Benjamin Morrison: El Renacer de una Promesa en la NFL
El emotivo camino del joven esquinero desde su lesión hasta ser elegido por los Tampa Bay Buccaneers
Un draft que cambió su carrera
La emoción fue imposible de ocultar. Benjamin Morrison, esquinero estrella de la Universidad de Notre Dame, no pudo contener las lágrimas cuando recibió la llamada de los Tampa Bay Buccaneers durante la segunda ronda del Draft 2025 de la NFL. A pesar del momento glorioso, su camino al profesionalismo estuvo marcado por la incertidumbre, el dolor físico y un proceso de recuperación desafiante luego de sufrir una lesión en la cadera en octubre del año anterior.
“Gracias por creer en mí”, le dijo Morrison con la voz entrecortada al entrenador Todd Bowles durante una videollamada que rápidamente se volvió viral por la crudeza emocional y la genuina gratitud plasmada en ella. Para muchos, Benjamin era una selección segura de primera ronda, considerado por varios analistas como el mejor cornerback del país. Sin embargo, la lesión lo envió al puesto 53 del draft, un descenso doloroso pero al final inspirador.
El peso de la lesión y la fe en su futuro
Durante el primer día del rookie minicamp de los Buccaneers, Morrison confesó lo duro que fue el camino: “Sentí que muchas personas se olvidaron de mí. Fue tan difícil la incertidumbre, no saber qué iba a pasar con mi cadera, no saber si podría competir en el Combine. Fue como si se dieran por vencidos antes de tiempo”.
A pesar de no participar completamente en las prácticas del equipo, Morrison sí tomó parte en ejercicios posicionales mientras continúa recuperándose de la operación de su cadera. Pero su determinación es clara, y su fe en que todo sucede por una razón lo mantiene con la mira puesta hacia adelante: “Dios no comete errores”, declaró con convicción.
Un legado familiar y entrenador conocido
El fútbol americano corre por las venas de Morrison. Su padre, Darryl Morrison, también fue defensive back en la NFL y jugó para Washington entre 1993 y 1996. Curiosamente, en su temporada de novato compartió vestuario con el hoy entrenador de los Buccaneers, Todd Bowles. Eso le permitió dar una visión muy honesta a su hijo sobre su nuevo mentor: “Es muy directo, es un buen hombre y realmente se preocupa por sus jugadores”, le dijo.
Esta conexión generacional no solo calmó a Morrison antes de empezar esta nueva etapa, sino que marcó un nivel de confianza interesante entre jugador y entrenador. “Para mí, esa validación cuando entré a las instalaciones fue muy fuerte. Sentí que había llegado al lugar donde debía estar”, aseguró el esquinero de 1.83 m y 86 kg.
El impacto de Morrison en Notre Dame
La carrera de Morrison en Notre Dame fue destacada tanto por sus habilidades defensivas como por su madurez. En 2022, como freshman, logró 6 intercepciones. En 2023, cuando su año fue truncado por la lesión, logró 3 intercepciones y lideró al equipo con 10 pases defendidos. Ese desempeño lo llevó a ser semifinalista del Jim Thorpe Award, uno de los reconocimientos más prestigiosos que se otorgan al mejor defensive back del fútbol americano universitario.
Para Morrison, estar en Notre Dame no sólo lo preparó como jugador profesional, sino como persona: “Entré siendo un niño y salí siendo un hombre”, recordó. Destacó incluso la influencia positiva de compañeros como Cam Hart y Kyle Hamilton, este último hoy estrella defensiva de los Baltimore Ravens.
Una necesidad urgente para los Buccaneers
La llegada de Morrison a Tampa Bay no fue solo una elección emocionalmente significativa, sino una respuesta a una necesidad urgente. Los Buccaneers han sido una de las peores defensivas contra el pase en las últimas dos temporadas, ocupando la cuarta peor posición en yardas aéreas permitidas. Es decir, el equipo pedía a gritos un refuerzo sólido que pudiera aportar desde el primer momento.
La experiencia de Morrison en escenarios de alto voltaje, como su debut universitario en 2022 contra Ohio State, lo transforma en un jugador listo para asumir responsabilidades desde el día uno. “En Notre Dame, juegas en un escenario nacional cada semana. Me preparó para enfrentar a los mejores”, comentó.
Un entorno de presión y expectativas
Convertirse en esquinero en la NFL no es tarea sencilla. Es una de las posiciones más demandantes mental y físicamente. Jugadores como Jalen Ramsey, Marshon Lattimore o Sauce Gardner han demostrado que ser elite en esa posición requiere una combinación excepcional de anticipación, fuerza mental y lectura del juego.
Morrison tiene algo que recuerda a aquellos grandes: instinto. Sus números ya lo demuestran, pero también lo hace su capacidad para adaptarse y cortar rutas complejas, sobre todo en situaciones de cobertura hombre a hombre. Los analistas de la NFL Network han elogiado su paciencia al leer las rutas y su técnica refinada, poco común en jugadores tan jóvenes.
Un proceso de sanación y crecimiento
Si bien Morrison no estará al 100% todavía al iniciar el campamento, todo indica que podría estar listo en las primeras semanas de la temporada regular. Mientras tanto, la mentalidad es clara: mantenerse entrenando, observar, aprender del cuerpo técnico y adaptarse al nivel físico de la NFL, una liga donde cada jugada exige precisión quirúrgica.
“A diario me preparo. Este reto no me asusta, me entusiasma”, afirmó Morrison en rueda de prensa. Su objetivo está en comenzar la temporada como titular, pero sobre todo, en cumplir con lo que su mamá le recordó luego del draft: “Dios te mandó aquí por una razón. Ataca esa razón”.
Morrison, símbolo de una NFL emocional
Lo que hace especial la historia de Benjamin Morrison no es sólo su talento, sino su humanidad. En una liga famosa por su dureza, por el enfoque en la eficiencia y, muchas veces, por ignorar lo emocional, ver a un jugador con esa transparencia conecta con millones de fanáticos.
Desde jugadores veteranos hasta comentaristas deportivos han elogiado la autenticidad de su respuesta al ser elegido. “Hay algo refrescante en ver a un jugador que no tiene miedo de ser vulnerable, de mostrarse agradecido”, dijo el ex linebacker retirado Thomas Davis en NFL Total Access.
En tiempos donde se cuestiona el alma y la moral del deporte profesional, Morrison representa esa chispa de esperanza que recuerda a todos que, antes que atletas, los jugadores son personas. Personas en formación, como él mismo lo repitió durante la semana posterior al draft: “Sigo siendo joven. Aún estoy creciendo. Y tengo mucho por demostrar”.