Francisco y los pueblos originarios: el legado revolucionario del papa del Sur

Una mirada a cómo el papa Francisco transformó la relación de la Iglesia con los pueblos indígenas, y los desafíos que deja tras su muerte

Una voz desde el Sur para el mundo marginado

La muerte del papa Francisco ha dejado un vacío profundo, especialmente entre quienes históricamente han sido ignorados por la Iglesia católica: los pueblos originarios. En lugares como Chiapas, Amazonas y el Congo, su liderazgo no fue solo espiritual, sino cultural y social. Por primera vez en cientos de años, estos pueblos sintieron que el Vaticano los escuchaba.

Francisco, cuyo nombre secular fue Jorge Mario Bergoglio, asumió el papado en 2013 como el primer pontífice latinoamericano y el primer miembro de los jesuitas en ocupar dicha posición. Desde su inicio, marcó un camino distinto: uno alineado con los más pobres, marginados y excluidos del orden mundial que él mismo denunció como “estructuralmente perverso”.

Chiapanecos con el Evangelio en Tsotsil

En la región chiapaneca de México, comunidades como la de Simojovel sintieron ese cambio desde el altar. El diácono Juan Pérez Gómez —acompañado en misa por su esposa Crecencia López— leyó las escrituras en tsotsil, su lengua materna, y recordó las enseñanzas de Francisco centradas en justicia, derechos humanos y respeto a la Madre Tierra.

En esa pequeña iglesia empapada de simbolismo católico e indígena, se puso de relieve lo que significó Francisco: la integración de cosmovisiones ancestrales a una liturgia que históricamente había combatido toda expresión que no fuese europea. “Pedimos que el trabajo que hizo Francisco no haya sido en vano”, dijo Pérez Gómez.

Del perdón histórico a la acción concreta

En Bolivia, durante su visita en 2015, Francisco pidió perdón por los crímenes cometidos por la Iglesia durante la colonización. Marcial Fabricano, líder mojeño del Amazonas boliviano, rompió en lágrimas. “Somos el último baluarte de las misiones. ... No podemos ser ignorados”, afirmó.

La referencia era a las misiones jesuíticas creadas en la región siglos antes, que Francisco reconoció como un raro ejemplo de aproximación más humana hacia los pueblos originarios. El impacto de esa visita fue más allá de las declaraciones simbólicas: impulsó demandas de respeto territorial y cultural por parte del Estado boliviano.

Una encíclica, una revolución

En 2015 el papa publicó Laudato Si’, una de sus encíclicas más influyentes. En ella denunció la explotación ambiental y humana, y pidió una revolución ética. Criticó la acumulación de riqueza que destruye la Tierra, y urgió a los católicos a apoyar movimientos ambientales y sociales indígenas, llamando a defender sus territorios.

La carta fue bien recibida en comunidades amazónicas, africanas y asiáticas, donde el mensaje papal sirvió para legitimar movimientos que hasta entonces luchaban sin el respaldo de la Iglesia global.

Una misa en maya: una nueva forma de celebrar la fe

Cuando Francisco celebró misa en Chiapas en 2016, rompió moldes milenarios. El padrenuestro fue cantado en tsotsil, las lecturas se hicieron en tseltal y chol, los fieles danzaron en oración y mujeres indígenas participaron desde el altar. Fue la primera vez que el Vaticano permitió tal integración en suelo mexicano.

“Fue un acto no solo litúrgico, sino teológico”, explicó Arturo Lomelí, antropólogo social. “La Iglesia reconoció que no es dueña de la verdad cultural, sino servidora del Evangelio adaptado a cada pueblo”. Esta apertura también se fundó en precedentes africanos: el rito zaireño aprobado en 1988 en el Congo.

Diáconos originarios: recuperar vocaciones truncadas

Francisco resucitó el programa de diáconos en Chiapas que había iniciado el obispo Samuel Ruiz. La iniciativa permite que hombres casados como Pérez Gómez sean diáconos, una figura clave en comunidades donde los sacerdotes no llegan.

La ordenación definitiva de estos diáconos fue bloqueada en 2002 por el Vaticano, pero reactivada bajo el mandato de Francisco en 2014. Así, Pérez Gómez esperó 20 años antes de ser finalmente ordenado en 2022. “Francisco me recordó a jtatik Samuel”, dijo, usando un término tseltal para expresar respeto.

Francisco en el Amazonas: el Sínodo de 2019

En Roma, 2019, se realizó el primer Sínodo dedicado a la Amazonía. Participaron representantes indígenas como Anitalia Pijachi Kuyuendo, mujer del pueblo Okaira-Muina Murui de Colombia. “Por primera vez, sentí que el papa pensaba como nosotros”, dijo. “Escuchó sobre nuestras luchas, sobre el papel de las mujeres. Fue un aliado”.

El Sínodo debatió temas como el celibato, el rol de las mujeres y la necesidad de inculturación. Aunque muchas propuestas siguen en discusión, el solo hecho de incluirlas fue un paso histórico.

Desafíos para el próximo papa

Los pueblos indígenas no solo lloran al pastor. Temen por el futuro. ¿Seguirá el próximo papa el camino de Francisco? ¿Mantendrá la apertura hacia lenguas, símbolos y liderazgos nativos?

Pérez Gómez y su esposa esperan que sí. “Ya no somos objetos, sino personas”, declaró. Y remató, reconociendo a quienes iniciaron ese cambio: “Gracias a jtatik Samuel y a jtatik Francisco”.

Un legado espiritual y político

El legado de Francisco no se limita al corazón de los pueblos nativos. También transformó la geopolítica de la Iglesia. Desde América Latina le habló al Norte Global, trazando una Iglesia que no solo predica, sino que denuncia, acompaña y se compromete. Su énfasis en la ecología integral, que une justicia social con justicia ambiental, redefine el catolicismo del siglo XXI.

Francisco pasará a la historia como el papa que más escuchó a los márgenes. Como el primero en mirar desde el sur hacia el centro. Y como quien allanó el camino, aún incierto, hacia una Iglesia realmente universal.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press