Afganos olvidados en Qatar: el limbo de quienes ayudaron a EE.UU. y quedaron atrapados tras la suspensión del programa de refugiados

Entre promesas rotas y la sombra del Talibán, más de 1.200 refugiados afganos esperan entre murallas en una base en Qatar, sin saber si alguna vez pisarán suelo estadounidense

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

Por años, miles de afganos arriesgaron sus vidas para colaborar con la misión estadounidense en su país. Hoy, muchos de ellos y sus familias viven en un limbo legal y humano, atrapados en centros de tránsito bajo supervisión estadounidense, a la espera de una promesa que parece desvanecerse.

Una espera interminable bajo el calor qatarí

Negina Khalili llegó con su familia a una base estadounidense en Qatar en enero de 2025, después de vender su casa y pertenencias en Afganistán. Esperaban completar el último paso para comenzar una nueva vida en Estados Unidos. Trece días después, el presidente Donald Trump asumió nuevamente el cargo y suspendió el programa de refugiados, dejándolos a ellos y a otros como ellos, varados.

“Si nos regresan a Afganistán, será un riesgo enorme para mi familia”, clamó Khalili en declaraciones recientes.

El caso de Khalili no es único. Unos 1.200 afganos, según la organización #AfghanEvac, permanecen en la base bajo el control del Departamento de Estado. Más de 200 de ellos son familiares de militares estadounidenses, una cifra significativa que demuestra lo entrelazado que está este problema con los valores estadounidenses de lealtad y gratitud.

¿Quiénes son los atrapados por la burocracia?

Muchos de los afganos retenidos no son simples ciudadanos. Algunos fueron traductores, otros abogados, activistas o profesionales que colaboraron directamente con las fuerzas o instituciones de Estados Unidos durante los 20 años de conflicto en Afganistán.

Uno de los rostros conocidos en el campamento es Saliha (nombre ficticio por motivos de seguridad), una abogada que luchaba por los derechos de mujeres víctimas de violencia. Fundó su propio bufete y ayudó a mujeres a divorciarse, una acción que el Talibán considera imperdonable. Tras la toma del poder por los fundamentalistas en 2021, Saliha y su familia se escondieron hasta que pudieron ser referidos al programa de refugiados.

“Nuestro único pecado fue ayudar a las mujeres de Afganistán, defender a quienes fueron abusadas y violadas”, afirma con voz serena, pero llena de un dolor contenido.

La política migratoria cambia vidas, en segundos

Cuando Trump retomó la presidencia en enero de 2025, firmó una docena de órdenes ejecutivas relacionadas con migración. Entre ellas estuvo la suspensión indefinida del programa de refugiados. Desde ese día, todos los que estaban en proceso se vieron en el limbo: sin la opción de regresar a su país ni de continuar su viaje hacia EE.UU.

Según una fuente del Departamento de Estado que habló bajo anonimato, el programa sigue suspendido a la espera de los resultados de un informe que evalúe su posible reanudación. A la fecha, ese informe sigue sin hacerse público.

El sistema de “lilypads”: una solución frustrada

Bajo la administración Biden, se establecieron las llamadas estaciones “lilypads”, bases intermedias en terceros países (como Qatar) donde los refugiados podían completar los últimos trámites antes de viajar a EE.UU. Muchos afganos llegaron esperando quedarse allí una o dos semanas. Algunos llevan más de un año encerrados.

Los refugiados no pueden salir del recinto sin acompañamiento de oficiales estadounidenses. Viven dentro de lo que fue una base militar reconvertida en centro humanitario. Hay escuela para los niños, un parque improvisado, un gimnasio y pequeños espacios recreativos. Sin embargo, la cotidianidad se tiñe de ansiedad y desesperación al no saber qué paso darán las autoridades.

Sueños truncados y salud mental en deterioro

La ausencia de noticias y la incertidumbre constante tienen consecuencias palpables. Khalili, exfiscal en Afganistán, relata que su familia está cayendo en la depresión. “Están ansiosos, preguntan todos los días qué sucederá. Yo también, paso el día pensando en mi padre, mi hermano, mi madrastra”, cuenta.

Los psicólogos que han trabajado con refugiados saben que el trauma post-conflicto se intensifica en condiciones como estas: cuando no hay certeza sobre el futuro, y el pasado reciente está marcado por la persecución y la violencia.

Una paradoja legal: refugiados aprobados, pero bloqueados

Recientemente, un juez federal ordenó que se admitiera a cerca de 12.000 refugiados previamente aprobados, contradiciendo al gobierno que argumentaba que eran solo 160. La sentencia representa una luz de esperanza, pero queda la duda de cuántos afganos forman parte de ese número y cuán rápido actuará el Departamento de Estado para acatar la medida.

“Es una cuestión de moralidad. Nosotros los trajimos aquí, y ahora debemos cumplir lo que prometimos”, dice Shawn VanDiver, fundador de #AfghanEvac.

El regreso no es opción: la amenaza del Talibán sigue viva

Volver a Afganistán no es una opción viable para muchos. La represión del Talibán ha ido en aumento, especialmente contra quienes trabajaron con gobiernos occidentales, periodistas, activistas de DDHH y mujeres profesionales.

Organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch han documentado numerosas desapariciones, asesinatos y detenciones arbitrarias desde 2021.

“El Talibán ha tocado la puerta de mi padre muchas veces. Preguntaban por mí, decían que había ayudado a mujeres a huir de sus esposos. Tengo miedo de lo que nos harían si regresamos”, relata Saliha.

Pakistán, también cerrando puertas

La crisis de los refugiados afganos no se limita a Qatar. En Pakistán, el gobierno ha comenzado a expulsar masivamente afganos, incluso a quienes estuvieron décadas viviendo allí. En octubre de 2023, el Ministerio del Interior paquistaní ordenó la deportación de todos los inmigrantes afganos ilegales, lo que incluyó a personas que estaban esperando trámite o tenían casos activos en instancias internacionales.

Según cifras de la ONU, más de 600.000 afganos regresaron forzosamente desde Pakistán en los últimos 18 meses.

Mientras tanto, Washington calla

El Departamento de Estado ha dicho que sigue considerando el futuro del programa de reubicación afgano, pero sin plazos claros ni decisiones firmes. Mientras tanto, siguen expresando su apoyo a los “aliados afganos”, pero sin una política concreta para resolver las vidas suspendidas en bases como la de Qatar.

Analistas señalan que Trump podría usar la política migratoria como plataforma en su nueva presidencia, endureciendo más aún los filtros si su base electoral lo exige. Mientras tanto, casos como el de Khalili y Saliha quedan enterrados bajo retórica oficial y silencio diplomático.

Una deuda de honor que sigue sin pagarse

La historia de estos refugiados no es solo una tragedia humanitaria: es una crisis moral para Estados Unidos. Desde hace décadas el país ha ofrecido protección a quienes ayudan en misiones internacionales, un principio que la administración actual amenaza con socavar.

“Ellos confiaron en nosotros. Esto no se trata de caridad, sino de un compromiso adquirido. No cumplirlo es traicionar nuestros valores”, afirma VanDiver.

Mientras transcurren los meses y el calor del desierto qatarí sigue golpeando día a día, las voces de quienes ayudaron a cambiar el destino de un país se ahogan en una burocracia sin rostro. La pregunta no es si merecen entrar, sino cuánto tiempo más podrá Estados Unidos soportar mirar hacia otro lado sin perder parte de su identidad como nación de acogida.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press