Rain Barrel Village: El alma artística de los Cayos de Florida y su enorme langosta llamada Betsy
Exploramos este encantador rincón de Islamorada, donde artistas locales y visitantes encuentran inspiración entre esculturas, tiendas únicas y una escultura de langosta gigante que no pasa desapercibida
Un refugio para el arte y la creatividad en los Cayos
En el corazón de Islamorada, una de las islas intermedias de los Cayos de Florida, se encuentra un rincón tan único como encantador: Rain Barrel Village. Es un punto obligado para los viajeros que recorren la Overseas Highway y donde la mezcla de arte, historia y comunidad ha creado una experiencia inolvidable. Este lugar no solo atrae por su variedad de tiendas y galerías, sino también por su símbolo más icónico: Betsy, una langosta espinosa gigante, que se ha convertido en uno de los monumentos más fotografiados de toda la región.
Betsy, la langosta más famosa de los Cayos
Betsy no es una langosta cualquiera. Con 9 metros de alto y 12 metros de largo, esta escultura de fibra de vidrio se alza a la entrada de Rain Barrel Village, invitando a los curiosos a detenerse y explorar más allá de su enorme pinza. Creada por el artista Richard Blaze en 1985, Betsy fue originalmente concebida como atractivo para un restaurante local, pero las vueltas del destino hicieron que terminara almacenada hasta su reubicación definitiva en el Village en 2009.
Desde entonces, se ha convertido en una verdadera celebridad local. Según Jennifer Cullen, gerente del lugar y propietaria de la tienda de souvenirs Tipsy Octopus, “la gente ama tomarse fotos con Betsy. Es una gran atracción en la carretera. La adoramos”. No en vano es el segundo lugar más fotografiado de los Cayos después del famoso Southernmost Point en Key West.
Una historia familiar de amor por los Cayos
Rain Barrel Village no es simplemente una serie de tiendas; es el resultado de la visión de Sande Keil y su esposo, quienes compraron la propiedad en 2007. Lo que comenzó como una compra comercial terminó convirtiéndose en una extensión emocional de sus vidas. “Cuando se puso a la venta, no vi un negocio; vi una forma de continuar nuestra historia en los Cayos”, dice Keil.
Apasionada del arte, Keil ha orientado el Village hacia un modelo que apoya a artesanos y pequeños emprendedores, creando una comunidad en la que todos puedan no solo vender, sino también vivir del arte. Rain Barrel recibe su nombre de los antiguos depósitos que proveían de agua potable a las islas, una referencia nostálgica a las tradiciones locales.
Arte vivo en cada rincón
William Purser, dueño de Sculptured Glass, ha sido parte del Village por más de 20 años y es uno de los artistas más admirados por los visitantes, quienes pueden observarlo moldear vidrio fundido en figuras como peces, aves y formas propias de la fauna local. “Todos los artistas aquí tenemos algo en común: seguir creciendo con nuestras obras”, explica Purser.
Esta experiencia dinámica es parte del atractivo. Ninguna visita es igual a la anterior, ya que el inventario cambia constantemente, impulsado por la inspiración del momento. “Si vienes una vez, probablemente volverás. Siempre hay algo nuevo”, asegura el artista.
Una comunidad creativa y libre
Otra figura destacada en el Village es Judith Chesher, propietaria de Art on a Whim, una tienda que exhibe obras de unos 30 artistas distintos de los Cayos. “Intento buscar cosas únicas y diferentes, lo cual no es difícil aquí porque los Cayos están llenos de artistas haciendo cosas raras”, comenta entre risas Chesher.
Para ella, y para muchos otros, el ambiente desenfadado de los Cayos fomenta la creatividad. “Lo bueno de los Cayos es que no te molestan mucho. Solo no rompas leyes graves y ni siquiera tienes que usar zapatos”, añade, resumiendo perfectamente el espíritu bohemio de la zona.
Un destino inesperado que enamora
Muchos visitantes llegan a Rain Barrel Village por pura casualidad. Es el caso de Megan Stennes, quien venía de regreso a Palm Beach Gardens cuando decidió hacer una parada para sacarse una foto con Betsy. “Solo quería una foto con la langosta, y luego descubrí que había todas estas tiendas. Terminamos quedándonos más de lo planeado”, relata.
Además de su impactante escultura y las tiendas, el lugar cuenta con un jardín, cafés y un entorno relajado que invita a disfrutar sin apuro. Es, sin duda, una joya escondida para quienes deciden salirse un poco del camino habitual en busca de experiencias más auténticas.
Impacto cultural y económico
Rain Barrel Village no es solo un atractivo turístico, sino también una fuente vital de ingresos económicos y apoyo para artistas locales. En un estado como Florida, con aproximadamente 131 millones de visitantes anuales (según Visit Florida, datos prepandemia), estos enclaves creativos representan oportunidades únicas no solo para el consumo, sino para la preservación de la identidad cultural.
Las esculturas, pinturas, ropa y productos artesanales vendidos en el Village representan una alternativa al turismo masivo y estandarizado. Aquí cada pieza cuenta una historia, y muchas están inspiradas directamente en el entorno marino, la biodiversidad o el carácter rebelde y libre de los Cayos.
Rain Barrel Village como símbolo de resistencia cultural
Mientras muchas partes de Florida enfrentan una rápida urbanización y gentrificación, espacios como Rain Barrel Village se convierten en bastiones de autenticidad. En lugar de centros comerciales genéricos o parques temáticos, el Village apuesta por la expresión genuina del arte local.
En ese sentido, iniciativas como esta no solo estimulan el turismo cultural, sino que protegen la esencia de comunidades históricas de artistas que han hecho de los Cayos un lugar célebre no solo por sus playas, sino también por su vibrante creatividad.
Un futuro brillante... y con escamas
Betsy sigue vigilante a la entrada, recibiendo a familias, mochileros, jubilados y curiosos. Y mientras las generaciones se suceden, el Rain Barrel Village sigue creciendo en espíritu y conexiones humanas. En palabras de Sande Keil, “hemos creado algo que refleja quiénes somos”. Es esa honestidad y pasión lo que mantiene a este lugar vivo y vibrante.
Así que si alguna vez visitas los Cayos, haz una parada en Islamorada. Con un poco de suerte, Betsy te estará esperando con una gran sonrisa... o al menos un par de tenazas abiertas.