La amenaza invisible: cómo los aranceles de Trump y la IA generativa están redefiniendo la economía y la ética
Desde la incertidumbre empresarial por políticas comerciales hasta los dilemas morales del uso malicioso de la inteligencia artificial, EE.UU. enfrenta nuevos frentes de batalla en economía y tecnología
Vivimos una era marcada por la disrupción. La tecnología y la política económica están ejerciendo presiones sin precedentes sobre sectores cruciales de la sociedad. Esta semana, dos fenómenos aparentemente desconectados —los aranceles impuestos durante la administración de Donald Trump y la creación maliciosa de audios deepfake mediante inteligencia artificial— ilustran cómo las decisiones políticas y los avances tecnológicos pueden alterar profundamente tanto la economía como la vida cotidiana. Este artículo analiza estos dos temas desde una perspectiva crítica y reflexiva.
Aranceles de Trump: una espada de doble filo
Desde que asumió la presidencia en 2017, Donald Trump adoptó una política proteccionista basada en imponer altos aranceles a productos provenientes de países considerados “no equitativos” en sus relaciones comerciales con Estados Unidos. Inicialmente, estos aranceles, muchos del 25%, estaban dirigidos a China, pero luego se extendieron a Europa, México y Canadá.
Entre los sectores más afectados se encuentran:
- Industria alimentaria: Compañías como Kraft Heinz citan la presión inflacionaria y la necesidad de subir precios debido al incremento en costos de importación de insumos básicos.
- Aerolíneas: JetBlue, por ejemplo, retiró su previsión financiera del año debido a la caída en la demanda de viajes provocada por el temor económico generalizado.
- Sector automotriz: General Motors enfrenta una reevaluación de sus proyecciones debido a los aranceles impuestos a los autopartes, que cruzan varias fronteras durante el proceso de ensamblado.
- Bebidas gaseosas: Coca-Cola y PepsiCo, que dependen del aluminio para sus latas, ya enfrentan un arancel del 25% sobre este metal, lo que podría derivar en cambios significativos de empaques e incluso estrategias comerciales completas.
El CEO de Kraft Heinz, Carlos Abrams-Rivera, mencionó: “Estamos monitoreando de cerca los impactos potenciales de presiones macroeconómicas como los aranceles y la inflación”. Estas declaraciones reflejan un entorno de profunda incertidumbre económica. Al mismo tiempo, el presidente de JetBlue, Marty St. George, admitió que las reservas de vuelos se deterioraron notablemente entre enero y marzo de 2024, una señal de la fragilidad del consumo en un ambiente económico tenso.
Más allá de la economía: el uso alarmante de la inteligencia artificial generativa
En un hecho sin precedentes, Dazhon Darien, exdirector de atletismo de una secundaria en Baltimore, fue condenado a cuatro meses de cárcel por crear un deepfake racista y antisemita de un director escolar. Usó software de inteligencia artificial para clonar la voz de Eric Eiswert, principal del instituto, y así fabricar un audio con expresiones de odio hacia estudiantes afroamericanos y la comunidad judía.
Este escándalo ha generado una ola de indignación y ha abierto un debate crucial: ¿dónde está el límite ético en el uso del poder de la IA?
Expertos han advertido durante años sobre el poder destructivo de la inteligencia artificial cuando cae en las manos equivocadas. Casos recientes también incluyen:
- Robocalls que imitaban la voz de Joe Biden tratando de confundir a votantes en elecciones primarias.
- Estafas telefónicas simulando voces de niños secuestrados para extorsionar dinero a sus padres.
Según el Instituto Brookings, más del 60% de los estadounidenses no confían en la veracidad del contenido generado por IA. La desinformación y el miedo son una combinación explosiva, y este incidente lo deja claro.
La reacción legislativa: lento avance frente a la amenaza inminente
Si bien algunos estados han intentado, con escaso éxito, aprobar leyes que regulen el uso de la IA en contextos como elecciones o reproducción no autorizada de voces, el caso de Darien ha evidenciado un vacío legal enorme. En Maryland, una ley que prohibía la creación de audios falsos no logró superar la discusión legislativa, algo que fiscales como Scott Shellenberger califican como una gran omisión con graves consecuencias.
Mientras tanto, Eiswert presentó una denuncia contra el distrito escolar por negligencia en el proceso de contratación, ya que Darien habría proporcionado certificaciones académicas falsas y antecedentes escandalosos como intento de fraude con fondos escolares.
Minería submarina: el nuevo campo de batalla entre corporaciones y el derecho internacional
Simultáneamente, una empresa canadiense, The Metals Company, ha solicitado —a través de su subsidiaria estadounidense— autorización para iniciar extracción comercial de minerales del lecho marino. Esto, sin recurrir a la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), el organismo de la ONU que regula estas actividades en aguas internacionales.
La empresa busca explotar zonas profundas ricas en níquel, cobalto, cobre y manganeso —minerales claves para baterías de autos eléctricos y otras tecnologías verdes— ubicadas principalmente entre Hawai y México (zona Clarion-Clipperton).
La ISA ha calificado esta maniobra como una violación directa del derecho internacional, afirmando que cualquier exploración o explotación en aguas internacionales debe contar con su autorización, y que las disposiciones del Convenio de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar aplican incluso a países no firmantes, como Estados Unidos.
“Este esfuerzo unilateral estadounidense por apropiarse del océano Pacífico ya enfrenta una feroz oposición internacional”, declaró Ruth Ramos, de Greenpeace.
¿Qué tienen en común estos tres temas?
Puede parecer que las políticas arancelarias, los abusos de la inteligencia artificial y la minería del lecho marino pertenecen a mundos distintos. Sin embargo, hay un hilo conductor: el debilitamiento de reglas claras y la creciente ambición tecnocrática sin frenos éticos ni legales.
- En el comercio: empresas como GM, JetBlue y Coca-Cola operan ahora en un campo de juego desigual, donde la planificación se vuelve casi imposible.
- En la tecnología: actores malintencionados pueden destruir reputaciones personales con solo unos minutos de grabación.
- En el medio ambiente: corporaciones mineras desafían normas internacionales alegando vacíos legales para iniciar operaciones en zonas aún no reguladas.
Lo que está en juego no solo son ganancias empresariales o innovaciones tecnológicas, sino la confianza pública, la estabilidad internacional y los derechos humanos básicos.
Perspectivas para el futuro cercano
A corto plazo, es probable que se vea un endurecimiento de las legislaciones a nivel estatal y federal para regular el uso de la inteligencia artificial, especialmente en año electoral. Activistas presionan para que leyes como las que fracasaron en Maryland cuenten con apoyo bipartidista en futuras sesiones.
En el frente económico, las compañías multinacionales deberán invertir en resiliencia de sus cadenas de suministro y reciclaje de materiales, mientras crece el temor de una nueva “guerra comercial” si se reactivan los aranceles elevados tras posibles cambios de gobierno en EE.UU.
Finalmente, la minería oceánica promete convertirse en un nuevo punto caliente geopolítico, donde convergen el apetito empresarial, las necesidades ecológicas y la soberanía internacional. La comunidad científica ha advertido que puede ser catastrófico alterar ecosistemas que regulan el clima mundial sin evaluación previa de impacto ambiental.
Vivimos, sin duda, en “tiempos inciertos”. Pero cada uno de estos frentes —económico, tecnológico y ambiental— requiere algo más que precaución: exige responsabilidad, cooperación global y una ética renovada capaz de contener el poder que ahora tenemos en nuestras manos.