El poder de la poesía en medio del conflicto: Voces que transforman la guerra en arte en Camerún
En una nación fracturada por la guerra civil, los poetas de spoken word emergen como figuras de sanación y resistencia
En medio del caos y el sufrimiento que ha dejado una década de conflicto armado en Camerún, un grupo inusual de revolucionarios ha logrado hacer eco con fuerza: los poetas de spoken word. Lejos de los cuarteles, sin armas ni escudos, ellos portan micrófonos y versos afilados como lanzas.
Poesía entre ruinas: el escenario del spoken word en Camerún
Desde 2016, Camerún se ha visto enfrentado a un conflicto brutal entre separatistas angloparlantes y fuerzas del gobierno central mayoritariamente francófono. Esta guerra ha causado la muerte de al menos 6.500 personas, la mayoría civiles, y ha desplazado a cerca de un millón. Como en todo conflicto prolongado, los mayores perdedores han sido los inocentes.
En este escenario devastador surge una nueva forma de resistencia: la poesía performativa, o spoken word, que se está utilizando no solo para visibilizar los horrores de la guerra, sino también para sanar, educar y construir puentes donde solo hay escombros.
“Penboy” y los sonidos del dolor
Boris Taleabong Alemnge, más conocido como Penboy, es uno de los nombres más reconocidos en esta revolución cultural. Este joven poeta de 24 años estremeció a una audiencia en Buea, al suroeste del país, cuando evocó la muerte sobre un escenario con una figura cubierta con una sábana blanca. Fue solo un performance, pero el impacto fue real:
“El día que mueras, la gente llorará,” recitaba. “Pero eso no detendrá el reloj ni impedirá que las flores florezcan.”
Estas palabras, parte de su álbum más reciente "RED", exploran el trauma colectivo de comunidades que han perdido todo. Su obra inicial, "Natives of the Universe", ya había expuesto temas similares: muerte, pérdida, identidad y humanidad compartida.
Una guerra que también se combate con palabras
La historia del conflicto en Camerún no es solo reciente. Viene marcada por cicatrices coloniales. Tras ser colonia alemana, fue repartida entre Francia y Gran Bretaña después de la Primera Guerra Mundial. Esta división sentó las bases para una herida sociopolítica que aún no ha sanado completamente.
Desde la reunificación en 1961 como estado federal bilingüe, la marginación de la minoría angloparlante —que representa el 20% de los aproximadamente 30 millones de habitantes— ha sido constante. Las tensiones explotaron en 2016 cuando el gobierno intentó imponer el francés en regiones anglófonas, especialmente en escuelas y tribunales. Esto derivó en protestas masivas, fuertemente reprimidas, que dieron paso a una lucha armada.
Cultura en primera línea
Frente a esta violencia, los artistas han optado por tomar un papel protagonista desde el lado humanista. Como dijo una de las asistentes a los eventos de Penboy:
“He visto multitudes quedarse en silencio y luego levantarse como olas. Las palabras tienen el poder de sanar.”
Y es que la experiencia de perder familiares, ver comunidades desplazadas o confrontar abusos como la violación sistemática y el reclutamiento forzado, no encuentra salida en los discursos oficiales ni en las negociaciones de paz. Pero en el spoken word, sí.
Camila: testimonio desde la tragedia
Otra voz destacada es la de Camila, quien lleva sus historias al escenario inspirada por tragedias como el asesinato de Caro Louise Ndialle, una niña de 5 años, tiroteada por un soldado en 2021. Sus recitales no solo son poéticos, son documentos vivos de dolor colectivo.
“¿Cómo olvidar cargar el cuerpo sin vida de nuestra niña con su cráneo abierto como si fuera un trofeo?”
Camila elige no callar. Ella, como muchos otros artistas, ha encontrado en el arte una herramienta de denuncia, catarsis y sanación.
Healing Through Art: un refugio simbólico
Estudios del Journal of Aggression, Maltreatment & Trauma han evidenciado cómo el arte y la narrativa pueden jugar un rol clave en el manejo del estrés postraumático, especialmente en contextos de guerra. La combinación de metáfora, ritmo y comunidad que ofrece el spoken word tiene un impacto emocional poderoso.
Y más allá del diagnóstico psicológico, está lo evidente: se ha convertido en una de las pocas plataformas donde las víctimas pueden hablar abierta y públicamente.
Estudiantes en activismo: sembrando futuro
Penboy también es el motor del proyecto Students In Activism (Estudiantes en Activismo), lanzado en 2024 con la finalidad de empoderar a jóvenes a través del arte. “Muchos han perdido su educación por la guerra”, comenta. Por eso, su objetivo no es solo poético, sino concreto:
“Mi meta aquí no es solo perfeccionar sus habilidades, sino usar el arte para aportar soluciones a sus comunidades.”
En una región donde las escuelas y hospitales han sido quemados por ambos bandos, y donde el acceso a una vida digna es casi imposible, esta iniciativa intenta restaurar la esperanza.
Testigos y denuncias en verso
Las ONG internacionales y medios han documentado múltiples abusos: ejecuciones sumarias, tortura, saqueos, desplazamientos forzados y más. Pero las estadísticas no conmueven al corazón humano como lo hace un poema bien recitado.
Las obras como “Cries Of War” de la poeta Sandra Nyangha claman contra esta insensibilidad:
“Si puedes dar la orden para que la guerra comience, también puedes dar la orden para que termine.”
Es esta la esencia de la protesta poética: exponer, con humanidad, lo inhumano.
Un movimiento que cruza fronteras lingüísticas
Curiosamente, pese a que la guerra divide a Camerún en líneas lingüísticas, el spoken word ha logrado algo raro: unidad. Penboy ha llevado su arte a seis de las ocho regiones francófonas del país, siendo recibido con empatía.
En un país donde las tensiones idiomáticas están tan politizadas, que el arte logre trascenderlas es un acto casi revolucionario. En su recorrido, Penboy ha logrado no solo crear conciencia, sino también generar redes de apoyo intercomunitarias.
Más que arte: una misión cívica
Para estos artistas, el spoken word no es un mero entretenimiento. Es una herramienta de resistencia ciudadana, de ingeniería social desde lo simbólico. Camila lo dice sin rodeos: “Ya que no podemos levantar armas, usamos palabras para cambiar el mundo.”
El movimiento ha desafiado al miedo. El público ya no solo asiste por consuelo emocional. Asiste para demandar justicia, memoria, y por qué no, reparación.
En Camerún, una nación sangrada por la historia y el presente, la poesía ha demostrado que la cultura puede ser trinchera y altar. Que en medio de cenizas, las palabras aún florecen.