El primer papa estadounidense: cómo Villanova forjó al nuevo líder de la Iglesia Católica

Cardenal Robert Prevost, egresado de Villanova, se convierte en el Papa Leo XIV y marca un hito histórico para EE.UU. y para su alma mater

Una campana que anunció historia: Villanova, cuna de un pontífice

El mediodía del jueves 8 de mayo de 2025, las campanas de la Iglesia de San Tomás de Villanova no cesaban de sonar. No era Semana Santa ni Navidad. Era algo más insólito. Había sido elegido el primer papa estadounidense en la historia de la Iglesia Católica: el Cardenal Robert Prevost, un egresado de la Universidad de Villanova. Bajo el nombre de Su Santidad Leo XIV, este papa nacido en Chicago y graduado en matemáticas en 1977 de la casa agustiniana ha hecho historia.

Su elección ha generado un tsunami de entusiasmo, orgullo y reflexión dentro y fuera de Villanova, una universidad que ha ganado tres campeonatos nacionales de baloncesto masculino (1985, 2016 y 2018), pero que jamás pensó celebrar en sus filas a un papa.

El Villanova de los años 70: el caldo de cultivo espiritual

Prevost estudió en Villanova en una época de turbulencias sociales, con los coletazos del final de la guerra de Vietnam y una Iglesia Católica tratando de encontrar su equilibrio post-Concilio Vaticano II. En 1977, cuando se graduó, el campus era escenario de actividades que conectaban la fe con la acción social: globos con mensajes contra el hambre mundial, desfiles, carnavales y una apertura intelectual vibrante.

Ese espíritu de activismo y formación sólida acompañó a Prevost en su camino posterior como misionero agustino en Perú, donde permaneció una década, aprendiendo el idioma, las costumbres y compartiendo con comunidades olvidadas por el Estado. Según el Rev. John Lydon, quien vivió con Prevost en ese tiempo, "era un modelo de lo que uno esperaría de un sacerdote: inteligente, humilde, cercano, y profundamente entregado a la fe".

Del aula a la silla de Pedro

Prevost fue prior general de los Agustinos (la orden a la que pertenece Villanova) desde 2001 a 2013. Luego trabajó en Perú y finalmente ascendió a roles clave en el Vaticano. En 2023, fue nombrado Prefecto del Dicasterio para los Obispos, uno de los puestos más influyentes en el gobierno de la Iglesia. Su elección en 2025 como papa simboliza tanto continuidad como renovación.

Villanova lo reconoció muy pronto: en 2014, le confirió un doctorado honoris causa y sostuvo relaciones regulares con él, incluso después de haberse instalado en Roma. El presidente de la universidad, el Rev. Peter Donohue, comenta con orgullo que el Papa abre sus correos electrónicos institucionales frecuentemente. "Desde su elección, no hemos dejado de recibir mensajes de orgullo e incredulidad, incluso de otras universidades católicas", confiesa.

Carisma, cercanía y... pasión por el baloncesto

En el campus, todos parecen tener una historia con el ahora papa. Alumnos que viajaron a Roma y compartieron misa; profesores que conversaban con él por correo; y amigos sacerdotes que vieron su progreso desde Wisconsin hasta Lima. Un detalle curioso es que el papa es fanático del baloncesto y simpatizante declarado del equipo universitario de Villanova. Incluso se viralizó en redes un meme que cambiaba su numeral papal "XIV" por la "V" de Villanova, con el hashtag #WildcatToShepherd.

Además, el Rev. Rob Hagan, uno de los capellanes deportivos más conocidos de Villanova, recuerda las visitas de Prevost durante su formación inicial como agustino. "Era culto, cálido, con una habilidad innata de conectar con todos", dice Hagan.

La alumna Peggy Murray también da testimonio inolvidable: lo conoció durante un viaje a Roma, donde Leo XIV celebró misa para los estudiantes. "Que alguien así recuerde a un grupo de universitarios y decida acompañarlos en oración habla de su humildad y humanidad", relata, visiblemente emocionada por tener un vínculo directo con un papa.

Un líder pastoral en tiempos modernos

El profesor Kevin Hughes, de Estudios Teológicos en Villanova, lo describe como un alma gentil, de escucha profunda y sabiduría vasta. "Nunca perdió el toque pastoral, ese que lo conecta a las personas más allá de la jerarquía", asegura. Este testimonio se alinea con una tendencia cada vez más valorada dentro del liderazgo eclesiástico: escuchar antes que sentenciar, conectar antes que imponer.

Prevost, ahora Papa Leo XIV, más que un administrador de dogmas, representa un puente entre la tradición y los desafíos del siglo XXI. Su paso por aulas matemáticas, estadios deportivos y comunidades rurales en Latinoamérica le da una visión integral poco habitual en líderes papales.

El impacto en Estados Unidos y Villanova

Villanova, fundada en 1842 como una institución católica agustiniana, se basa en los valores de verdad, unidad y amor. Su misión de formar ciudadanos comprometidos con la justicia social parece haber alcanzado su punto más alto al ofrecer al mundo un representante de esas virtudes en el Vaticano.

Para muchos estadounidenses católicos, la elección de un papa de su país representa una cercanía renovada con la Iglesia, que en varias regiones enfrenta desafíos de credibilidad y participación. Según datos del Pew Research Center, en 2022 solo el 21% de los católicos estadounidenses asistían a misa semanalmente, una cifra que cae sistemáticamente desde los años 70. La figura de Leo XIV, accesible, conocido y “americano” en su estilo, podría representar un punto de inflexión.

Por ahora, la comunidad universitaria ha instalado un gran mural con su imagen y los feligreses locales comienzan a peregrinar hacia Villanova como nuevo destino espiritual. El campus ha recibido invitaciones para aparecer en talk shows y documentales. Hasta el deporte encuentra inspiración: los fanáticos predicen que los Knicks —con tres exjugadores de Villanova— podrían ganar el campeonato... ¡por intervención divina!

Una historia aún por escribirse

Desde su sede universal en Roma, Papa Leo XIV ha traído de regreso una parte de Villanova y de Estados Unidos a los pasillos milenarios del Vaticano. Su historia apenas empieza, pero su elección ya marca una era. Una era de cercanía pastoral, formación intelectual rigurosa y una fe profundamente encarnada en lo cotidiano. Desde las aulas de matemáticas hasta el papado: el viaje de Robert Prevost inspira, despierta orgullo, y recuerda que, a veces, los caminos del liderazgo espiritual comienzan con una beca universitaria y un corazón dispuesto a servir.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press