Las elecciones canadienses sacuden el tablero político: ¿Trump el gran perdedor indirecto?
El triunfo de los liberales de Mark Carney y la caída de Pierre Poilievre marcan una nueva era para Canadá, con el fantasma de la influencia de Trump aún merodeando
Una victoria inesperada en el norte
En un giro electoral que pocos vaticinaban hace tan solo unos meses, el Partido Liberal de Canadá, liderado por el exgobernador del Banco de Inglaterra y del Banco de Canadá, Mark Carney, logró imponerse en las elecciones federales. Aunque aún falta por ver si conseguirán la mayoría absoluta en el Parlamento, el resultado representa una derrota significativa para el populismo conservador y el estilo político importado desde el sur de la frontera.
Hasta que el presidente estadounidense Donald Trump puso a Canadá en el centro de sus agresivos discursos en medio de amenazas de anexión y guerra comercial, el líder conservador Pierre Poilievre parecía encaminarse hacia la victoria. Pero lo que parecía una imitación exitosa del modelo "America First" terminó siendo una receta para la pérdida de su propia banca parlamentaria.
¿Quién es Mark Carney y por qué suena tan distinto?
Mark Carney, aclamado tecnócrata y figura reconocida en la política monetaria internacional, asumió el liderazgo del Partido Liberal tras la salida de Justin Trudeau. Trudeau, tras casi una década al mando, vio su popularidad caer por la inflación y el aumento del costo de vida. Carney llegó con otra imagen: un perfil serio, técnico, y una narrativa patriótica sobre la amenaza real que representa la política estadounidense de Trump para la soberanía canadiense.
En su discurso de victoria, Carney fue enfático:
“Ya superamos la conmoción de la traición estadounidense, pero no debemos olvidar las lecciones. Trump quiere romper a Canadá para apropiarse de nuestros recursos, tierra y agua. Pero eso nunca sucederá.”
Esta narrativa movilizó emocionalmente a millones de canadienses, que acudieron a las urnas de manera anticipada. Un récord de 7,3 millones de votos anticipados se emitió antes del día oficial de elecciones, una cifra significativa que puede haber inclinado la balanza.
La implosión de Pierre Poilievre
Poilievre, que durante meses encabezó encuestas, se presentó con un estilo agresivo, muy similar al de Trump. Usó el lema "Canada First" y convirtió la campaña en un ataque constante contra el legado de Trudeau. Sin embargo, ese tipo de populismo no se tradujo bien ante una ciudadanía harta de la polarización.
Fue derrotado en su propio distrito, un símbolo del colapso de una campaña que prometía el regreso del conservadurismo fuerte. En palabras del analista político Daniel Béland:
“Perder tu banca cuando parte de tu partido te considera la razón del fracaso electoral es un golpe casi mortal.”
Bélan también advierte que si decide quedarse como líder, tendría que competir en otro distrito, un dilema político profundo para los conservadores.
La tensión bilateral con Estados Unidos
Uno de los mayores catalizadores en estas elecciones fue la relación Canadá-EE.UU. bajo la administración Trump. Desde tarifas comerciales hasta declaraciones provocadoras como “Canadá debería ser el estado número 51”, el actual presidente estadounidense alimentó un sentimiento nacionalista canadiense que favoreció a Carney.
Trump escribió el día de las elecciones:
“Tiene sentido sólo si Canadá es un estado, porque ahora la estamos subsidiando”.
La respuesta de la opinión pública fue inmediata: cancelaciones de viajes, boicots a productos estadounidenses y una participación récord en las urnas.
Un Parlamento fragmentado y desafíos por venir
El Partido Liberal ganó 168 escaños de los 172 necesarios para la mayoría, según proyecciones preliminares antes de contar los votos especiales. Si no se alcanza el número mágico, Carney tendría que buscar aliados, probablemente recurriendo al apoyo temporal de partidos como el Bloque Quebequés (separatista) o los debilitados Nuevos Demócratas (NDP).
Estos últimos vieron una caída importante, con su líder Jagmeet Singh anunciando su renuncia tras ocho años al frente del partido.
Desafíos inmediatos del nuevo gobierno:
- Responder a una posible escalada en la guerra comercial con EE.UU
- Mantener programas sociales como el cuidado dental
- Bajar impuestos a la clase media
- Regular niveles de inmigración
- Proteger y financiar a la cadena pública CBC
¿Se acabó la luna de miel entre Canadá y EE.UU.?
Desde la Segunda Guerra Mundial, Canadá y Estados Unidos han compartido un entendimiento económico, comercial e incluso cultural. Carney fue claro en que ese sistema ha terminado:
“Nuestro mundo cambió fundamentalmente. Lo que existía antes, ya no existe.”
Con más del 75% de sus exportaciones dirigidas al mercado estadounidense, Canadá depende profundamente de ese lazo. Pero si Trump mantiene su camino y gana otro mandato, la presión para diversificar las relaciones comerciales —quizás con Europa o Asia— se hará imperativa.
La geopolítica se cuela en las urnas canadienses
No desde 1988 se había visto una elección canadiense tan dominada por los asuntos exteriores. En aquel momento, fue el Tratado de Libre Comercio con EE.UU.; hoy, es una mezcla entre soberanía, amenazas directas y la percepción de intromisión estadounidense.
Analistas como Nelson Wiseman pronostican que este nuevo escenario puede consolidar un bloque centrista liderado por Carney, en busca de estabilidad institucional frente a las olas populistas que llegan desde Washington.
¿Un nuevo modelo para la izquierda moderada?
Muchos observadores internacionales miran el caso canadiense como un posible modelo a seguir para el progresismo en tiempos de auge populista. Lejos de la retórica antifascista o de la cultura “woke”, Carney articuló un mensaje serio, pragmático y patriótico.
Con ello, atrajo tanto al votante tradicional liberal como al votante indeciso que se alejaba del estilo ‘Trudeau’. Apostó por apelar a la dignidad nacional, sin renunciar a políticas sociales clave ni al respeto por las instituciones democráticas.
Una combinación que, al menos por ahora, resultó victoriosa.