Ethics Bowl: Un nuevo modelo educativo que enseña a debatir sin destruir

Una competencia nacional de filosofía ética entre adolescentes en EE.UU. está transformando la manera en que las nuevas generaciones abordan el pensamiento crítico, el diálogo respetuoso y los dilemas morales

¿Qué es el Ethics Bowl?

En un mundo cada vez más polarizado, donde el debate público a menudo se convierte en una batalla campal de argumentos incendiarios, existe un oasis de respeto y reflexión: el National High School Ethics Bowl. Esta competencia anual celebrada en Carolina del Norte, Estados Unidos, propone una forma distinta de discutir temas complejos, y cada vez atrae a más jóvenes que buscan algo más que solo ganar puntos retóricos: buscan construir entendimiento.

El Ethics Bowl, a diferencia de los tradicionales torneos de debate, no asigna posturas a los equipos. En cambio, presenta casos éticos y dilemas reales para que los alumnos los analicen en profundidad. Lo importante no es ganar, sino demostrar la capacidad de comprender distintas perspectivas, formular argumentos sólidos y participar en un diálogo genuinamente colaborativo.

Orígenes y principios filosóficos

La idea nació en 1993 como una práctica de aula en una asignatura de filosofía impartida por Robert Ladenson en el Illinois Institute of Technology. Con los años, el concepto fue adoptado por universidades y más tarde por escuelas secundarias, fundándose en 2012 la competencia nacional. Ladenson define la comprensión ética como la capacidad de ver una visión del mundo desde el punto de vista del otro. "No se trata simplemente de saber lo que dicen o de dar una ocurrente respuesta de debate, sino de realmente entender desde dónde vienen", sostiene Ladenson.

El formato del evento

Durante la competencia, dos equipos se enfrentan en una discusión estructurada sobre un caso ético. Un equipo presenta su análisis inicial durante seis minutos. Luego, el otro equipo no ataca, sino que pregunta: plantea inquietudes, pide aclaraciones, invita a la reflexión. A esto le sigue una ronda de preguntas del jurado, compuesto por académicos, expertos en ética o incluso representantes de la comunidad. El criterio para evaluar a los participantes no es la victoria dialéctica, sino la profundidad de análisis, la inclusión de múltiples perspectivas y la calidad del diálogo.

Casos que invitan a pensar

Uno de los casos más discutidos fue "See Spot Clone", sobre si es éticamente admisible clonar una mascota fallecida. El equipo de Harpeth Hall de Nashville argumentó que es una práctica centrada en deseos humanos egoístas, ignora el consentimiento del animal, genera riesgos médicos y altera el ciclo natural de la vida. Además, plantearon que adoptar un animal sin hogar sería una opción más ética.

Le tocó replicar al equipo del Archimedean Upper Conservatory de Miami, que no refutó sino que enriqueció el debate: ¿Y qué ocurre con los criadores de mascotas? ¿Acaso querer clonar un animal por amor es necesariamente condenable? Se plantearon nuevas dimensiones del caso, como la clonación para labores de rescate. Todo esto llevó a un análisis más profundo, con respuestas que se alejaban del blanco o negro.

Controversias actuales como terreno de entrenamiento ético

Casos más contemporáneos incluyen la crítica póstuma a figuras públicas, los límites del activismo en redes sociales y dilemas familiares. Por ejemplo, un caso preguntaba si una influencer con millones de seguidores, como Taylor Swift, es moralmente responsable si no motiva a sus fans a registrarse para votar. Otra situación presentaba cómo responder ante comentarios sexistas de un familiar durante una comida, poniéndose a prueba los valores de lealtad, tolerancia y confrontación.

Un espacio libre de combatividad

Pese a tratarse de una competencia, el Ethics Bowl no promueve la cultura de la victoria a toda costa. Los participantes no usan dispositivos electrónicos (ni siquiera notas previas), pero pueden discutir entre ellos antes de hablar, lo que favorece la colaboración espontánea e intensidad intelectual. La atmósfera es informal: agua, Red Bull, ropa sin uniformes estrictos. Todo ello crea un entorno accesible y relajado para tratar temas complejos.

Lizzie Lyman, del equipo de Midtown High School en Atlanta comenta: "No se trata de ganar. Cuando lo que importa es responder constructivamente una pregunta y tener una conversación fascinante, ocurre algo maravilloso".

Impacto tangible en los estudiantes

Una encuesta de 2022 entre los participantes reveló que el 100% de los jóvenes sintieron que sus habilidades de pensamiento crítico mejoraron. Además, una gran mayoría afirmó que sus posiciones éticas o políticas cambiaron. Todo esto sugiere que el proceso de reflexión y exposición a ideas distintas modifica positivamente a quienes participan.

Sona Zarkou, del equipo ganador BASIS Flagstaff de Arizona, admite que cuando debatía solía ser agresiva verbalmente: “En el debate tradicional yo era muy rápida para atacar. Ethics Bowl me ha permitido cambiar esa dinámica por una discusión más respetuosa y basada en la verdad”.

Rompiendo la polarización ideológica

Uno de los logros más notables del Ethics Bowl es que ayuda a superar la división social. Rhiannon Boyd, organizadora del torneo en Virginia, observó cómo dos estudiantes de visiones políticas opuestas no solo formaron parte del mismo equipo, sino que llegaron a las finales nacionales. "Siguieron en desacuerdo en muchos temas, pero ahora son amigos," relata. "Vieron el valor que aportaban las perspectivas contrarias, y eso los hizo más fuertes".

Una alternativa educativa en un mundo necesitado de diálogo

En medio de una realidad sociopolítica cargada de fake news, tribalismo ideológico y agresividad digital, el Ethics Bowl ofrece otra vía: la escucha activa, la empatía racional y la deliberación consciente. Más allá de formar filósofos o abogados, está formando ciudadanos comprometidos.

Alex Richardson, exdirector del torneo nacional, lo resume bien: “Lo importante no es ganar la disputa, sino llegar al corazón moral del problema”.

En tiempos donde todo parece urgente y divisivo, iniciativas como esta nos recuerdan que la democracia depende también de cómo conversamos sobre lo que nos importa.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press