Escalada nuclear entre India y Pakistán: ¿una crisis sin retorno?

El ataque con misiles sobre Cachemira reaviva los temores de una guerra abierta entre dos potencias atómicas

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

La tensión entre India y Pakistán ha alcanzado niveles alarmantes tras los recientes ataques con misiles indios en territorios administrados por Pakistán en Cachemira. Según informaron las autoridades paquistaníes, los bombardeos dejaron al menos un niño muerto y dos heridos, mientras que India asegura haber atacado infraestructura usada por militantes responsables de un reciente ataque terrorista contra turistas. Esta escalada genera gran preocupación en la comunidad internacional y revive fantasmas del pasado entre estos dos vecinos históricamente enfrentados.

Cachemira: el eterno polvorín del sur de Asia

La disputa por la región de Cachemira es uno de los conflictos más antiguos y peligrosos del mundo. Desde la partición del subcontinente indio en 1947, India y Pakistán han luchado tres guerras convencionales principalmente por este territorio que ambos reclaman como propio.

Cachemira está dividida en dos partes: la administrada por India y la controlada por Pakistán. Aunque ambos países reclaman la totalidad del territorio, una Línea de Control (LoC) traza una tensa frontera no oficial, custodiada por tropas de ambos lados.

Históricamente, Cachemira ha sido escenario de insurgencias separatistas y combates armados. Grupos militantes islamistas han operado en la región con el presunto respaldo de sectores del gobierno paquistaní, según señalamientos de India, aunque Islamabad lo ha negado sistemáticamente.

¿Qué provocó el nuevo estallido?

La más reciente escalada comenzó tras el asalto terrorista de abril en la parte india de Cachemira en el cual murieron varios turistas. Aunque ningún grupo reivindicó el ataque, India culpó públicamente a organizaciones militantes con sede en Pakistán, lo cual avivó la retórica bélica.

En respuesta, India lanzó misiles contra objetivos estratégicos en territorio paquistaní, medida que, según aseguró el gobierno de Delhi, tenía por fin destruir centros operativos de grupos armados. Pakistán, por su parte, condenó los ataques como un acto de guerra y advirtió con represalias.

Shehbaz Sharif, primer ministro de Pakistán, declaró que “el enemigo ha realizado ataques cobardes en cinco ubicaciones” y aseguró que su país respondía con contundencia. “Pakistán tiene todo el derecho de responder robustamente a este acto de guerra impuesto por India y se está dando una respuesta fuerte”, expresó.

Dos potencias nucleares al borde del abismo

India y Pakistán no son rivales comunes: ambos poseen armas nucleares. India realizó su primer ensayo en 1974, mientras que Pakistán lo hizo en 1998. Desde entonces, la región ha vivido con el temor constante de que un conflicto convencional escale a un intercambio nuclear.

La última gran escalada sucedió en febrero de 2019, cuando India bombardeó Balakot, una región en el noroeste de Pakistán, tras un atentado suicida en Pulwama reclamado por Jaish-e-Mohammed, grupo con base en Pakistán. En esa ocasión, Pakistán respondió derribando un caza indio y capturando a su piloto. Aunque posteriormente fue liberado como gesto de paz, la tensión rozó un punto sin retorno.

Los analistas temen una repetición de ese escenario: “Una guerra convencional puede escalar rápidamente si uno de los actores siente que su integridad está en riesgo”, señala Vipin Narang, experto en política nuclear del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), en una entrevista para NPR.

El papel de la comunidad internacional

Las Naciones Unidas, Estados Unidos, China y la Unión Europea han llamado a la desescalada inmediata. La ONU ha reiterado su apoyo a una solución diplomática sobre la base de las resoluciones del Consejo de Seguridad 47 (1948) y 80 (1950), que instan a un plebiscito en Cachemira.

António Guterres, secretario general de la ONU, expresó en un comunicado: “Es crucial que ambas partes ejerzan moderación. No podemos permitir que una disputa fronteriza ponga en peligro la estabilidad de toda Asia”.

