Thomas Müller, el eterno número 25 del Bayern: una leyenda en su última función en casa
El ícono bávaro se despide del Allianz Arena tras más de dos décadas de entrega, 13 títulos de Bundesliga y una huella indeleble en la historia del club y del fútbol alemán
Una despedida a la altura de un ídolo eterno
El 10 de mayo de 2025 será recordado por siempre por la afición del Bayern Múnich. En el Allianz Arena, miles de voces coreaban un solo nombre: Thomas Müller. El carismático delantero alemán, sinónimo de la institución bávara durante más de dos décadas, jugó su último partido en casa, y los hinchas se rindieron ante una despedida cargada de emoción, símbolos y reconocimiento a una historia única.
"¡25 años todo por nuestros colores!" decía una pancarta gigante azul y roja desplegada por los fanáticos, acompañada por un tifo con una imagen del jugador y su nombre en letra inmensa. La escena fue tan cinematográfica como simplemente merecida. Porque Müller no fue solo un jugador; fue una extensión viva del ADN del Bayern sobre el campo de juego.
Thomas Müller: un resumen de su carrera gloriosa
Nacido en Weilheim in Oberbayern el 13 de septiembre de 1989, Thomas Müller llegó al Bayern Múnich con apenas 10 años en 2000, y desde entonces nunca más vistió otra camiseta a nivel de clubes. Su debut con el primer equipo fue en 2008 bajo la dirección de Jürgen Klinsmann, pero fue bajo Louis van Gaal cuando se consolidó como titular indiscutido.
Aquí algunos de sus enormes logros con el Bayern:
- 13 títulos de Bundesliga (récord absoluto junto a David Alaba).
- 2 Champions League (2013 y 2020).
- 6 Copas de Alemania.
- 8 Supercopas de Alemania.
- 2 Mundiales de Clubes.
- Automatización en sistemas tácticos: Müller es reconocido por su rol único como "raumdeuter", o "intérprete de espacios".
Sus números no dejan dudas sobre su legado. En más de 700 partidos con el Bayern (en todas las competiciones), anotó más de 235 goles y repartió más de 250 asistencias. Pero más allá de las estadísticas, lo que hizo de Müller una figura legendaria fue su adaptabilidad, inteligencia táctica y personalidad carismática.
Una relación simbiótica con el club y los aficionados
Durante la ceremonia de despedida, Müller recibió un retrato conmemorativo y un ramo de flores antes de alzar el micrófono frente a los 75.000 espectadores del estadio y exclamar con humor y energía: “¡Déjennos jugar!”. Esa es quizás una de sus frases más repetidas en el campo cuando argumentaba con árbitros o rivales. Esa pasión por competir —no importa si era un amistoso o una final de Champions— fue parte de lo que lo convirtió en ídolo absoluto.
El vínculo de Thomas con los seguidores es único. A diferencia de otras estrellas silenciosas, Müller nunca fue distante: respondía preguntas con ingenio, se reía en medio de entrevistas y siempre fue autocrítico. Eso lo hizo accesible y querido. Fue el raro caso de una estrella mundial que se sentía como uno más del pueblo.
Un espacio en la historia del Bayern y del fútbol
Hablar del Bayern Múnich sin mencionar a Müller es una omisión casi imperdonable. Jugó al lado de grandes como Franck Ribéry, Arjen Robben, Philipp Lahm o Manuel Neuer, pero supo mantenerse en la élite pese a los cambios generacionales.
Su legado también se refleja en la Selección de Alemania. Campeón del mundo en 2014, Müller fue el goleador del Mundial 2010 en Sudáfrica con 5 tantos y 3 asistencias, y parte fundamental del dominio germano en la década de los 2010.
“Müller representa valores que rara vez se ven hoy: lealtad, humor, compromiso y amor genuino por el club y el juego”, dijo Oliver Kahn, exarquero y directivo del Bayern.
De esta forma, no sorprende que lo apodaran “el último romántico” del fútbol profesional alemán.
El contexto de su despedida: Bayern campeón, adiós perfecto
El Bayern ya había asegurado el título de Bundesliga la jornada previa al partido contra Borussia Mönchengladbach, lo cual transformó la cita del sábado en una fiesta. El equipo, con figuras como Jamal Musiala, Joshua Kimmich y Harry Kane, dedicó la victoria al #25 eterno del club.
El ambiente era de celebración, pero también de nostalgia. Nadie quería que terminara ese ciclo glorioso iniciado desde su debut. Las ovaciones fueron infinitas cada vez que tocó el balón.
¿Qué sigue para Thomas Müller?
Aunque se despide del Bayern, Müller no ha anunciado oficialmente su retiro del fútbol. Algunos medios alemanes han especulado con la posibilidad de que se tome un año sabático, mientras otros apuntan a que podría tener una última experiencia fuera de Alemania, posiblemente en Estados Unidos o Japón.
No obstante, su historia no parece desligarse jamás del Bayern. Se rumorea que, tal como ocurrió con exjugadores como Miroslav Klose o Philipp Lahm, Müller podría asumir roles futuros en el club, ya sea como entrenador de juveniles o directivo.
La figura de Müller frente a Lionel Messi y Cristiano Ronaldo
Cuando se habla de los mejores jugadores de las últimas dos décadas, los nombres de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo dominan la conversación. Sin embargo, Thomas Müller ha formado parte de una élite constante, quizá menos mediático, pero igual de determinante.
En 2012, Müller dijo en una entrevista: "Yo no soy Messi, no hago muchos regates; tampoco soy Ronaldo, no tengo su físico. Pero sé cuándo y dónde llegar. Soy el que rescata goles de la nada". Esa frase define su impacto. Su entendimiento del juego, su timing y su capacidad para aparecer donde nadie lo esperaba lo convirtieron en única figura.
Müller y su legado en el “fútbol moderno”
Más allá del palmarés, Müller ha sido clave en la evolución táctica del fútbol. Junto con entrenadores como Pep Guardiola y Joachim Löw, ayudó a desarrollar conceptos flexibles y de presión alta donde su rol fue esencial.
Su posición híbrida entre un segundo delantero, un mediapunta y un extremo le dio vida al ya mencionado concepto de “raumdeuter”, un término prácticamente inventado para él. Hoy, jugadores como Kai Havertz, Thomas Lemar o Nico Williams imitan aspectos de ese estilo. Su influencia es ya generacional.
La última ovación en casa
Al final del partido y tras la entrega del trofeo de Bundesliga, Thomas Müller dio la vuelta olímpica con una sonrisa amplia y lágrimas inevitables. Sus compañeros lo alzaron en andas mientras la afición cantaba: “Müller, Müller, Müller!”. Fue un momento catártico. Más que una despedida fue un agradecimiento colectivo por todo lo entregado a lo largo de un cuarto de siglo.
Thomas Müller no solo deja un vacío en la plantilla del Bayern. Deja también un estándar. Porque si el club se llama “Mia San Mia”, gran culpa la tiene un tipo que entendió desde niño que defender una camiseta era darlo todo cada 90 minutos.