Del abismo a la confrontación: la escalada entre India y Pakistán que pone en vilo a Asia

Una mirada en profundidad al conflicto más tenso entre los dos países desde 2019: ataques militares, muertos civiles, diplomacia en crisis y un peligroso juego de represalias

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Una nueva tragedia en Kashmir: el punto de ignición

El 22 de abril de 2025 marcó un antes y un después en la ya compleja relación entre India y Pakistán. Un atentado en un concurrido resort en Pahalgam, en la región de Kashmir controlada por India, cobró la vida de al menos 26 turistas y dejó una veintena de heridos. Según testimonios de testigos presenciales, los atacantes preguntaban a las víctimas si eran hindúes antes de dispararles, lo cual brinda una sombría pincelada sectaria al crimen.

El grupo autodenominado Kashmir Resistance se atribuyó el ataque. India ha acusado formalmente a Pakistán de respaldar a esta organización, lo cual ha sido rotundamente negado por el gobierno de Islamabad. Lo que siguió fue una espiral peligrosa que ha llevado a ambos países a la posible antesala de una guerra.

Diplomacia rota y represalias inmediatas

  • 23 de abril: India reduce sus lazos diplomáticos con Pakistán, cierra su único paso fronterizo funcional y suspende un tratado de compartición de agua que había sobrevivido incluso a guerras anteriores.
  • 24 de abril: Se cancelan visas mutuas entre ciudadanos. Pakistán responde cerrando su espacio aéreo a aerolíneas indias y suspendiendo el comercio bilateral. Aumenta el temor a una escalada bélica.
  • 25 de abril: Se reportan intercambios de fuego a lo largo de la Línea de Control en Kashmir. La ONU hace un llamado a la moderación.

La sombra de una guerra abierta

Pakistán acusó a India de intentar modificar el flujo de agua compartido entre ambos países —una cuestión especialmente delicada considerando la dependencia agrícola e industrial de ambas naciones del sistema de ríos del Himalaya.

Para abril 30, ya habían ocurrido cinco noches consecutivas de enfrentamientos armados. La posibilidad de un conflicto abierto se volvió más probable cuando el Ministro de Información de Pakistán afirmó tener inteligencia creíble de que India planeaba un ataque militar en las próximas 24-36 horas.

Militarización acelerada: misiles, drones y evacuaciones

En el mes de mayo, los acontecimientos se intensificaron aún más:

  • 1 de mayo: El Secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, inició contactos con ambos países para intentar una mediación.
  • 3 de mayo: Pakistán prueba un misil balístico de 450 km de alcance. India responde bloqueando importaciones pakistaníes y prohibiendo el acceso a sus puertos.
  • 7 de mayo: India lanza un ataque con misiles sobre territorios administrados por Pakistán, matando a 31 personas. Pakistán afirma haber derribado varios aviones indios.
  • 8 de mayo: India lanza drones armados hacia Pakistán, matando dos civiles. Ciudades fronterizas comienzan a ser evacuadas, y se suspenden vuelos en una veintena de aeropuertos indios.

El 9 de mayo, ante la gravedad del conflicto, incluso la principal liga doméstica de cricket en India fue suspendida, un claro indicador del impacto del conflicto en la vida cotidiana de ambos países.

Crónica de un conflicto anunciado: antecedentes y patrón de beligerancia

India y Pakistán han protagonizado tres guerras (1947, 1965 y 1971) y diversos conflictos menores desde la independencia de ambos en 1947. El detonante casi siempre ha sido la región de Kashmir, reclamada por ambos países y donde operan múltiples grupos armados.

En 2019, ya se vivió una escalada significativa con el atentado en Pulwama (Jammu y Kashmir), en el que murieron 40 paramilitares indios. La respuesta de India incluyó ataques aéreos dentro del territorio pakistaní. Desde entonces, la desconfianza ha ido en aumento.

Dice el analista de Asuntos Estratégicos, Bharat Karnad: “Estamos viendo una nueva forma de guerra híbrida: una combinación de enfrentamientos convencionales, guerra psicológica y destrucción económica recíproca”.

Reacciones internacionales: una comunidad impotente

Pese a múltiples llamados a la calma del Consejo de Seguridad de la ONU, de potencias como China, Rusia y la Unión Europea, y de bloques regionales como la SAARC, ninguna medida parece contener esta peligrosa dinámica.

El Grupo de los Siete (G7) emitió en mayo un comunicado exhortando "máxima contención". Sin embargo, ni siquiera la amenaza de una guerra nuclear —ambos países poseen arsenales nucleares desde finales del siglo XX— logra frenar la agresiva retórica y acciones.

Estados Unidos, inicialmente ausente, ha tratado de mediar. La Secretaria de Estado adjunta, Tammy Bruce, reiteró que EE.UU. apoyará cualquier iniciativa bilateral de paz, aunque el actual vicepresidente JD Vance calificó la situación como "ninguno de nuestros asuntos", reflejando una creciente indiferencia estadounidense hacia conflictos exteriores.

¿Un conflicto teledirigido por potencias externas?

Un elemento clave de esta confrontación ha sido el uso de equipamiento militar de alta tecnología, proveniente de diversas potencias:

  • India ha utilizado aviones Rafale franceses, drones Heron israelíes y misiles Akash y BrahMos.
  • Pakistán ha respondido con misiles chinos, cazas JF-17 fabricados con ayuda de Beijing y sistemas antidrone de procedencia turca.

Este “teatro de ensayo” bélico sirve también como vitrina para competidores geopolíticos como China y EE.UU., deseosos de reafirmar su influencia militar o explorar mercados armamentísticos estratégicos.

Civiles atrapados en el fuego cruzado

Mientras los gobiernos se acusan mutuamente, la población paga el precio de la guerra. En Punjab (Pakistán), miles de escuelas fueron cerradas. En India, regiones como Srinagar y Jammu viven bajo toque de queda no declarado, con vigilancia militar total y suspensiones masivas de Internet móvil.

Se estima que más de 80.000 personas han sido evacuadas a lo largo de la frontera desde el 22 de abril. Las cifras de muertos se acercan a las 300 víctimas civiles, incluyendo los fallecidos en ataques cruzados, desplazamientos forzados o falta de acceso a atención médica básica.

“No podemos vivir así; cada noche escuchamos explosiones. No sabemos si al amanecer estaremos vivos”, relató Abdul Qayoom, padre de tres, desde un campo en Rajouri, India.

Una región al borde de la ruptura

El conflicto Indo-Pakistaní no solo es una cuestión bilateral, sino que puede generar una grave disrupción en Asia del Sur, una región que alberga a más de 1.800 millones de personas. Además, cualquier conflicto prolongado entre estos países podría colapsar mecanismos clave como la lucha contra el terrorismo, estrategias climáticas regionales y la frágil economía del sur asiático.

¿Está el mundo listo para soportar las consecuencias de otra guerra entre dos potencias nucleares? Esta escalada parece indicar que el reloj está avanzando peligrosamente hacia una zona roja muy difícil de revertir.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press