El regreso a un país en ruinas: el retorno arriesgado de los sudaneses desplazados por la guerra

A pesar de la incertidumbre, decenas de miles de refugiados sudaneses retornan a sus hogares entre ruinas, hambre y miedo, buscando una esperanza en medio del caos

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Una decisión que pesa más que el equipaje

Ahmed Abdalla está sentado en una acera en El Cairo, Egipto, con dos bolsas de ropa, esperando pacientemente el autobús que lo llevará de regreso a su patria, Sudán. A su lado, su esposa y su hijo lo despiden entre lágrimas. Abdalla, como miles de sudaneses más, está tomando una de las decisiones más difíciles de su vida: retornar a un país devastado por más de dos años de guerra civil.

No hay una visión clara. ¿Hasta cuándo tendremos que esperar?”, expresaba mientras contenía sus emociones. Sueña con la posibilidad de traer a su familia más adelante, si la situación lo permite. Por ahora, vuelve solo.

Sudán: un país fracturado por la guerra

Desde abril de 2023, Sudán ha sido el escenario de un conflicto brutal entre las Fuerzas Armadas Sudanesas y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), una lucha por el poder que ya ha causado más de 20,000 muertes, según cifras de la ONU, aunque el número real podría ser mucho mayor. Casi 13 millones de personas se han desplazado internamente o hacia otras naciones, como Egipto, Etiopía y Chad.

En la capital, Jartum, y otras ciudades clave como Wad Madani y Sennar, los enfrentamientos han reducido barrios enteros a ruinas. A pesar de todo, y con una mezcla de esperanza y desesperación, muchos refugiados están comenzando a regresar.

¿Por qué volver cuando no hay garantías?

El reciente avance del ejército sudanés, que recapturó zonas importantes como Jartum Norte, ha enviado una señal de posible estabilidad. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), unas 400,000 personas desplazadas han regresado a sus hogares en las provincias de Jartum, Gezira y Sennar. Desde enero de 2025, alrededor de 123,000 sudaneses han regresado solo desde Egipto.

No obstante, estas zonas no ofrecen garantías. Quienes retornan se enfrentan a barrios destruidos, sin electricidad, con agua escasa y comida limitada. Los hospitales están fuera de servicio o severamente dañados, las escuelas permanecen cerradas, y el desempleo es alarmante.

Historias de supervivencia entre escombros

Uno de los retornados, Nfa Dre, regresó con su familia a Jartum Norte tras la retirada de las RSF. “Gracias a Dios, no perdimos vidas. Todo lo material se puede recuperar”, comenta. Su casa fue saqueada y las calles estaban llenas de cadáveres y municiones sin detonar, pero tras tres días de trabajo, lograron volver a habitarla.

La logística diaria se ha convertido en un desafío épico. No hay electricidad, por lo que Dre carga su teléfono en una mezquita con paneles solares. El agua la recolectan a diario del Nilo y dependen de comedores comunitarios financiados por organizaciones locales como las Emergency Response Rooms (ERR).

Especial atención a la infancia

La situación de los niños es especialmente crítica. Muchos centros educativos han sido transformados en refugios para personas desplazadas. La escolarización está prácticamente suspendida en gran parte del país. Sheldon Yett, representante de UNICEF en Sudán, declaró: “Los padres están preocupados por el futuro de sus hijos. ¿Cómo decidir volver sin escuelas ni asistencia médica?”.

UNICEF ha conseguido ingresar algunos camiones con suministros básicos a Jartum, pero la magnitud de las necesidades supera con creces lo que las organizaciones humanitarias pueden cubrir actualmente.

Una guerra sin sentido

Abdalla, al igual que muchos sudaneses, siente que esta guerra es una burla cruel del destino. Las RSF y las Fuerzas Armadas fueron alguna vez aliadas, pero ahora se combaten ferozmente, arrastrando a la población civil en el camino. “Ambos bandos estaban juntos cuando nos reprimieron. Y ahora que están separados, nos siguen atacando”, dice con resignación.

En su viaje, Abdalla no planea volver a su ciudad natal de El Fasher, en Darfur del Norte, una de las regiones más violentas del conflicto. Volverá a Al Qadarif para evaluar si la vida ahí es aún posible. La mayoría de las escuelas allí también están cerradas. Si no hay mejoras, sus hijos seguirán escolarizados en Egipto.

Volver no siempre significa quedarse

Lo más difícil para muchos retornados ha sido enfrentarse con la realidad del terreno. En Wad Madani, algunos intentaron regresar pero no soportaron la falta de comida, agua y acceso médico y regresaron a los campamentos de desplazados. Salah Semsaya, voluntario de ERR, explica: “Mucha gente quiere volver, pero no ve garantías ni para educar a sus hijos ni para ganarse la vida”.

Darfur: el infierno persiste

En regiones como Darfur, la violencia continúa. Quienes provienen de estas áreas, como Abdalla, enfrentan la elección entre vivir como refugiados en otro país o regresar a un lugar que ha sido testigo de crímenes de guerra, masacres y hambrunas.

Majda, su esposa, dice: “No nos llevamos nada, excepto dos cambios de ropa. Pensamos que sería una guerra breve”. Cada día, escuchan noticias funestas sobre su antiguo vecindario.

Los desafíos del retorno: sin gobierno funcional ni recursos

Sudan carece actualmente de un gobierno efectivo. Aunque existe una administración transicional respaldada por los militares en Port Sudán, su alcance es limitado. Tras retomar Jartum, el ejército anunció su intención de establecer un nuevo gobierno interino, pero no está claro cuándo o cómo funcionará.

Las infraestructuras clave siguen colapsadas: hospitales, escuelas, mercados y sistemas de distribución de servicios básicos. Assadullah Nasrullah, de ACNUR Sudán, remarca: “La escala de necesidades supera con mucho los recursos disponibles”.

Un llamado al mundo

La comunidad internacional observa con preocupación. La crisis ha generado una de las peores emergencias humanitarias actuales. Faltan fondos, voluntad política e intervenciones diplomáticas efectivas para frenar el sufrimiento civil. Además, la situación geopolítica global, como las nuevas alianzas militares en Eurasia, complica aún más los esfuerzos de paz.

¿Esperanza o resignación?

El retorno de sudaneses como Abdalla representa tanto un acto de valentía como una desesperada expresión de esperanza. “Extrañamos cada rincón de nuestra casa”, dice Majda, “No queremos criar a nuestros hijos fuera de Sudán, en un país extraño”.

Esta es una historia repetida decenas de miles de veces: familias separadas, niños sin futuro, hogares deshechos y un país entero esperando la oportunidad de reconstruirse. La paz sigue siendo una palabra distante, pero en cada retorno hay un pequeño intento de recuperarla, desde abajo y con los pies llenos de tierra.

Fuentes: Organización Internacional para las Migraciones (OIM), UNICEF, ACNUR, testimonios directos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press