El déficit comercial récord de EE.UU. y el efecto dominó global: ¿camino hacia una recesión fabricada?

Las nuevas tarifas de Trump disparan el déficit a $140.5 mil millones, aumentan los costos para empresas y consumidores e intensifican la incertidumbre económica mundial

El déficit que rompió récords en marzo

En marzo de 2024, el déficit comercial de Estados Unidos alcanzó un récord histórico de $140,5 mil millones, duplicando casi la cifra registrada en el mismo mes del año anterior, cuando se situaba en $68,6 mil millones. Esta cifra representa la brecha entre lo que EE.UU. exporta al mundo y lo que importa, y marca un hito preocupante dentro de una economía que se enfrenta cada vez más a los efectos de una guerra comercial autoimpuesta.

Según los datos publicados por el Departamento de Comercio, las exportaciones se situaron en $278,5 mil millones ese mes, mientras que las importaciones escalaron a casi $419 mil millones, lo que refleja un incremento de apenas $0,5 mil millones en exportaciones frente a un incremento mucho mayor de $17,8 mil millones en importaciones en comparación a febrero.

Este crecimiento exponencial del déficit no es coincidencia: ocurrió en el contexto de la anticipación por parte de empresas y consumidores a la entrada en vigor de una batería de nuevos aranceles anunciados por el entonces presidente Donald Trump como parte de su agenda de "Liberación Económica".

El día de la “Liberación Económica” y sus consecuencias

El 2 de abril fue denominado por Trump como “Liberation Day”, una fecha en la que se introdujeron nuevos impuestos a la importación que afectaban a casi todos los socios comerciales de EE.UU., con la notable excepción de China, cuyas nuevas tarifas fueron aplazadas. Aunque la Casa Blanca sostiene que estas medidas servirán para reducir el déficit comercial, revitalizar la manufactura nacional y generar ingresos fiscales, numerosos economistas opinan lo contrario.

Michael Klein, profesor de Economía Internacional en Tufts University, menciona:

“Estas políticas arancelarias tienen un impacto directo en los precios internos y en la eficiencia de las empresas que dependen de cadenas globales de suministro. A largo plazo, perjudican más que ayudan.”

En efecto, el alza arancelaria ha provocado que muchas compañías estadounidenses hayan acelerado sus compras del exterior antes de que los nuevos impuestos comenzaran a aplicarse, lo cual explica en parte el incremento vertiginoso de importaciones durante marzo. Según la Oficina del Censo, los pedidos de bienes duraderos manufacturados aumentaron un 9,2% y alcanzaron los $315,7 mil millones.

Una estrategia que encarece el costo de vida

Estos cambios profundos no solo afectan a las balanzas comerciales, sino también al bolsillo de los consumidores. A medida que aumentan los costos de importación y los insumos para las empresas manufactureras, los precios de los productos finales inevitablemente suben.

Desde electrodomésticos hasta productos electrónicos y vehículos, el costo final se transfiere al consumidor. La estrategia también ha generado tensiones con aliados estratégicos, como Japón y Canadá, cuyas industrias también se enfrentan a barreras de acceso a EE.UU. por la imposición de nuevas tarifas.

Impacto económico interno: un primer trimestre para el olvido

Todos estos cambios arancelarios coincidieron con una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) del 0,3% en los primeros tres meses del 2024, la primera caída en tres años. Las importaciones crecieron a una tasa anualizada del 41%, lo cual recortó cinco puntos porcentuales del crecimiento del PIB.

Los analistas esperan que esta tendencia se revierta en el segundo trimestre, pero la volatilidad económica y la incertidumbre política en torno a las tarifas podrían tener consecuencias duraderas. Según el Economista Principal de Wells Fargo, Jay Bryson:

“El aumento en el déficit comercial, combinado con las guerras comerciales, podría provocar una recesión si el consumo se ralentiza y las exportaciones no logran despegar.”

El contexto histórico del déficit comercial en EE.UU.

Para entender mejor este momento crítico, es útil observar la trayectoria del déficit comercial de EE.UU. Históricamente, Estados Unidos no ha tenido un superávit comercial anual desde 1975. La globalización, la deslocalización de la producción y una economía altamente dependiente del consumo interno han ampliado año tras año esta brecha.

En los años 80, bajo Ronald Reagan, los aranceles se redujeron como parte de una ola neoliberal, pero los déficits continuaron creciendo. En los años 90 y 2000, con la creación de tratados como el NAFTA y la entrada de China en la OMC, EE.UU. profundizó más su dependencia de las importaciones.

El intento de revertir esa tendencia con tarifas ahora plantea una nueva cuestión: ¿es posible alinearse con una política proteccionista sin aislarse del mundo?

Las implicaciones globales de las políticas arancelarias de Trump

Cuando la economía más grande del mundo impone tarifas elevadas a sus socios comerciales, el efecto dominó es global. La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha señalado que las guerras comerciales similares entre grandes economías han causado reducciones de hasta el 1,5% del PIB mundial en ciertas fases.

Países con exportaciones clave a EE.UU. —como México, Corea del Sur y Alemania— están evaluando represalias o negociando exenciones. Al mismo tiempo, hay una creciente presión sobre compañías multinacionales para que diversifiquen sus mercados y cadenas de suministro.

Esta incertidumbre dificulta la inversión extranjera directa y afecta el flujo de capitales internacionales, lo cual repercute nuevamente en EE.UU. a través de la volatilidad del dólar y del mercado bursátil.

¿A quién beneficia y a quién perjudica este modelo?

Desde el punto de vista político, la narrativa del proteccionismo puede sonar atractiva para los sectores industriales debilitados. Pero los beneficios son mucho menores de lo que se esperaba. El número de empleos en manufactura solo creció un 0,8% desde la implementación de las primeras tarifas en 2021, mientras que los precios al consumidor subieron un 3,5% en promedio durante ese mismo periodo.

Al mismo tiempo, productores agrícolas y empresas tecnológicas, altamente dependientes de la exportación y los componentes importados, han enfrentado severas crisis financieras. Empresas como Caterpillar y General Motors han reportado márgenes de ganancia a la baja debido al aumento en los costos de producción.

¿Una recesión provocada por políticas internas?

Muchos economistas alertan sobre el riesgo de una “recesión fabricada” desde Washington. Con un crecimiento económico en declive, sector empresarial presionado y consumo a la baja, el camino hacia una desaceleración podría no estar muy lejos.

Si bien el objetivo declarado es sostener el empleo industrial estadounidense, el costo macroeconómico de tales medidas parece desproporcionado. En palabras de Nouriel Roubini:

“El proteccionismo no es una vacuna contra el estancamiento, sino un generador de distorsiones que ralentizan la economía aún más.”

Lo que viene: desafíos y decisiones por tomar

Para los próximos meses, el Congreso enfrenta presión para evaluar el impacto neto de las tarifas y posibles ajustes al sistema tributario comercial. También se espera que socios estratégicos como Canadá y Japón busquen paneles de arbitraje en la OMC para contrarrestar las tarifas.

Internamente, las voces críticas siguen aumentando, desde legisladores hasta grupos de consumidores. La viabilidad política de mantener estas tarifas tan agresivas será un punto clave en el debate electoral de 2024.

En un mundo interconectado, el aislamiento económico puede tener costos superiores a los beneficios ofrecidos. La historia demuestra que el comercio no se detiene, se reconfigura. Y el lugar de EE.UU. dentro de él será determinado por su capacidad de equilibrar seguridad económica con apertura al mundo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press