Presidentes entre juicios, enfermedades y reformas: el complejo panorama político de América Latina
Bolsonaro, Petro y Collor ilustran tres caras del liderazgo en crisis: salud, justicia y reformas sociales
Latinoamérica en tres capítulos: salud, justicia y reformas
El continente latinoamericano vive momentos de alta tensión política y social, marcados por los recientes acontecimientos que involucran a tres expresidentes: Jair Bolsonaro y Fernando Collor de Brasil, y al actual presidente de Colombia, Gustavo Petro. A través de estos casos podemos ver un reflejo de la fragilidad institucional de la región, polarizaciones ideológicas y el choque constante entre poderes del Estado. Este análisis busca descifrar el impacto de estos tres líderes en sus países, y cómo sus realidades particulares se inscriben dentro de un patrón más amplio en Latinoamérica: la lucha por el poder, la salud de la democracia y, en algunos casos, la salud de los propios líderes.Jair Bolsonaro: entre bisturís y acusaciones de golpe
El expresidente brasileño Jair Bolsonaro se encuentra en recuperación tras una cirugía abdominal de 12 horas para tratar complicaciones derivadas del atentado que sufrió en 2018 durante la campaña presidencial. Este fue el sexto procedimiento relacionado con esa herida. Desde entonces, su salud ha sido fluctuante, lo que lo ha llevado a múltiples hospitalizaciones mientras aún era presidente y después de su mandato (2019–2022). La cirugía más reciente, según sus médicos, ha sido la "más compleja" desde el apuñalamiento. Actualmente ya ha salido de cuidados intensivos y tiene una dieta líquida, pero sin fecha estimada de alta. La salud de Bolsonaro representa un obstáculo significativo para su retorno político, sobre todo cuando el expresidente aún es una figura central para el movimiento conservador brasileño. Sin embargo, como si las complicaciones médicas no fueran suficientes, Bolsonaro también enfrenta acusaciones ante la Corte Suprema de Brasil por supuestamente intentar un golpe de Estado en enero de 2023, cuando manifestantes a su favor invadieron los edificios de los tres poderes en Brasilia. El juicio no solo puede definir su futuro político sino también encender nuevas fracturas en la sociedad brasileña.Fernando Collor: de pionero democrático a reo en casa
Fernando Collor de Mello fue el primer presidente brasileño democráticamente electo tras la dictadura militar (1985), pero dejó un legado profundamente manchado por la corrupción. Fue destituido en 1992 tras denuncias que sacudieron la nueva democracia del país. Décadas después, Collor volvió a caer en desgracia. En 2023 fue condenado por corrupción en el marco de la operación Lava Jato, una de las investigaciones más grandes por corrupción en la historia de América Latina. Se le acusó de facilitar contratos entre una empresa privada y una estatal brasileña para construir depósitos de combustible a cambio de 20 millones de reales (aprox. 3,5 millones de dólares). Aunque fue arrestado el 24 de abril de 2024, el juez del Supremo Tribunal Federal, Alexandre de Moraes, autorizó su paso a arresto domiciliario por razones de salud. Collor, actualmente de 75 años, padece Parkinson, apnea severa del sueño y trastorno bipolar. Este giro pone de nuevo sobre la mesa una vieja discusión en Brasil y otras democracias: ¿deben los políticos corruptos envejecer sin enfrentar prisión efectiva solo por razones médicas? ¿Dónde queda la justicia para los ciudadanos comunes?Gustavo Petro y la guerra laboral: entre el Congreso y las urnas
Mientras tanto en Colombia, el presidente Gustavo Petro intenta concretar una de sus reformas más ambiciosas: una reestructuración de las leyes laborales del país. Tras dos derrotas consecutivas en el Congreso, Petro ha decidido jugar su carta más arriesgada: impulsar un referendo nacional con 12 preguntas clave, incluyendo propuestas como limitar la jornada laboral a 8 horas, el pago doble por trabajo en festivos y la prioridad de contratos indefinidos para asegurar la estabilidad laboral. La estrategia es clara: si el Congreso sigue bloqueando sus reformas —algo habitual dada la falta de mayorías sólidas—, Petro podrá recurrir al pueblo para legitimar su proyecto. Pero esto implica grandes riesgos políticos: para que el referendo sea válido, deben participar más de 13 millones de colombianos (más que en su elección a la presidencia), y más de la mitad debe votar a favor. El contexto es profundamente simbólico: Petro presentó esta iniciativa el Día del Trabajo, rodeado por miles de manifestantes sindicales en Bogotá. "El pueblo quiere votar por su dignidad", dijo. Inclusive llegó a pedir que no se reeligiera a congresistas que voten contra el referendo. La iniciativa también ha sido interpretada como una manera de medir su base electoral antes de las elecciones de 2026. Si fracasa, Petro podría culpar al Congreso por representar intereses oligárquicos y alejarse de su rol de representante del pueblo, como afirma la politóloga Sandra Borda. En cambio, si gana, reforzaría su rol como líder transformador.Una radiografía del liderazgo latinoamericano
Estos tres escenarios —uno de enfermedad e imputación, otro de condena judicial y el tercero de pugna institucional— reflejan distintos rostros de los desafíos que enfrentan los líderes latinoamericanos. Primero, la justicia: Collor y Bolsonaro ilustran cómo la corrupción aún define el destino de muchos políticos en Latinoamérica. La operación Lava Jato sacudió a gigantes como Odebrecht y derrumbó a cientos de líderes, desde Perú hasta Brasil. Y aunque muchos han sido condenados, las sentencias muchas veces terminan con beneficios como el arresto domiciliario. Segundo, la narrativa del mártir: Tanto Bolsonaro como Petro se han refugiado en discursos populistas donde ellos representan la voluntad del pueblo contra elites o "sistemas injustos". Bolsonaro lo hace acusando a la justicia de persecución, mientras Petro busca legitimarse mediante las urnas por encima del Congreso. Tercero, la personalización del poder: Cuando los sistemas políticos fallan, los líderes apelan directamente a la ciudadanía. El referendo de Petro es prueba de que los populismos de izquierda y derecha, aunque opuestos ideológicamente, comparten mecanismos similares para debilitar mecanismos representativos.¿Qué sigue?
América Latina parece estancada en un bucle donde las instituciones enfrentan presiones constantes, ya sea por líderes que enfrentan la justicia o por reformas que buscan pasarse por alto los contrapesos legislativos. En este contexto, el papel de la sociedad civil, los tribunales y la prensa libre se vuelve más importante que nunca. Mientras Petro apuesta por el pueblo, Bolsonaro intenta regresar con una salud precaria y una justicia en contra, y Collor cierra su vida política condenado, los ciudadanos deben preguntarse qué tipo de líderes quieren y cuáles son los riesgos de depositar tanto poder en figuras personalistas. Como dijo una vez el escritor argentino Jorge Luis Borges: "La democracia es una superstición, muy cómoda, de que son los mayores los que deben mandar". Tal vez ha llegado el momento de entender que democracias fuertes no necesitan mesías, sino instituciones firmes, justicia proporcional y población crítica. Este artículo fue redactado con información de Associated Press