Guerra comercial de Trump sacude la frágil recuperación económica de Europa

El crecimiento del 0.4% en la eurozona queda eclipsado por nuevos aranceles estadounidenses que amenazan con frenar la incipiente reactivación

Una aparente recuperación empañada por tensiones comerciales

La economía de la eurozona inició el año 2025 con un prometedor crecimiento del 0.4% en su producto interno bruto (PIB) durante el primer trimestre, según datos oficiales de Eurostat. Esta cifra representa una mejora respecto al 0.2% registrado en el último trimestre de 2024, y fue interpretada inicialmente como un indicio de recuperación tras meses complicados por la inflación y la caída de la demanda interna.

Sin embargo, cualquier atisbo de optimismo fue rápidamente sofocado apenas dos días después del cierre del trimestre, cuando el expresidente estadounidense Donald Trump anunció una nueva ronda de aranceles de hasta el 20% a productos provenientes de la Unión Europea en el marco de su ofensiva comercial internacional.

Pendiente resbaladiza: Europa y su dependencia exportadora

Desde hace décadas, la economía europea depende fuertemente de las exportaciones, siendo Estados Unidos su principal socio comercial fuera del continente. El nuevo paquete de aranceles golpea particularmente a sectores claves como la automoción, los productos farmacéuticos y el acero. Estos aranceles no sólo afectan la competitividad de las empresas europeas en suelo estadounidense, sino que encarecen los productos para el consumidor final en ambos lados del Atlántico.

Empresas como BMW, Volkswagen o Sanofi ya han advertido que los costos adicionales por aranceles podrían alcanzar "cientos de millones de euros anuales", lo cual obliga a muchas de ellas a replantear sus estrategias de precios y distribución.

La espada de Damocles: aranceles temporales y efectos duraderos

Trump implementó una pausa de 90 días para los nuevos aranceles, que él mismo ha denominado "recíprocos" dependiendo de cómo percibe que otros países tratan a Estados Unidos. Según sus declaraciones, el desequilibrio histórico en el comercio debe "corregirse incluso con medidas duras". Pero esta moratoria se presenta más como una táctica de presión diplomática que una tregua con efectos reales a corto plazo.

Las empresas europeas continúan enfrentando los ya existentes aranceles del 25% a las importaciones de aluminio, acero y automóviles. Como ha afirmado Carsten Brzeski, jefe global de macroeconomía en ING, la situación actual "ha borrado por completo el regreso tentativo del optimismo en la eurozona".

Indicadores en picada: la confianza se deteriora

El indicador de sentimiento económico de la Comisión Europea cayó a 93.6 en marzo, su nivel más bajo desde diciembre. Una economía sin confianza —por parte de consumidores ni empresarios— tiende a paralizar la inversión y el consumo, dos motores vitales del crecimiento económico.

"A menos que haya un cambio importante en la política comercial de EE.UU., tanto el sentimiento como la actividad económica en la eurozona se mantendrán apagados en los próximos meses", agregó Brzeski.

Rayos de esperanza: estímulos internos y bajos niveles de inflación

Pese al panorama internacional convulso, internamente algunos indicadores permanecen sólidos. La tasa de desempleo en la eurozona permanece en un nivel históricamente bajo del 6.1%. Además, la inflación ha caído a 2.2%, lo que ha permitido que el Banco Central Europeo lleve a cabo su política de relajación monetaria, reduciendo la tasa de interés de referencia en siete ocasiones consecutivas, la más reciente el pasado 17 de abril.

A esta medida se suma un significativo estímulo fiscal: el Bundestag alemán aprobó la creación de un fondo de inversión de 500.000 millones de euros, que estará exento de las reglas constitucionales de limitación de endeudamiento. Este fondo abre la puerta al financiamiento de infraestructura, innovación y transición energética, pilares fundamentales para el crecimiento sostenible.

Alemania: gigante en apuros

Sin embargo, el panorama no es igual de alentador para todos. Alemania, la economía más grande de la eurozona y a menudo vista como su motor, viene enfrentando dificultades persistentes. El gobierno saliente del canciller Olaf Scholz ha reducido su proyección de crecimiento a 0% para el año, tras registrar dos años consecutivos de contracción económica.

La situación se verá reconfigurada políticamente este 6 de mayo, cuando se espera que el Parlamento elija a Friedrich Merz, líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), como nuevo canciller tras su victoria electoral en febrero. La CDU ha prometido impulsar aún más el crecimiento a través de mayores incentivos fiscales y desregulación.

Guerra comercial como herramienta de poder

La política de aranceles de Trump se ancla en la premisa de que "una guerra comercial es fácil de ganar", como afirmara en 2018. Pero experiencias anteriores, como la guerra comercial con China, demostraron que los efectos son menos lineales de lo que parecen. Ambas partes suelen salir perjudicadas y los mercados globales resienten el aumento de la incertidumbre.

Actualmente la balanza comercial entre EE.UU. y la UE supera los 900.000 millones de dólares anuales, y aproximadamente 15 millones de empleos en Europa dependen directa o indirectamente de esta relación. Romper ese equilibrio puede tener consecuencias sistémicas a largo plazo.

Los consumidores, las verdaderas víctimas

Uno de los efectos más palpables de los aranceles es el aumento en los precios al consumidor. Al ser los importadores quienes deben pagar estas tasas, muchos optan por trasladar ese costo al comprador final. Esto significa productos más caros en supermercados, concesionarios y farmacias, afectando gravemente el poder adquisitivo y la demanda interna.

Según la Federación Alemana de Comercio Minorista, los precios de productos importados desde EE.UU., como tecnología o piezas de automóviles, podrían encarecerse hasta un 18% en los próximos meses si los aranceles continúan.

Retrospectiva histórica: ¿un déjà vu?

No es la primera vez que los aranceles agrietan la economía global. Durante la Gran Depresión, la Ley Smoot-Hawley implementó aranceles masivos en EE.UU. que provocaron una piretra respuesta por parte de sus socios comerciales, intensificando un colapso económico global. Las lecciones de la historia parecen ignoradas en el clima geopolítico actual, más centrado en el nacionalismo económico que en la cooperación multilateral.

¿Qué esperar de aquí en adelante?

Las próximas semanas serán claves. La UE ha manifestado su intención de negociar un alivio parcial de los aranceles, pero enfrenta un complicado ajedrez geopolítico. El uso del comercio como arma política amenaza con erosionar décadas de integración económica global construida con esfuerzos multilaterales.

Mientras tanto, el ciudadano europeo promedio seguirá pagando el precio de una economía entrelazada con tensiones externas que parece vivir en estado de standby constante. En este contexto, restaurar la confianza y buscar alternativas comerciales más resilientes parece no solo urgente, sino imprescindible.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press