Minerales, soberanía y poder: el acuerdo que redibuja el futuro de Ucrania
Una mirada profunda al nuevo trato entre Estados Unidos y Ucrania que podría cambiar el rumbo de la guerra, los negocios globales y la política internacional
Un acuerdo largamente negociado
Después de meses de tensas negociaciones, Ucrania y Estados Unidos firmaron un acuerdo estratégico que podría cambiar el equilibrio geopolítico del este de Europa. El pacto, aún no ratificado por el Parlamento ucraniano, otorga a Washington acceso a minerales críticos y recursos naturales en territorio ucraniano, al tiempo que establece un fondo de reconstrucción pensado para asegurar apoyo militar a largo plazo por parte de EE. UU.
"Hemos creado una versión del acuerdo que proporciona condiciones mutuamente beneficiosas para ambos países", explicó en redes sociales Yulia Svyrydenko, Ministra de Economía de Ucrania. También destacó que el documento reconoce el rol clave de Ucrania en la seguridad global al deshacerse de su arsenal nuclear en los años 90, un punto que quiere resonar con las promesas occidentales de respaldo a largo plazo.
¿Qué incluye el acuerdo?
Los detalles oficiales aún no se han publicado en su totalidad, pero según informes de la oficina del primer ministro y del Ministerio de Economía, el acuerdo cubre minerales estratégicos como elementos tierras raras, litio, titanio y uranio, además de recursos como petróleo y gas natural. Estos no incluyen los ya explotados que generan ingresos actuales para el Estado ucraniano. Es decir, los beneficios dependen del desarrollo e inversión futura.
Un aspecto fundamental del acuerdo es que Ucrania retiene la posesión absoluta de sus recursos, y será el Estado quien decidirá dónde y qué se puede extraer. También se ha confirmado que no hay condiciones de deuda impuestas, por lo que las ganancias no se utilizarán para pagar los apoyos previos de EE. UU., como algunos sectores temían.
Tierras raras: oro moderno para la tecnología
Los elementos tierras raras, un grupo de 17 elementos químicos, son esenciales para la tecnología moderna. Desde celulares, discos duros y aerogeneradores hasta vehículos eléctricos e incluso sistemas de defensa.
China controla actualmente más del 60% de la producción mundial, una dependencia que preocupa enormemente a Occidente. Estados Unidos y la Unión Europea buscan desde hace años formas de reducir su vulnerabilidad y diversificar el suministro. Ucrania, con su potencial aún sin explotar, aparece como una pieza clave en ese rompecabezas.
El interés de Trump por estos recursos no es nuevo. En 2020, su administración ya elaboraba estrategias para competir con Pekín y buscaba aliados con recursos clave. Este acuerdo es la concreción delayed de esos objetivos de “seguridad geoeconómica”.
Así funcionará el fondo de reconstrucción
El fondo de inversión acordado está diseñado para financiar la reconstrucción del país, pero también para actuar como canal de futuras ayudas militares estadounidenses. Administra el fondo de manera bipartita entre Washington y Kyiv, y será respaldado por la U.S. International Development Finance Corporation.
Ucrania invertirá el 50% de las ganancias futuras provenientes de recursos del Estado, mientras que EE. UU. contribuirá con fondos directos, equipos tecnológicos y ayuda militar. Un punto importante es que durante los primeros 10 años, no se retirarán utilidades del fondo, garantizando que los frutos del acuerdo se reinviertan directamente en infraestructura y el sector de recursos naturales.
Inicialmente, se propuso un modelo mucho más favorable para EE. UU., que habría recibido $500 mil millones en ganancias extractivas a cambio de su apoyo durante la guerra. La propuesta fue tajantemente rechazada por el presidente Zelenskyy, quien declaró: “No voy a firmar un acuerdo que será pagado por diez generaciones de ucranianos.”
La minería ucraniana: de promesa dormida a activo geopolítico
La industria minera de Ucrania no ha desarrollado su enorme potencial, en parte por trabas regulatorias y en parte por la falta de información precisa sobre yacimientos. Además, la guerra complica la posibilidad de explorar y explotar los depósitos con seguridad.
Según datos de We Build Ukraine, cerca del 40% de los recursos metálicos se encuentran en zonas ocupadas por Rusia. Esto convierte al 60% restante en un objetivo preferente para inversiones urgentes antes de que avance el frente bélico.
En cifras, la minería representó 6.1% del PIB ucraniano en 2021 y el 30% de sus exportaciones. Ucrania alberga algunas de las mayores reservas europeas de litio, fundamental para la fabricación de baterías, cerámicas y vidrio. También posee grandes cantidades de titanio, vital para las industrias aeroespacial y médica.
Impacto geopolítico: carrera por asegurar aliados e influencias
El acuerdo no sucede en el vacío. La firma coincide con una semana crítica en la diplomacia internacional, según el Secretario de Estado estadounidense Marco Rubio. Las negociaciones de paz están estancadas, y garantizar la cooperación a largo plazo se vuelve esencial para Ucrania, que teme un cambio de tono o política del próximo ocupante de la Casa Blanca tras las elecciones.
Scott Bessent, Secretario del Tesoro, fue tajante al respecto: “Este acuerdo envía una señal clara a Rusia de que la administración Trump está comprometida con un proceso de paz centrado en una Ucrania libre, soberana y próspera.”
¿Quién gana aquí?
Desde una perspectiva crítica, el acuerdo resuelve uno de los mayores desafíos de cualquier relación bilateral: equilibrar intereses económicos con soberanía política. Ucrania logra mantener el control de sus recursos e ingresar capital fresco para reconstruir su infraestructura devastada. A su vez, EE. UU. asegura una fuente alternativa de minerales estratégicos, refuerza su liderazgo en Europa del Este y contrarresta a China en la esfera de los recursos tecnológicos.
En palabras de la economista ucraniana Olena Kurylenko: "El acuerdo convierte a Ucrania en un socio estratégico global, no en un estado subsidiado. En un escenario ideal, cimenta su camino hacia reconstrucción y estabilidad autónoma.”
Por supuesto, aún hay peros. Activistas ambientales temen los efectos no regulados de una acelerada explotación minera, y sectores nacionalistas ven con recelo cualquier influencia externa. Pero la mayoría de los analistas coinciden en que el actual tratado es bastante más favorable que versiones previas congeladas por tensas discusiones diplomáticas.
¿Un pacto para cambiar el curso de la guerra?
Con más de tres años de guerra abierta con Rusia, Ucrania busca desesperadamente no solo armas, sino un entorno económico que le permita no depender eternamente de las donaciones. Este pacto puede convertirse en el motor que impulse una recuperación con base industrial y tecnológica.
No es raro que los conflictos modernos se peleen por recursos. Sin embargo, este acuerdo podría marcar un raro ejemplo de cómo una nación en guerra logra capitalizar sus activos estratégicos sin renunciar a su independencia ni hipotecar su futuro.
Si se ratifica y se implementa adecuadamente, este pacto bien podría convertirse en un modelo para otras naciones en crisis: resiliencia sin sumisión, y reconstrucción con dignidad.