Kashmir al borde del abismo: ¿a un paso de una guerra nuclear entre India y Pakistán?
Análisis de la creciente tensión entre dos potencias nucleares en una de las regiones más volátiles del mundo
La situación en la región de Kashmir ha vuelto a protagonizar los titulares internacionales tras un mortal ataque a turistas que ha encendido las alarmas en el sur de Asia. Este incidente, ocurrido en los primeros días de abril, ha llevado a un nuevo y peligroso deterioro de las ya frágiles relaciones entre India y Pakistán —dos potencias nucleares con una larga historia de conflictos armados, desconfianza mutua y choques fronterizos.
El ataque que lo desencadenó todo
El ataque reciente en el sector administrado por India del disputado territorio de Jammu y Kashmir dejó múltiples víctimas entre turistas indios, algo que ha generado indignación pública y presión sobre el gobierno del primer ministro Narendra Modi para responder de forma contundente.
India no tardó en señalar a Pakistán como instigador o cómplice del ataque, afirmando que grupos armados con base en territorio pakistaní estaban detrás del atentado. Por su parte, Pakistán ha negado toda implicación y acusa a India de crear un escenario pretextual para una posible agresión militar limitada.
Una historia de tensiones acumuladas
Las relaciones indo-pakistaníes se encuentran en su punto más bajo desde 2019, cuando un atentado suicida causó la muerte de 40 soldados indios en Pulwama, también en Kashmir. Al igual que en esta ocasión, India culpó directamente a Pakistán, y como represalia, organizó un ataque aéreo dentro del territorio pakistaní, dirigido presuntamente a campos de entrenamiento terrorista. El incidente acabó con dos aviones indios derribados y un piloto capturado y posteriormente liberado por Pakistán.
Estos sucesos marcaron un nuevo precedente: por primera vez en décadas, India se atrevió a cruzar la línea de control de facto y lanzar bombardeos directos, lo que elevó de manera peligrosa el nivel de confrontación.
El factor nuclear: ¿disuasión o peligro inminente?
Ambos países poseen armamento nuclear, y aunque públicamente su uso ha sido definido como un disuasivo, las doctrinas nucleares de ambos son distintas y, en cierta medida, opuestas.
- India mantiene una política de "no primer uso", lo que significa que utilizaría armas nucleares solo como represalia en caso de ser atacada primero con armamento nuclear.
- Pakistán, en cambio, conserva una doctrina de "disuasión de espectro completo", que incluye el uso de armas nucleares tácticas incluso frente a ataques convencionales que amenacen su existencia como Estado.
Se estima que India posee alrededor de 172 ojivas nucleares, mientras que Pakistán tendría unas 170, e incluso algunas fuentes indican que podría superar las 200. (Fuente: Arms Control Association)
Ambos países intercambian anualmente listas de instalaciones nucleares como parte del acuerdo bilateral de Prohibición de Ataques a Instalaciones Nucleares que han mantenido durante 34 años consecutivos. Sin embargo, ni India ni Pakistán son miembros del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), lo que añade más incertidumbre sobre sus arsenales y protocolos.
¿Un conflicto controlado o el inicio de una guerra?
Históricamente, los enfrentamientos entre India y Pakistán han seguido una pauta: ataques desencadenantes, represalias limitadas o quirúrgicas, y luego una rápida desescalada impulsada tanto por la presión internacional como por intereses domésticos.
Este patrón, sin embargo, no garantiza estabilidad. En este momento, se detectan movimientos preocupantes:
- Pakistán acusa a India de haber violado su espacio aéreo con cazas y drones.
- India ha cerrado decenas de resorts turísticos en el valle de Kashmir, en señal de alerta por nuevos ataques.
- Ambos países han aumentado la actividad militar a lo largo de la Línea de Control (LoC), la frontera no oficial en Kashmir.
Según funcionarios en Islamabad, existe inteligencia creíble que sugiere que India podría lanzar un ataque limitado en los próximos días.
El rostro cambiante del conflicto de Kashmir
El conflicto por Kashmir, que comenzó tras la separación de India y Pakistán en 1947, ha sido el eje de tres guerras convencionales entre ambos países (1947, 1965 y 1971), sumado a innumerables escaramuzas menores.
En agosto de 2019, el gobierno indio revocó unilateralmente el Artículo 370 de su Constitución, que otorgaba autonomía especial al estado de Jammu y Kashmir. Esto fue considerado una provocación grave por Pakistán, que responde a los intereses de la mayoría musulmana de la región.
Desde entonces, el aumento del control militar indio y la represión a movimientos separatistas o insurgentes se ha intensificado, al tiempo que Pakistán apoya a sectores que considera oprimidos en Kashmir.
La presión de la opinión pública y las elecciones
Uno de los factores más peligrosos es el impacto del nacionalismo en la política interior india. Con elecciones generales en el horizonte, el Partido Bharatiya Janata (BJP) de Modi podría usar la tensión con Pakistán como herramienta política, replicando el efecto de 2019, cuando su popularidad se disparó tras el ataque retaliativo en Balakot.
Esto limita el margen de maniobra para la diplomacia. La presión para “dar una lección a Pakistán” crece entre los votantes nacionalistas, dificultando cualquier señal de desescalada.
¿Dónde está la comunidad internacional?
Normalmente, Estados Unidos, China y potencias europeas intervienen diplomáticamente en momentos de tensión en Asia del Sur. Esta vez, la comunidad internacional está dispersa por múltiples crisis globales: Gaza, Ucrania, Sudán... y las repercusiones económicas que acarrean.
Aun así, Marco Rubio, secretario de Estado de EE.UU., ha manifestado que está en contacto con las partes y ha llamado a la moderación. China, que tiene múltiples intereses estratégicos y económicos en la región, instó a ambas naciones a no escalar el conflicto. El G7 también ha sido alertado por India del posible deterioro regional.
¿Quién pierde si estalla una guerra?
Una guerra, incluso limitada, sería devastadora para ambos países. Además del costo humano, podría tener repercusiones económicas severas. India y Pakistán enfrentan desafíos económicos propios, y un conflicto sería un lastre insostenible.
La catástrofe humanitaria en Kashmir sería inevitable. Las regiones fronterizas verían desplazamientos masivos de población, y hay enormes riesgos de que un conflicto limitado se descontrole por errores de cálculo.
Como bien lo dijo el general retirado Vinod Bhatia del ejército indio en 2023: “Una guerra con Pakistán hoy en día no se puede ganar sin una pérdida generalizada. Solo los diplomáticos ganan en estas guerras. Todos los demás solo pierden.”
Un prolongado equilibrio inestable
India y Pakistán han aprendido a vivir con el conflicto de Kashmir como una herida abierta pero contenida. Sin embargo, ahora vemos señales claras de que ese equilibrio está en riesgo. Ambas naciones han cruzado líneas simbólicas —diplomáticas, militares y retóricas— que hacen más fácil caer al abismo que escalar hacia la paz.
Históricamente, la disuasión nuclear ha evitado una guerra total. Pero con tantos factores alimentando el conflicto interno y externo, se corre el riesgo de usar esa misma disuasión como escudo para justificar agresiones a corto plazo creyendo equivocadamente que el otro no responderá con la misma intensidad.
El reloj geopolítico de Kashmir avanza, y con él el temor a que esta vez no haya marcha atrás.