¿Un Super Bowl en Washington? El ambicioso proyecto del nuevo estadio de los Commanders
El viejo RFK podría renacer como un complejo moderno que promete revitalizar el sureste de D.C. y colocar a la capital en la mira del mayor evento deportivo de Estados Unidos
Una promesa de resurgimiento en el corazón de Washington
La ciudad de Washington, D.C., se encuentra en una encrucijada histórica que podría cambiar su paisaje urbano, económico y deportivo: el resurgimiento del legendario estadio RFK en forma de un moderno complejo multifuncional de $4 mil millones, el nuevo hogar de los Washington Commanders. Más allá de las aspiraciones deportivas, este proyecto implica una profunda reestructuración urbana y social para Ward 7, una de las áreas tradicionalmente olvidadas del distrito.
¿Un Super Bowl en la capital?
El comisionado de la NFL, Roger Goodell, fue claro: un nuevo estadio de primer nivel en Washington “aumentaría drásticamente” las posibilidades de tener el primer Super Bowl en la capital estadounidense. Pero antes de pensar en febrero y fuegos artificiales, la ciudad debe superar numerosos obstáculos políticos, financieros y sociales para convertir esa visión en realidad.
Un viejo gigante que aún respira
El RFK Stadium no es solo un estadio; es parte del legado deportivo y cultural de la nación. Ubicado a orillas del Anacostia River, fue hogar del entonces equipo Redskins (ahora Commanders) desde 1961 hasta 1996. En su campo se vivieron triunfos, conciertos legendarios y partidos memorables que marcaron generaciones.
Hoy, el estadio es una sombra de lo que fue: ruinas concretas envueltas por un mar de estacionamientos vacíos. Pero eso está por cambiar.
Visión de futuro: más que fútbol
El control mayoritario del equipo, encabezado por Josh Harris, quiere convertir el terreno en una ciudad deportiva y cultural. Además del nuevo estadio, el plan contempla:
- Entre 5,000 y 6,000 nuevas viviendas, mínimo el 30% de ellas asequibles.
- Áreas comerciales con restaurantes, tiendas, hoteles y espacios de entretenimiento.
- Múltiples recintos para conciertos, artes marciales mixtas, lucha libre y deportes universitarios, incluso posibles partidos de la Premier League inglesa.
- Una porción sustancial del terreno (más del 30%) destinada a zonas verdes y recreativas.
La inversión: ¿sueño urbano o mal negocio?
En total, el proyecto contempla una inversión de aproximadamente $4 mil millones. De esa suma, cerca de $1.1 mil millones provendrán de fondos públicos. Aquí está el meollo político. El presidente del Consejo de D.C., Phil Mendelson, ya expresó dudas sobre si hay apoyo suficiente entre los 12 miembros actuales del cuerpo legislativo para aprobar ese tipo de gasto. Siete votos son necesarios. Cuatro concejales estuvieron presentes en la rueda de prensa, pero eso no garantiza una mayoría.
En palabras del concejal Charles Allen: "Este es un mal trato para D.C. Un estadio no puede ser un motor económico con solo ocho partidos de fútbol al año y unos cuantos conciertos".
Persuadir con números: las joyas ocultas del plan
Los promotores del proyecto argumentan que la rentabilidad a largo plazo superará los costos. El nuevo complejo podría generar:
- 1.4 millones de visitantes al año
- Billones en impuestos derivados de turismo, eventos, alojamiento y comercio
- Miles de empleos directos e indirectos para los residentes locales
“Este proyecto se justifica por sí solo”, dijo Harris, quien creció siguiendo al equipo y ahora busca devolverle su prestigio. “Estamos haciendo la inversión en infraestructura que se necesitaría, sin importar lo que se construyera en el sitio. La diferencia es que esto nos da mucho más que asfalto”.
¿Qué dice la comunidad de Ward 7?
La concejal Wendell Felder, cuya jurisdicción incluye el sitio del viejo estadio, cree que la zona necesita un ancla, como han tenido otras áreas del Distrito. Afirma que el plan representa una oportunidad para futuros negocios, empleos y desarrollo.
“Tenemos una comunidad que ha sido invisible demasiado tiempo”, declaró. “Este proyecto pone a Ward 7 en el mapa y nos permite escuchar las voces de sus residentes para construir algo verdaderamente inclusivo”.
Lecciones de otros megaproyectos deportivos
Washington no sería la primera ciudad en revitalizar su entorno urbano por medio de la construcción de un estadio. Casos similares incluyen:
- SoFi Stadium en Los Ángeles (2020): revitalizó Inglewood, atrajo a los Rams y fue sede del Super Bowl 2022.
- Allegiant Stadium en Las Vegas: impulsó el turismo y marcó el regreso de eventos internacionales como el Pro Bowl y conciertos de talla mundial.
- Mercedes-Benz Stadium en Atlanta: fue factor clave en la reactivación del centro urbano y la atracción de grandes eventos.
Aunque estos proyectos suelen atraer controversia, los dividendos que dejan en turismo, derechos de televisión, tasa hotelera y empleos, han convencido a numerosas ciudades de apostar a lo grande.
La Super Bowl como joya de la corona
Para Washington, hospedar un Super Bowl sería una victoria simbólica de nivel nacional. La capital ha sido huésped de todo: investiduras presidenciales, protestas históricas y cumbres internacionales, pero nunca del mayor evento deportivo de Norteamérica.
“Primero hay que construir el estadio, después vendrán los deseos”, dijo Roger Goodell. Una declaración contenida, pero reveladora de lo que estaría en juego.
Reloj en cuenta regresiva: ¿llegará para 2030?
El calendario proyecta que la aprobación del Consejo se otorgue en verano de 2025. Esto permitiría iniciar la planificación de otoño e invierno, con la primera piedra simbolizando la esperanza de una ciudad que desea cambiar cómo se cuenta su historia.
¿Cuál es el objetivo final? Que en 2030, Washington no solo tenga un estadio nuevo, sino un símbolo de integración urbana, económica y deportiva para una nueva generación.
Y con suerte, ese símbolo traiga consigo una noche de febrero en donde toda América voltee a ver a su capital diciendo: “¡Bienvenidos al Super Bowl!”