Estados Unidos, aliado de India en asuntos estratégicos pero también socio de Pakistán en cuestiones como Afganistán y contraterrorismo, ha mantenido una postura ambigua. El portavoz del Departamento de Estado dijo que “ambos países deben evitar acciones unilaterales que aumenten el riesgo de confrontación”.

¿Es posible la paz en Cachemira?

Las perspectivas de una solución negociada siguen siendo frágiles y complicadas. India ha endurecido su postura desde 2019, cuando revocó el estatus especial de Jammu y Cachemira al eliminar el artículo 370 de su Constitución, que garantizaba cierta autonomía en la región. Desde entonces, la represión se ha intensificado y los contactos diplomáticos con Pakistán se han reducido al mínimo.

Pakistán, por su parte, ha usado foros internacionales y la diplomacia multilateral para denunciar la “ocupación” india y buscar apoyos, sin mayor éxito más allá de China y algunos países musulmanes.

La mayoría de los expertos coinciden en que una auténtica solución pasa por el diálogo directo entre las partes, pero esa posibilidad se ve lejana. Las elecciones en India suelen ir acompañadas de un aumento de la retórica nacionalista y la instrumentalización política del conflicto en Cachemira. En Pakistán, la política exterior con India muchas veces no la lidera el gobierno civil, sino el poderoso Establecimiento Militar.

La amenaza silenciosa: el nacionalismo hindú y el islamismo militante

El conflicto actual también debe analizarse en contexto del auge del nacionalismo religioso en ambos países. En India, el partido BJP de Narendra Modi ha promovido una agenda abiertamente hindú que margina a las minorías musulmanas, lo cual ha exacerbado tensiones internas y con Pakistán.

Mientras tanto, grupos extremistas como Lashkar-e-Taiba y Jaish-e-Mohammed siguen operando con relativa libertad en territorio paquistaní, complicando cualquier intento de distensión. Aunque Islamabad niega su respaldo, informes de inteligencia de diversos países indican que reciben entrenamiento y refugio con apoyo de sectores del ejército paquistaní.

Cachemira atrapada en la geopolítica global

La región de Cachemira también es estratégica para China. Pekín controla el área de Aksai Chin (reclamada por India) y está desarrollando el Corredor Económico China-Pakistán, una importante ruta comercial que atraviesa Gilgit-Baltistán. Esto complica aún más el escenario, convirtiendo a Cachemira en un tablero de poderes regionales y globales.

En este polvorín geopolítico, cualquier error de cálculo puede tener consecuencias devastadoras. Según el Instituto de Estudios de Paz de Estocolmo (SIPRI), un conflicto abierto entre India y Pakistán con armas nucleares podría dejar más de 125 millones de muertos en las primeras semanas, además de repercusiones globales por las secuelas climáticas y la inestabilidad económica.

El clamor de la población civil

En medio de discursos políticos y despliegues militares, la voz más ignorada es la de los habitantes de Cachemira, quienes llevan décadas sufriendo violencia, desplazamiento, desapariciones forzadas y represión de ambos lados.

Organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han documentado abusos sistemáticos tanto del ejército indio como de grupos insurgentes en la región. El clamor por una vida en paz, con libertad y sin militarización, sigue sin ser escuchado.

“Los cachemires no quieren ser bandera ni trofeo de nadie”, dijo recientemente el activista Khurram Parvez, quien ha sido perseguido por las autoridades indias por sus denuncias. “Queremos decidir nuestro futuro sin armas apuntando a nuestras cabezas”.

¿Hacia un nuevo equilibrio o una catástrofe inminente?

El futuro inmediato de la región depende de múltiples factores: la moderación de las partes, la presión internacional, el desgaste interno de ambos gobiernos y la voluntad real de resolver el conflicto. Pero hoy, el espectro de una guerra total se cierne nuevamente sobre el sur de Asia, con millones de vidas en juego.

“El mundo no puede permitirse otro conflicto olvidado que escale sin control”, advierte Michael Kugelman, director del programa del sur de Asia en el Wilson Center. “Cachemira necesita más diplomacia, no más misiles”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press