El futuro incierto del Partido Republicano: ¿Populismo económico o viejo conservadurismo?
La lucha interna entre dos almas en disputa: recortes fiscales masivos, subsidios a energías limpias y un giro hacia el trabajador medio marcan un punto de inflexión en la identidad económica del partido de Trump
¿En qué cree hoy el Partido Republicano?
La economía de Estados Unidos atraviesa un momento crucial, no solo por sus desafíos propios, sino por la feroz reconfiguración ideológica dentro del Partido Republicano. Lo que alguna vez fue un estandarte claro de menor intervención del Estado, libre mercado y recorte fiscal, ahora vacila entre esas raíces y un populismo económico de base obrera promovido por el expresidente Donald Trump.
¿Sigue siendo el partido de Reagan o está emergiendo un nuevo modelo “trumpista”? Las tensiones internas, el enfoque sobre el gasto público, los impuestos a los ricos, los programas sociales como Medicaid y la inversión en energías verdes delinearán el alma económica del partido en las próximas décadas.
El “gran y hermoso proyecto de ley fiscal”
Mike Johnson, actual líder republicano en la Cámara de Representantes, encabeza la creación de un paquete legislativo que puede marcar un antes y un después: $4.5 billones en recortes fiscales y $1.5 billones en recortes de gasto. Lo han llamado “el gran y hermoso proyecto de ley”, y busca extender los recortes fiscales de Trump iniciados en 2017, a la vez que se redefinen prioridades presupuestarias.
Johnson se enfrenta a un difícil rompecabezas: contentar a los fiscalmente ortodoxos, como los miembros del Republican Study Committee, mientras incorpora propuestas que permitirían mantener algunas inversiones sociales y ambientales impulsadas por Joe Biden, como los créditos fiscales para energías limpias.
Trump y su postura ambigua sobre impuestos
Donald Trump ha generado desconcierto con su monto variable de propuestas fiscales. ¿Aumentar los impuestos a quienes ganan más de $5 millones? Lo propuso… para luego retractarse: “Probablemente los republicanos no deberían hacerlo, pero estoy bien si lo hacen!!!”, publicó en su red social.
Esta actitud refuerza la falta de una línea clara. Mientras figuras como Grover Norquist insisten en que aumentar impuestos sería “estúpido y destructivo”, otros del ala populista ven con buenos ojos redistribuir privilegios fiscales hacia clases medias y trabajadoras. La ambigüedad de Trump refleja una maniobra política: mantener el apoyo del votante blanco no universitario, ahora base dura del partido, sin alienar a las grandes fortunas que históricamente han financiado al GOP.
El dilema del gasto: ¿disciplinar el déficit o expandir la inversión?
Uno de los debates más duros tiene que ver con el déficit nacional ya superior a $36 billones. Un grupo de 30 congresistas republicanos, liderado por Lloyd Smucker (Pennsylvania), exige mantener hasta $2 billones en recortes "disciplinarios" para evitar que los nuevos beneficios fiscales disparen aún más la deuda.
No obstante, diputados de estados con alta carga impositiva como Nueva York, Nueva Jersey y California exigen restablecer deducciones estatales y locales (SALT) eliminadas parcialmente durante el primer mandato de Trump. Consideran "insultante" la propuesta de simplemente aumentar el máximo deducible de $10,000 a $30,000.
Populismo fiscal: beneficios para la clase trabajadora
La revolución “trumpista” se distancia del trickle-down economics —la idea de que los beneficios a los más ricos terminarán beneficiando al resto— y apuesta por medidas concretas hacia trabajadores de bajos ingresos. Una propuesta destacada busca eliminar impuestos sobre propinas y ingresos del Seguro Social para jubilados.
Estas medidas tendrían amplio respaldo popular pero implicarían unos costes fiscales enormes. Según el Committee for a Responsible Federal Budget, el coste de ampliar el paquete, incluyendo esas exenciones, podría superar los $7 billones a lo largo de una década.
Medicaid: entre el hacha y la protección
Otro tema incendiario es Medicaid, el principal programa de salud para personas con bajos ingresos, que hoy cubre a más de 70 millones de estadounidenses. Durante la era Trump, el lema fue “repeal and replace” para desmantelar el Obamacare. Sin embargo, en 2025, incluso muchos republicanos moderados temen retroceder.
Así lo expresó Rich McCormick (Georgia): “Este sueño americano desaparecerá si no tomamos decisiones difíciles”, aunque no detalló cuáles serían esos sacrificios. En privado, varios congresistas admiten que atacar Medicaid dañaría electoralmente al partido.
Actualmente, los republicanos alegan que solo buscan recortar "fraudes y abusos", pero expertos en salud como el Kaiser Family Foundation advierten que estos recortes perjudicarían a beneficiarios legítimos y desincentivarían a estados a expandir coberturas.
La energía verde como campo de batalla
Los incentivos fiscales para energías renovables incluidos en la Inflation Reduction Act son otro punto de conflicto. Mientras algunos republicanos conservadores exigen eliminar esos fondos, las empresas que ya iniciaron proyectos (plantas solares, infraestructura eólica) presionan para mantenerlos.
Estados tradicionalmente republicanos como Texas y Oklahoma se han convertido en líderes en energía solar y eólica. Eliminar estos beneficios iría en contra de esos intereses estatales, aunque ideológicamente parezca “anti-Trump”.
Un partido que ya no es monolítico
El Partido Republicano de 2025 está dividido en al menos tres alas:
- Conservadores fiscales tradicionales: fieles a Reagan, quieren menos impuestos y menor intervención federal.
- Populistas trumpistas: buscan priorizar a trabajadores blancos de clase media-baja, aunque implique aumentar ayudas o proteccionismo.
- Moderados pragmáticos: saben que recortes severos a beneficios populares serían peligrosos en los suburbios electorales.
La dificultad está en conciliarlas bajo un mismo paraguas ideológico, sin romper la coalición.
Y mientras tanto… los demócratas observan
Los demócratas, que se oponen frontalmente al paquete, lo califican de "regalo a los ricos". La idea de que se financien recortes impositivos a costa de salud, alimentación y climatología resulta políticamente tóxica para la oposición. Pero estas críticas no frenarán a los republicanos, que planean avanzar sin complicidad demócrata.
El congresista Chip Roy (Texas) advirtió: “Corten el gasto. Reduzcan el déficit. Bajen impuestos. ¡Lideren!”, reflejando la presión sobre Johnson de cumplir promesas electorales con apenas cinco meses de mandato legislativo.
¿Hacia dónde va el Partido Republicano?
El “plan económico de Trump II” todavía está en proceso, pero ya es evidente que el Partido Republicano está en un momento definitorio. Las decisiones que tomen en los próximos meses, en temas como Medicaid, impuestos a los ricos, energía limpia o el déficit, no solo marcarán los próximos comicios, sino la identidad futura de la derecha estadounidense.
Como dijo el senador August Pfluger: “Este proyecto de ley es único en una generación; es nuestra oportunidad de establecer una estructura económica estable tanto para los mercados como para los votantes”.
Pero esa estabilidad solo llegará si el partido logra decidir qué quiere ser: un defensor del libre mercado o un nuevo partido populista que priorice al trabajador medio, incluso a costa del déficit. La historia está en marcha.