“Andor” y el Imperio desde las sombras: la burocracia que alimenta la tiranía galáctica
La temporada 2 de “Andor” profundiza en personajes olvidados por la saga Star Wars: burócratas, funcionarios y relaciones humanas distorsionadas por el sistema imperial
Una historia de villanos sin capa, pero con carpeta
En el vasto universo de Star Wars, tradicionalmente los grandes antagonistas han sido figuras imponentes y míticas como Darth Vader o el Emperador Palpatine. Sin embargo, la serie “Andor”, creada por Tony Gilroy, rompe radicalmente con esta tradición para enfocarse en los engranajes más cotidianos —pero igual de peligrosos— del sistema imperial: los burócratas. La narrativa de la serie nos aleja del sable láser para adentrarnos en oficinas polvorientas, decisiones frías y estrategias maquiavélicas de gestión. En suma: el realismo autoritario de la burocracia imperial.
Los personajes Dedra Meero (Denise Gough) y Syril Karn (Kyle Soller) están muy lejos de representar la típica villanía galáctica. Ellos no destruyen planetas desde supersoldados ni lideran ejércitos clon. Son gerentes medios con ambiciones personales y deseos de ascenso en la estricta jerarquía del Imperio. Su historia en “Andor” es un fascinante experimento narrativo y filosófico sobre cómo incluso sin poder absoluto, el cumplimiento ciego del deber puede alimentar un sistema opresor.
Villanos de escritorio: cuando el mal parece rutinario
“Estos villanos están operando en un verdadero espacio gris”, comenta Kyle Soller acerca de su personaje Syril Karn. “Representan un lado del Imperio que nunca habíamos visto antes”. Mientras que George Lucas miró el fascismo desde la distancia de lo mítico, Gilroy lo retrata como algo íntimo y doméstico, mostrando funciones y reuniones estratégicas que traspasan la pantalla por su inquietante cercanía con la realidad.
En la temporada 2, Meero y Karn son arrastrados hacia la represión de un planeta pacífico llamado Ghorman, rico en un mineral necesario para construir la temida Estrella de la Muerte. Allí vemos retornar al villano Orson Krennic (Ben Mendelsohn), figura clave en “Rogue One”, quien en esta historia participa en una reunión secreta estilo conferencia de Wannsee (la tristemente célebre estrategia nazi para el Holocausto), donde deciden minar brutalmente Ghorman sin contemplaciones.
La banalidad del mal en una galaxia muy muy cercana
La escena de dicha reunión gerencial es una suerte de parodia oscura: personas almorzando mientras deciden la muerte o desplazamiento de millones. “Andor” cruza el sci-fi con la historia real para demostrar cómo la tiranía no necesita monstruos sobrenaturales, sino personas obedientes con excusas técnicas.
Gough, actriz irlandesa de 45 años, lo resume así: “Un imperio no puede sobrevivir solo con fuerza bruta, necesita todos estos movimientos maquiavélicos y pequeños efectos mariposa”. Y su personaje lo ejemplifica perfectamente con frases demoledoras como:
“La propaganda solo te lleva hasta cierto punto. Necesitas rebeldes en Ghorman que puedas contar con que hagan lo incorrecto.”
¿El imperio como pandilla o culto?
Denise Gough y Kyle Soller ofrecen una interpretación que trasciende lo sencillo. En sus palabras, la dicotomía fundamental entre el Imperio y la Rebelión va más allá de lo bélico: es emocional, relacional, incluso espiritual. “El imperio es una pandilla”, explicó Gough, “y la rebelión es una tribu. La tribu valora el corazón, la lealtad y los valores; la pandilla los finge”.
La actriz también reflexiona sobre cómo Meero y Karn se sienten funcionales pero desechables en el sistema que defienden. El poder en el Imperio no es garantía de seguridad, sino todo lo contrario: entre más ascienden, más fácilmente pueden ser reemplazados.
Una historia de amor incómoda en un régimen totalitario
Uno de los ángulos más inesperados —y humanos— de la serie es la relación sentimental entre Meero y Karn. Ambos personajes, moldeados por una vida sin ejemplos de afecto genuino, se enredan en una historia de amor tan torpe como inquietante. “Nunca han visto una historia de amor. Han crecido en un ambiente parecido a una secta. Entonces, ¿cómo aprenden a conectarse emocionalmente?”, plantea Gough.
Uno de los episodios más inquietantes muestra una tensa escena entre Meero, Karn y Eedy (la madre de Syril, interpretada por la enigmática Kathryn Hunter), que roza la coreografía teatral por lo incómodo: las miradas cruzadas, los silencios pesados, los pactos sobre el cuerpo dormido de un hombre manipulado por dos figuras autoritarias.
Una tragedia shakespeariana en clave galáctica
La riqueza narrativa de “Andor” reside no solo en lo que ocurre, sino en cómo se muestra. El showrunner Gilroy juega con referencias históricas —como la Alemania nazi o el corporativismo estadounidense— para hacer de la rebelión un acto inevitable más que heroico. En este sentido, “Andor” complementa perfectamente el tono sombrío de “Rogue One”, pero con mayor profundidad psicológica.
“Creo que va a ser muy profundo cuando todo ello se entrelace con 'Rogue One' y la trilogía original”, dijo Soller. “Es literalmente la historia completa del Imperio moderno”.
Una estructura de lanzamiento novedosa
Disney+ ha optado por una estrategia de distribución poco habitual: lanzar grupos de tres episodios cada martes a las 9 p.m. (hora del Este), creando mini-arcos narrativos que permiten construir tensión con mayor intensidad. La temporada finaliza el 13 de mayo, con un clímax de tres episodios que promete cerrar el telón con fuerza.
Fechas de lanzamiento de la temporada 2:
- 22 de abril: Episodios 1-3
- 29 de abril: Episodios 4-6
- 6 de mayo: Episodios 7-9
- 13 de mayo: Episodios 10-12
“Andor”: el único Star Wars donde el miedo viene en forma de junta directiva
En definitiva, “Andor” rompe todos los esquemas de la franquicia. No hay sabios con capucha ni héroes predestinados. Lo que hay, en cambio, es una crítica política profunda, una historia de amor asfixiante y una representación tan brutal como sutil de cómo funcionan los imperios: con hojas de cálculo, con miedo silencioso, con la obediencia de quienes creen que no tienen opción.
“El mal no siempre grita. A veces solo toma notas”, parece decirnos Tony Gilroy. Y eso, en los tiempos que corren, es más aterrador que un sable láser.