
La no inclusión de Israel en la agenda, los gestos hacia Irán y Qatar, y la renuncia a confrontar con dureza cuestiones humanitarias en Gaza, configuran un viaje más económico que diplomático.
Mientras tanto, Medio Oriente espera. Las llamas en Gaza no se apagan, el uranio en Irán sigue enriqueciéndose y las alianzas estratégicas —cada vez más volátiles— podrían terminar de cimentar un nuevo orden regional en el que Estados Unidos ya no sea el eje dominante.