Renacimiento o agonía del carbón en Arizona: el futuro incierto de las comunidades energéticas
Entre iniciativas de energías renovables, nostalgia por el pasado minero y promesas políticas, los habitantes de Joseph City y Springerville se aferran a su herencia dependiente del carbón mientras enfrentan un porvenir alimentado por el sol, el gas y la inteligencia artificial.
Un legado forjado en carbón y esfuerzo
Joseph City, Arizona, es uno de esos lugares donde la historia se respira tan densa como el polvo del desierto. Brantley Baird, 88 años, habla con orgullo de su linaje. Su bisabuela ayudó a fundar el cercano pueblo de Snowflake antes de que Arizona se convirtiera en estado. Su infancia transcurrió entre cabalgatas a una escuela de una sola aula y el trabajo con ganado. Hoy, dedica su tiempo a construir un museo lleno de reliquias de aquellos días fundacionales.
Pero la historia de esta comunidad cambió radicalmente con la llegada de las plantas termoeléctricas. Durante décadas, la Planta de Energía Cholla fue el corazón económico de Joseph City. Empleos, impuestos y una identidad comunitaria giraban en torno a sus gigantescas chimeneas de carbón.
Ahora, tras su cierre definitivo en marzo, Joseph City enfrenta un nuevo capítulo: la era post-carbón.
El ocaso del carbón: una tendencia nacional
Cholla no está sola. El cierre de plantas de carbón ha sido una constante en EE.UU. durante la última década. Según la U.S. Energy Information Administration, se prevé un aumento del 65% en jubilaciones de generación a carbón en 2025 con respecto al año anterior. El proyecto más emblemático en esta transición es la planta Intermountain Power en Utah, de 1,800 megavatios, que será reemplazada por una instalación que funcionará con hidrógeno y gas natural.
La imposición de regulaciones ambientales más estrictas ha hecho que mantener operativas estas plantas resulte financieramente inviable. Allí donde el carbón fue económico y abundante, hoy se percibe como una carga ecológica, económica y política.
El contraataque del carbón: promesas desde Washington
Aunque la tendencia parece irreversible, el expresidente Donald Trump intentó revertirla en 2024 mediante órdenes ejecutivas que defendían el "hermoso y limpio carbón". Prometió reabrir Cholla y frenar la retirada de otras plantas como parte de su visión de independencia energética.
Si bien sus declaraciones generaron esperanza en comunidades como Joseph City y Springerville, las empresas operadoras fueron claras: no retornarán al carbón.
"Es muy difícil planificar inversiones multimillonarias basadas en órdenes ejecutivas", afirmó Todd Snitchler, presidente de la Electric Power Supply Association.
Las empresas prefieren apoyarse en el desarrollo de energías renovables y gas natural, que ofrecen mayor retorno a largo plazo y son más aceptadas por los consumidores y reguladores.
¿El futuro es solar?: nuevas oportunidades en la tierra de Baird
A pesar de su historia ligada al carbón, Brantley Baird hoy ve cómo se construye uno de los proyectos solares más grandes del estado justo en sus terrenos. Aunque no le agrada el polvo de las obras, admite que se trata tan solo de otro episodio entre los muchos cambios que ha presenciado.
Y es que el expansionismo solar en Arizona no es novedad. El estado ya ocupa el tercer lugar en generación solar en EE.UU., detrás de California y Texas (SEIA).
Resistencia en Springerville: el viento sopla en contra
A 100 km al este, el pueblo de Springerville es escenario de una batalla muy distinta. La instalación de 112 turbinas eólicas ha provocado rechazo en la comunidad. Las aspas, más altas que la Space Needle de Seattle, generarían un impacto visual que, según habitantes como la alcaldesa Shelly Reidhead, afectaría al turismo.
"Vivimos del turismo. Nadie quiere venir a ver eso", expresó Reidhead. Además, la población teme por trabajos que podrían perderse si se decide desmantelar y no reconvertir su planta de carbón local.
El dilema energético: más allá de Trump y el carbón
Los líderes municipales han manifestado su urgencia por encontrar nuevas industrias antes de que el impacto económico sea completo. El cierre de la planta generaría la pérdida de unos 350 puestos directos, sin contar los indirectos.
Pero incluso con IA y otras industrias emergentes, el panorama no es claro. La alcaldesa Reidhead ve una oportunidad en la creciente necesidad energética que traerá la inteligencia artificial. Según estudios de IEA, tan solo los centros de datos necesitan entre 1% y 2% del consumo global de electricidad actual. Eso aumentará exponencialmente con IA.
"Si no nos montamos ahora, nos vamos a quedar atrás", dijo Reidhead con vehemencia.
¿Y si el carbón regresa?: un análisis técnico
El regreso del carbón no depende solo de políticas federales. Las compañías energéticas se rigen por cálculos más fríos: rentabilidad y sostenibilidad.
Scott Segal, consultor de energía en Washington D.C., lo resume así:
"Los mercados de energía no se mueven por ideología política. Sólo les importa la fiabilidad, el costo y la sostenibilidad".
No obstante, reconoce que en regiones donde ni el viento ni el sol son confiables, el carbón aún tiene un rol técnico que no puede ser remplazado de inmediato.
En busca de un nuevo modelo comunitario
Joseph City, Springerville y muchas otras comunidades del suroeste estadounidense enfrentan un reto existencial. Su identidad está ligada a una industria que el mundo ya no quiere. Pero su ubicación remota, pobreza estructural y baja diversificación económica dificultan la transición.
El caso del Navajo Generating Station, cerrado en 2019 y demolido poco después, dejó cicatrices aún visibles. Con él, el número de desempleados en la reserva se disparó. El mismo destino enfrentan otras plantas como la de San Juan en Nuevo México o la de Coronado (cuya conversión a gas se estudia) en Arizona.
Pero estas tierras también tienen potencial: sol, tierra, gente trabajadora, y amplitud. Si el carbón fue su motor durante 50 años, las renovables podrían serlo para el siguiente medio siglo.
El tiempo se agota, pero la esperanza no
Desde su tienda con banderas americanas y productos que van desde rifes hasta yogur congelado, Andrea Hobson lo resume así:
"Sin la planta, esto sería un pueblo fantasma. Es el corazón de este lugar".
Y sin embargo, ese corazón late ahora al ritmo de nuevas energías, de jóvenes que se capacitan en ingeniería solar, y de políticos que debaten no sólo sobre el carbón, sino sobre un nuevo contrato social.
Baird, cerca de sus 90 años, lo ha visto todo. Consultado sobre el futuro, responde con la sabiduría de quien ha vivido revoluciones tecnológicas y sociales sin perder el equilibrio:
"¿Quién sabe? Es cuestión de esperar y ver".