El Washington Post resurge en medio del caos: ¿puede el periodismo sobrevivir al liderazgo de Jeff Bezos?
Una mirada crítica al complicado presente del periódico icónico entre desafíos editoriales, talento perdido y una redacción que no se rinde
Una redacción bajo presión directa
Después de meses plagados de titulares negativos que han ensombrecido su reputación, The Washington Post intenta recuperar el protagonismo que ha tenido históricamente en el periodismo estadounidense. En medio del caos organizativo y el éxodo de periodistas claves, la nueva dirección encabezada por Matt Murray —ya como editor ejecutivo titular— se ha enfocado en devolverle el alma al periódico: el periodismo de investigación.
En palabras del propio Murray: “Grandes historias y grandes primicias siempre ayudan a recordar a todos que, al final del día, todo se trata del periodismo.” La declaración no es menor si se toma en cuenta el escándalo interno tras la salida de Sally Buzbee, la negativa de Jeff Bezos a apoyar públicamente la candidatura de Kamala Harris frente a Trump y los rumores de injerencia editorial desde lo más alto del mando propietario.
La tormenta Bezos: entre ideales libertarios y daños irreparables
El dueño de The Washington Post, Jeff Bezos, ha comenzado a mostrar un rostro antes oculto para sus lectores. Su supuesta cercanía con Donald Trump no ha pasado desapercibida.
Su injerencia más controvertida fue ordenar el retiro de un editorial planeado para respaldar a Kamala Harris. Esto, sumado a su pretensión de que la página de opinión se centrara en las “libertades individuales y el libre mercado”, provocó la renuncia inmediata de figuras destacadas como David Shipley, Ruth Marcus y Eugene Robinson.
“Las acciones de Bezos han dañado la reputación del Post justo cuando más lo necesitábamos”, afirmó Robert McCartney, excolumnista del periódico. “Su cobertura de la administración Trump ha sido excelente, pero la opinión está en ruinas.”
Más de 100 primicias en 100 días: el rol del reportero como resistencia
Tras meses de descrédito por factores ajenos a la redacción misma, la cobertura enfática sobre los primeros 100 días de la nueva administración de Trump ha marcado un punto de inflexión. En ese periodo, más de 100 exclusivas periodísticas fueron publicadas, centradas en políticas federales, inmigración y recortes presupuestarios.
- Carolyn Y. Johnson, Lena H. Sun y Dan Diamond reportaron sobre los recortes al financiamiento de investigación médica y servicios sociales.
- Rachel Siegel y Maria Sacchetti expusieron cómo se manipulan datos gubernamentales para justificar acciones antimigratorias.
- Jacob Bogage reveló interferencias en la auditoría fiscal de Mike Lindell.
Es un trabajo de “pico y pala,” como describen varios de los reporteros, basado en el desarrollo de fuentes y seguimiento de temas sensibles que afectan a millones de estadounidenses.
Una redacción menos poblada, pero no menos combativa
El deterioro interno no ha sido ajeno a la pérdida de talento. Solo a finales del año pasado se fueron nombres pesados como Matea Gold, Ashley Parker y Philip Rucker. Todos aceptaron nuevas ofertas editoriales o se fueron por diferencias con la línea de gestión.
Incluso se prohibieron los correos de despedida por parte de Matt Murray, medida que se revirtió tras la presión interna, según reportó The Guardian. No obstante, el periódico sigue atrayendo a nuevos talentos. “Otros están dando un paso adelante y aprovechando las nuevas oportunidades”, dijo Murray con optimismo mesurado.
El dilema de la suscripción y el descenso del lector fiel
El Post habría perdido unos 325,000 suscriptores a consecuencia de la decisión de no respaldar a Harris y los cambios editoriales. A esto se sumó la creciente frustración de lectores ante lo que vieron como un viraje ideológico preocupante.
A pesar de esto, el periódico afirma estar recuperando terreno, con 100,000 nuevos suscriptores en lo que va del año en comparación con el mismo periodo de 2024.
Margaret Sullivan, quien fue columnista del medio y ahora lidera el Craig Newmark Center for Journalism Ethics, expresó: “A pesar de todo, no dejaría de leer el Post. Sigue siendo necesario e interesante.”
¿Periodismo como resistencia?
En una era donde el escepticismo sobre los medios y la polarización política están en su punto máximo, The Washington Post se enfrenta a un desafío crucial: mantener su credibilidad sin ceder ante presiones ideológicas ni las del entorno corporativo.
Para algunos, el caos dirigencial ha oscurecido el esfuerzo honesto de la redacción. Para otros, la reorganización es un intento necesario por mantener la viabilidad económica del medio. El dilema se torna más turbio cuando se considera la doble cara de Jeff Bezos: un mecenas del periodismo y, al mismo tiempo, un empresario con una agenda propia.
Mirando hacia el futuro: ¿una primavera editorial?
Con la llegada definitiva de Murray, el periódico ha comenzado a reorganizar coberturas estratégicas. Según se anunció recientemente, se reforzarán las áreas dedicadas a tecnología, inteligencia artificial y mercados financieros. Estas decisiones parecen adecuadas considerando el contexto actual, donde el impacto de estos sectores aumenta su peso en la vida cotidiana y la política mundial.
Y aunque la publicación aún no ha recuperado la totalidad de suscriptores perdidos ni tiene garantizado su futuro, hay señales de moderada esperanza. La comparación primaveral que hizo un analista —como brotes que emergen tras un invierno duro— puede parecer naive, pero también refleja la resiliencia de una sala de redacción que se rehúsa a doblegarse.
En un país donde la prensa libre se ha convertido en una trinchera más en la guerra cultural, el caso del Washington Post se configura como ejemplo clave de cómo la disonancia interna puede convivir con el esfuerzo por mantener viva la llama del periodismo honesto.
“No es un momento fácil para el periodismo”, concluye Sullivan, “pero eso hace que nuestro rol sea aún más indispensable.”