Guerra comercial recargada: qué significa el fin de la exención ‘de minimis’ con China para consumidores y empresas
El fin de la excepción aduanera para productos chinos amenaza con precios más altos, tiempos de entrega prolongados y una transformación profunda del comercio minorista global
Una jugada con implicaciones globales
La decisión del expresidente Donald Trump de eliminar la exención de minimis para paquetes de bajo valor provenientes de China marca un giro trascendental en la ya tensa guerra comercial entre Estados Unidos y el gigante asiático. Esta normativa, vigente desde 1938 y modificada por última vez en 2016, permitía la entrada libre de aranceles de productos valorados en hasta $800 USD, lo que favoreció un auge sin precedentes del comercio electrónico transfronterizo, particularmente alimentado por plataformas como Temu o Shein.
Con cerca de 4 millones de paquetes diarios llegando a EE.UU. bajo esta excepción, la magnitud del cambio es colosal. Desde el 2 de mayo de 2025, los consumidores estadounidenses están obligados a pagar aranceles de hasta el 145% por productos procedentes de China o Hong Kong.
¿Qué es la exención de minimis y por qué importaba?
Originalmente establecida para facilitar la recepción de pequeños paquetes en 1938, la ley de minimis permitía el ingreso sin arancel de artículos cuyo valor no excediera los $5 USD —equivalentes a unos $109 ajustados a la inflación actual. El aumento a $800 USD en 2016 transformó completamente la dinámica del comercio internacional, dando pie a un crecimiento vertiginoso de exportaciones de China hacia EE.UU.
Según el Congressional Research Service, el valor de las exportaciones “de minimis” desde China pasó de $5.3 mil millones en 2018 a $66 mil millones en 2023.
Más allá de Temu y Shein: un cambio estructural
El efecto directo más visible será para los consumidores. Ahora deberán asumir nuevos cargos aduaneros o ver cómo sus productos aumentan de precio sin ninguna advertencia previa.
- Temu ya ha comenzado a listar "cargos de importación" que duplican el valor de algunos artículos.
- Shein, ahora con sede en Singapur, indica que ya incluye tarifas en el precio de venta.
- Amazon se ha mantenido ambiguo, sin mostrar aranceles al lado de sus productos, lo que ha generado críticas desde la Casa Blanca.
A esto se suman tiempos de entrega más largos debido al nuevo proceso de declaración e inspección aduanera, lo que podría transformar la experiencia de consumo masivo como se conoce hoy.
Consumidores cautelosos, negocios en alerta
Ram Ben Tzion, de la plataforma Publican, advierte que el nuevo entorno será difícil de digerir para empresas pequeñas o medianas. El volumen de paquetes procesados por aduanas aumentará significativamente, forzando a los transportistas a absorber la nueva carga operativa. UPS y FedEx han declarado estar preparados, pero la magnitud de la tarea podría generar demoras y disrupciones.
La agencia del Servicio Postal de EE.UU. aplicará bien una tarifa plana de $100 por envío (que aumentará a $200 en junio) o el mismo arancel del 120%, lo cual representa un hito en la política comercial estadounidense.
El impacto en los pequeños negocios
Empresas que habían construido toda su operación alrededor de de minimis ahora deben reinventarse. John Curry, CEO de HAPARI International, un fabricante de trajes de baño de Arizona, había abandonado el modelo de almacén local para operar directamente con el cliente estadounidense desde China. Ahora, contempla seguir pagando el 145% de tarifa “paquete por paquete” esperando una solución más estable entre países.
“Tiene que haber una solución. Ninguno de los dos países puede sobrevivir con este modelo de guerra comercial”, afirmó Curry.
Izzy Rosenzweig, de Portless —empresa que facilita envíos desde China para empresas estadounidenses—, sostiene que muchos negocios migrarán parte de su operación a EE.UU., aunque los que gozan de márgenes de ganancia saludables seguirán operando desde China. A largo plazo, esto podría llevar a más empleo local, sí, pero también a precios más altos para el consumidor.
Ganadores inesperados
Algunos sectores industriales celebran el fin de la exención como un alivio largamente esperado.
Por ejemplo, la Asociación de Fabricantes de Banderas de América denunció en comentarios públicos al portal del Representante Comercial de EE.UU. que productos falsamente etiquetados como estadounidenses provenientes de China habían hecho caer sus ventas entre un 25% y 35% en 2023. Larry Severini, CEO de una planta de bordado en Carolina del Sur, tuvo que cerrar una de sus dos fábricas debido a esta “competencia desleal”.
Una situación similar ocurre con el sector del ciclismo. La Asociación Nacional de Comerciantes de Bicicletas expone que los consumidores a menudo comparan bicicletas de marcas reputadas como Trek con imitaciones en línea que cuestan la mitad pero que no ofrecen garantía, seguridad ni servicio técnico. “La exención de minimis permitía a actores dudosos eludir los estándares que sí seguimos nosotros”, expresó Heather Mason, directora ejecutiva del grupo.
Una jugada política y económica
Donald Trump declaró que esta exención era “un gran fraude contra nuestro país y pequeñas empresas”. En esta nueva ofensiva comercial, los aranceles impuestos son contundentes: 145% sobre productos chinos, a lo que China respondió con tarifas del 125%. Esto sugiere que estamos en una fase intensificada de guerra comercial, con impredecibles consecuencias para el equilibrio económico global.
Según cifras de la U.S. Customs and Border Protection, más del 70% de los 216 millones de paquetes recibidos en los primeros dos meses de 2025 provenían de China. Esto sugiere no solo una interdependencia sino también una enorme vulnerabilidad si el sistema aduanero estadounidense no logra procesar esos paquetes con eficacia bajo las nuevas normas.
¿Y ahora qué?
El panorama es incierto. Consumidores enfrentan precios más altos y tiempos de entrega prolongados. Las empresas que dependían del “dropshipping” desde China están replanteando modelos de negocio. Los transportistas se preparan para una avalancha administrativa sin precedentes y algunos sectores industriales recuperan terreno tras años de pérdida.
No está claro si este cambio estructural traerá beneficios a largo plazo, pero lo que sí es seguro es que alterará profundamente las reglas del juego económico global entre Estados Unidos y China. El comercio electrónico, la inflación, la logística, el empleo y la industrialización nacional se presentan ahora como piezas en un tablero en plena transformación.