El legado de 'La niña del napalm': ¿importa realmente quién tomó la foto más icónica de la Guerra de Vietnam?

Más de 50 años después, aún hay controversia sobre la autoría de la imagen que cambió la percepción del conflicto bélico. Pero, ¿cambia eso su impacto cultural y político?

Por décadas, la imagen de una niña desnuda corriendo con desesperación tras un ataque de napalm ha sido el rostro de la brutalidad de la Guerra de Vietnam. Captada en 1972, este dramático retrato, conocido mundialmente como 'La niña del napalm', ganó el Premio Pulitzer y se convirtió en uno de los íconos visuales más poderosos del siglo XX. Su autoría ha sido oficialmente atribuida durante 52 años al fotógrafo de la agencia Associated Press, Nick Ut. Sin embargo, una nueva polémica pone en cuestión la autoría de la imagen y sus implicaciones son tanto éticas como históricas.

¿Una verdad en disputa?

En enero de 2024, el documental "The Stringer", presentado en el Festival de Cine de Sundance, lanzó una bomba informativa: que la mítica fotografía no habría sido tomada por Nick Ut, sino por otro fotógrafo llamado Nguyen Thanh Nghe. Este documental sostiene que la agencia AP habría atribuido erróneamente el crédito, alterando con ello no solo la historia del fotoperiodismo, sino también la forma en que esta impactante imagen ha sido percibida por el mundo occidental.

Ante esta acusación, la agencia AP realizó una segunda investigación exhaustiva, publicando un informe de 96 páginas. El resultado: no hay evidencia concluyente para cambiar el crédito de la foto.

¿Importa quién disparó el obturador?

Desde el punto de vista del fotoperiodismo y la ética periodística, la autoría es un tema primordial. La imagen captada el 8 de junio de 1972 muestra a la niña Kim Phuc, entonces de 9 años, huyendo de un ataque con napalm ordenado por las fuerzas survietnamitas. La crudeza de esta escena ayudó a moldear la opinión pública internacional contra el conflicto en Vietnam.

Pero la pregunta fundamental que emerge ahora es: ¿cambia el impacto de la imagen si fue capturada por otra persona?

No es una cuestión menor. Como señala Susan Sontag en su obra 'Ante el dolor de los demás', las imágenes de guerra alteran profundamente la forma en que las sociedades entienden el sufrimiento, el conflicto y la justicia. Un cambio en la autoría podría recontextualizar el valor histórico y político de la fotografía.

Incertidumbre entre negativos y recuerdos

El extenso informe de la AP incluyó revisiones tecnológicas, reconstrucciones 3D de la escena e incluso el análisis de cámaras. Graves inconsistencias brotaron a lo largo de la investigación: la foto habría sido tomada con una cámara Pentax, no con una Leica como Ut había afirmado durante décadas. Además, Nguyen Thanh Nghe aseguró no estar trabajando para NBC el día del ataque, contradiciendo afirmaciones anteriores.

De los diez testigos contactados por AP que estuvieron presentes ese día, solo Nguyen apoya la idea de que Ut no fue el autor. Esta soledad testimonial debilita su versión, aunque el paso del tiempo y la muerte de otros protagonistas ha dejado huecos imposibles de llenar.

No hemos encontrado evidencia definitiva que pruebe que Nick Ut no tomó la foto”, señaló el vicepresidente de noticias globales de la AP, Derl McCrudden. “Y tampoco hemos hallado pruebas irrefutables de que Nguyen la tomó”.

¿Un caso de apropiación cultural o de ilusión narrativa?

Este escándalo revive otras controversias en torno a la autoría de imágenes icónicas. Uno de los casos más recordados es el de “El alzamiento de la bandera en Iwo Jima”, que también ha sido objeto de debates sobre quién estaba realmente en la escena. Las imágenes históricas no solo documentan momentos, sino que también construyen narrativas, mitos y héroes.

Si Nick Ut no tomó la fotografía, ¿merece entonces el Pulitzer que ganó en 1973? ¿Debe considerarse a Nguyen como el héroe invisibilizado del fotoperiodismo vietnamita?

Nguyen sostiene que fue su única foto vendida a un medio occidental, y que luego fue utilizada sin su consentimiento. Esto implica, de ser cierto, una forma de apropiación mediática dentro de una clara asimetría de poder entre reporteros locales y corresponsales extranjeros.

El papel de Kim Phuc en la historia

La niña que lloraba envuelta en llamas químicas hoy es una mujer adulta de 61 años, activista por la paz y ciudadana canadiense. Kim Phuc ha sido vocal sobre su experiencia, y mantiene un vínculo amistoso con Nick Ut. Ambos han compartido escenario con líderes mundiales e incluso fueron recibidos por el Papa Francisco en 2022.

Al escuchar esta controversia, Phuc no se ha pronunciado de forma contundente. Su silencio puede deberse tanto a respeto por los involucrados como a un intento de preservar el legado simbólico de la imagen que marcó su vida.

¿De quién es la memoria?

En el fondo, esta disputa no es solo sobre el crédito de una imagen sino sobre el derecho a narrar la historia. ¿Quién construye la memoria colectiva? ¿Los que vivieron la tragedia o quienes la documentaron y la difundieron?

En palabras del historiador John Berger: “Una imagen fotográfica detiene el tiempo, pero no lo contiene; lo libera”. En este sentido, la fotografía de Kim Phuc ha trascendido al negativo original: se ha convertido en una imagen arquetípica del horror moderno.

Incluso si mañana se descifrara con certeza científica que Nguyen Thanh Nghe fue el autor, la fotografía seguiría ocupando el mismo lugar en nuestra conciencia global. El problema ya no sería sobre la imagen en sí, sino sobre cómo reconocemos y valoramos las historias detrás del lente.

Créditos, premios y justicia simbólica

Nick Ut, quien se retiró en 2017, ha sido un embajador visual de esta imagen. La historia de la foto y su amistad con Kim Phuc han sido contadas en museos, universidades y libros de historia. Sería injusto negar su implicación emocional y laboral en el suceso, incluso si no hubiera sido quien disparó la cámara en el momento justo.

Por su parte, si Nguyen Thanh Nghe dice la verdad, ha sido silenciado por medio siglo. Y eso también requiere una justicia histórica, no solo simbólica, sino periodística.

Lo cierto es que esta fotografía, al igual que muchas otras de nuestro archivo histórico colectivo, seguirá evocando preguntas complejas sobre verdad, visibilidad y representación.

¿Qué debemos aprender?

  • La autoría importa en contextos de reconocimiento profesional y justicia histórica.
  • El impacto de una imagen no cambia por quién baja el obturador, pero sí puede cambiar nuestra interpretación de sus contextos y su ética.
  • Las historias invisibilizadas siguen siendo un punto ciego del periodismo internacional.
  • El fotoperiodismo no es neutro: es una práctica atravesada por relaciones de poder, acceso, y narrativas autorizadas.

Después de cinco décadas, la imagen de “La niña del napalm” sigue siendo un espejo roto de nuestras guerras pasadas y presentes. Su legado persiste, entre preguntas sin respuesta, cámaras olvidadas, y una historia que sigue corriendo bajo el humo del napalm.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press