Bangladesh entre la represión y el cambio: La caída de Hasina, el auge de los estudiantes y un país en vilo
El gobierno interino liderado por Muhammad Yunus prohíbe al histórico partido Awami League, intensificando la crisis política tras una revuelta estudiantil sin precedentes
Un país al borde del abismo
Bangladesh atraviesa uno de los periodos más convulsos de su historia reciente. El sábado pasado, el gobierno interino presidido por el economista y Nobel de la Paz Muhammad Yunus dio un paso radical: prohibió todas las actividades del Awami League, antiguo partido gobernante liderado por la ex primera ministra Sheikh Hasina.
El anuncio se produce menos de un año después de que una masiva revuelta social liderada por estudiantes y ciudadanos descontentos culminara en la espectacular caída del gobierno de Hasina, quien se encuentra exiliada en India desde agosto de 2023.
Nacionalismo y represión bajo Hasina
Sheikh Hasina, hija del fundador de la nación Sheikh Mujibur Rahman, fue una figura central de la política bangladesí durante más de 15 años. Bajo su mandato, el país experimentó crecimiento económico, expansión de infraestructuras y una estabilidad relativa. Sin embargo, su estilo de gobierno autoritario comenzó a provocar el rechazo de jóvenes, intelectuales y sectores crecientes del Ejército.
Las protestas se intensificaron en julio y agosto de 2023, alcanzando un clímax mortal. Según cifras de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, hasta 1,400 personas perdieron la vida en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad durante tres semanas de levantamiento generalizado.
La figura de Muhammad Yunus: ¿salvador o titiritero?
Con la salida de Hasina, el país quedó en manos de un gobierno interino encabezado por Muhammad Yunus, reconocido internacionalmente como el creador del microcrédito y ganador del Premio Nobel de la Paz en 2006. Yunus ha prometido restaurar la democracia y garantizar justicia para las víctimas de la represión.
El asesor de asuntos legales Asif Nazrul declaró que la medida de prohibir al Awami League se tomó amparándose en la Ley Antiterrorista, y que permanecerá vigente mientras el Tribunal de Crímenes Internacionales enjuicia a los líderes del partido por la muerte de manifestantes.
Un tribunal en el punto de mira
La utilización del tribunal —una estructura creada originalmente para juzgar crímenes de guerra relacionados con la independencia de Bangladesh en 1971— ha generado controversia. Si bien muchos aplauden la iniciativa como mecanismo de justicia, otros acusan al gobierno interino de utilizar la instancia judicial con fines políticos.
“Esta decisión apunta a garantizar la seguridad nacional y proteger a los activistas del movimiento de julio, así como a los testigos que participan en el proceso judicial”, declaró Nazrul durante una rueda de prensa tras la reunión extraordinaria del gabinete.
Estudiantes como motores del cambio
Una de las características más notables de esta revuelta ha sido el papel protagónico de los jóvenes. Al igual que en otras grandes movilizaciones históricas –como el Mayo francés o la Primavera Árabe– fueron los estudiantes quienes encendieron la mecha de la protesta.
Provenientes de universidades como Dhaka University y Jahangirnagar, se organizaron en asambleas, redes sociales y acciones callejeras. Muchos de ellos forman ahora el núcleo de un nuevo partido político surgido de la rebelión.
Al grito de “Justicia para nuestros mártires”, miles salieron a las calles exigiendo el fin del régimen de Hasina, la restauración completa de libertades civiles y una apertura democrática.
Similitudes históricas escalofriantes
La situación actual evoca otros escenarios históricos similares. La caída del Awami League recuerda al colapso del PRI en México en los años 2000 o a la implosión de Mubarak en Egipto en 2011. En todos estos casos, partidos arraigados y gobernantes de larga duración fueron derrocados por una combinación de presión social, hartazgo ciudadano y cambios generacionales.
Así como en Egipto la Hermandad Musulmana surgió con fuerza electoral tras el fin del régimen, en Bangladesh hay señales de una reconfiguración política completa. Todo depende de cómo se gestione la transición.
¿Qué sigue para Hasina y el Awami League?
Sheikh Hasina permanece asilada en India desde agosto. Varias órdenes de captura pesan en su contra por presuntos delitos de asesinato y abuso de poder. El gobierno interino ha solicitado su extradición, pero Nueva Delhi no ha tomado aún una decisión oficial.
Parte de la élite del Awami League ha sido arrestada o está en paradero desconocido. La prohibición de sus actividades impacta directamente en el futuro del partido más longevo de Bangladesh, que durante décadas fue estandarte nacionalista y de independencia.
Balance de poder regional
La inestabilidad en Bangladesh preocupa a sus vecinos inmediatos: India y China. Nueva Delhi, tradicionalmente aliada del Awami League, ha sido cauta en su respuesta. Mientras tanto, Beijing mantiene su estrategia de esperar y observar, aunque sigue invirtiendo en infraestructura a través del Belt and Road Initiative.
Desde Occidente, tanto Estados Unidos como la Unión Europea han llamado a una solución institucional y democrática. Sin embargo, no se han pronunciado abiertamente sobre la prohibición del Awami League, quizás por el historial autoritario del partido y las masacres recientes.
Un país que renace entre las ruinas
Lo que suceda en los próximos meses será decisivo para el futuro político de Bangladesh. Los desafíos son enormes: reconstruir instituciones, procesar crímenes del pasado, enfrentar divisiones ideológicas y celebrar elecciones libres.
En palabras del propio Yunus: “Este no es el fin de una era corrupta, sino el principio de una generación consciente que exige dignidad, justicia y oportunidades”.
Los ojos del mundo están puestos sobre Bangladesh. Lo que parecía un rincón olvidado del sur de Asia se ha convertido en un epicentro de transformación política. Si logra encauzar este momento, podría marcar un precedente regional de cambio genuino guiado por la gente y no por el poder militar o religioso.
Fuentes: Human Rights Watch, ONU DDHH, The Daily Star, Dhaka Tribune, declaraciones oficiales del gabinete interino de Bangladesh.