George Simion: ¿Salvador nacional o peligro para Europa?
El ascenso del líder ultranacionalista sacude a Rumanía en un momento crítico para la democracia europea
Un outsider en el corazón del poder
Desde el majestuoso edificio del Parlamento rumano en Bucarest, George Simion se proclama como la esperanza del cambio. A sus 38 años, este carismático y polémico líder de la Alianza para la Unidad de los Rumanos (AUR) se posiciona como favorito en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 18 de mayo. En una Europa marcada por la incertidumbre política y el auge de las extremas derechas, su candidatura no pasa desapercibida, ni dentro ni fuera del país.
“Yo no formé parte del gobierno, no participé en el golpe contra la voluntad del pueblo”, afirma rotundamente Simion en una entrevista reciente. Según él, su éxito se debe a que representa una ruptura radical con el pasado, lo que le ha valido el respaldo de sectores importantes del electorado desencantado con la clase política tradicional.
El camino hasta el Palacio de Cotroceni
Simion no es un recién llegado. Fundó el partido AUR en 2019, una fuerza que defiende los valores de “familia, nación, fe y libertad”. Tres años después, en las elecciones parlamentarias de 2020, sorprendió obteniendo un 9 %, lo que lo posicionó como la cuarta fuerza política del país. En la actualidad, ya es el segundo partido más grande en el Parlamento rumano.
El contexto social le ha favorecido. Tras la anulación del resultado de las elecciones presidenciales de 2024 por presuntas irregularidades y acusaciones de injerencia rusa, el descontento ciudadano se disparó. De este caos emergió Simion. Ganó con claridad la primera vuelta de las presidenciales reeditadas en 2025, y ahora se enfrentará en segunda vuelta a Nicușor Dan, un matemático reformista con línea pro-europea, antiguo activista anticorrupción.
¿Un nuevo Viktor Orbán en los Balcanes?
La comparación con el primer ministro húngaro Viktor Orbán es inevitable. Mientras que Dan advierte que los rumanos se juegan “una elección entre un rumbo pro-occidental y otro anti-occidental”, los críticos de Simion insisten en su cercanía con la retórica de Orbán y otros líderes populistas europeos.
Siegfried Mureșan, eurodiputado rumano, no deja lugar a dudas: “George Simion no es un político conservador, es un extremista antieuropeo. Su elección pondría en peligro a Rumanía y a la estabilidad europea”. Según Mureșan, Simion carece de un proyecto real y solo sabe explotar el descontento social.
¿El voto de la diáspora, una señal?
Uno de los datos más llamativos de la primera vuelta fue el arrollador apoyo que Simion recibió de la diáspora rumana: 61 % del voto en el extranjero. Esto resulta significativo si se tiene en cuenta que son precisamente los rumanos que han tenido que emigrar por falta de oportunidades quienes ven en él una alternativa.
“Quiero que los rumanos puedan vivir y tener futuro en su tierra, no que tengan que emigrar para pagar impuestos en otros países”, sostiene el candidato. Esta narrativa calza perfectamente con su discurso basado en el patriotismo y la soberanía nacional.
Baneado en Moldavia y Ucrania
Uno de los aspectos más controvertidos del perfil de Simion es su política exterior. Aunque afirma ser defensor de la pertenencia de Rumanía a la Unión Europea y la OTAN, también recalca que “no es bueno para el pueblo rumano estar cerca de Rusia”. Sin embargo, las autoridades de Moldavia y Ucrania le han vetado la entrada por intentar desestabilizar ambos países.
Su oposición a que la OTAN ponga tropas en tierra ucraniana bajo cualquier acuerdo de paz es también motivo de choque con Occidente. “Donald Trump prometió paz, y ahora tiene que cumplirlo”, señala, haciendo una sutil conexión con otro de sus referentes políticos: el expresidente estadounidense.
Un enfoque ultraconservador en temas sociales
Simion también se apoya en valores tradicionales y sociales conservadores, en sintonía con una parte importante de la población rumana y con el respaldo tácito de la Iglesia Ortodoxa Rumana.
Su partido ha sido acusado de ser homófobo y anti-liberal, aunque él niega querer revertir leyes actuales sobre derechos LGBT+: “Es derecho de cada quien amar a quien desee”, dice, para luego añadir que los rumanos son “una nación socialmente conservadora”.
Economía e inversión: ¿populismo con lógica de mercado?
Pese al discurso disruptivo, Simion asegura tener una visión pragmática en lo económico. El líder de AUR afirma que su prioridad es atraer inversión extranjera, reducir impuestos y explotar mejor los recursos naturales de Rumanía.
“No vamos a avanzar como país mientras nuestros jóvenes trabajen afuera. Necesitamos inversiones aquí”, repite constantemente en sus discursos. Aunque este mensaje resuena con la base electoral más empobrecida y rural, los economistas se muestran escépticos sobre si podrá compatibilizar su nacionalismo con el deseo de atraer capital extranjero.
Entre la nostalgia y la rabia poscomunista
Simion, que se declara admirador de la revolución de 1989 que derrocó a Nicolae Ceaușescu, evoca continuamente la lucha por la libertad. Su narrativa gira alrededor de la idea de que Rumanía ha sido traicionada por sus élites desde la caída del régimen comunista.
“Desde 1989, cada vez que los rumanos han querido algo distinto, han sido ignorados”, proclama. Y su promesa es restaurar ese camino democrático que, según él, fue truncado por gobiernos corruptos. Es un discurso con claros componentes populistas, pero que conecta profundamente con una ciudadanía frustrada.
Europa en vilo
La elección presidencial del 18 de mayo no solo marcará un punto de inflexión para Rumanía, sino que también podría tener repercusiones continentales. El auge de la ultraderecha en países como Hungría, Italia y ahora posiblemente Rumanía dibuja un nuevo panorama político en Europa del Este.
Simion podría convertirse en el primer presidente de un país de la UE abiertamente vinculado a movimientos identitarios ultraconservadores, y con una política exterior ambigua en el contexto del conflicto en Ucrania. Esta posibilidad inquieta a Bruselas y a los centros de poder europeos.
En palabras de un diplomático europeo que prefirió el anonimato: “Si gana Simion, la UE tendrá que recalibrar su relación con Bucarest para evitar que se convierta en un agujero negro democrático en el este del bloque”.
A medida que se acerca el día decisivo, Rumanía pareciera debatirse entre convertirse en ejemplo regional de renovación y resistencia democrática o en un nuevo experimento populista que podría alterar el equilibrio geopolítico del continente.