La Reserva Federal entre la espada de Trump y la pared de la inflación: El frágil equilibrio entre política y economía
Presiones políticas, guerras comerciales y la economía estadounidense: ¿puede mantener su independencia la Fed?
La Reserva Federal bajo fuego político
En los últimos años, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) se ha encontrado en el centro de una tormenta político-económica, especialmente durante la presidencia de Donald Trump. El expresidente no ha escatimado en presionar públicamente a la institución para reducir las tasas de interés, lo que ha generado una gran controversia sobre la necesaria independencia del banco central.
Trump reprendió en múltiples ocasiones al presidente de la Fed, Jerome Powell, por no recortar suficientemente las tasas de interés durante su mandato, llegando incluso a sugerir su despido. Estas declaraciones han causado turbulencias en los mercados, y ponen en tela de juicio hasta qué punto puede la Fed operar con autonomía en un contexto cada vez más polarizado políticamente.
La Fed frente al laberinto de la inflación
En tiempos normales, la Fed tiene como herramientas principales el control de la tasa de interés de corto plazo y su política de compra o venta de bonos para influir en la liquidez del sistema. Es decir, cuando busca estimular la economía, reduce las tasas de interés para fomentar el crédito y el consumo. Sin embargo, cuando intenta contener la inflación, hace exactamente lo contrario: sube las tasas para reducir el gasto.
El problema es que los continuos llamados de Trump a recortar tasas se han mezclado con políticas comerciales contradictorias, como la imposición de aranceles a productos importados, que tienden a generar un efecto inflacionario. Por ejemplo, desde marzo, la rentabilidad del bono del Tesoro a 10 años aumentó del 4,15% a 4,3%, reflejando un aumento en las expectativas inflacionarias vinculadas a los aranceles, lo que a su vez presiona al alza las tasas de interés para hipotecas, préstamos y créditos al consumo.
Mercados tensos ante las decisiones del banco central
El conflicto entre las decisiones técnicas de la Fed y las presiones políticas ha generado un escenario de incertidumbre financiera. A pesar de que Trump proclamaba que había "virtualmente cero inflación", la realidad es más compleja. La tasa de inflación cayó al 2,4% en marzo, pero el indicador subyacente (que excluye alimentos y energía) se situó en 2,8%, señal de presiones persistentes.
“Amenazar a la Fed no tranquiliza a los mercados, los aterroriza”, dijo Lauren Goodwin, estratega jefe de inversiones en New York Life.
Una Fed percibida como sumisa al poder ejecutivo puede socavar la confianza de los inversores e incrementar las tasas de interés a largo plazo, justo lo contrario de lo que Trump decía buscar.
Historia reciente: Fed vs. presidente
La confrontación entre presidentes estadounidenses y la Fed no es nueva. En los años setenta, Richard Nixon presionó al entonces presidente de la Fed, Arthur Burns, para mantener tasas bajas en medio de la campaña electoral, lo que contribuyó a una inflación que posteriormente se descontrolaría. Desde entonces, la independencia de la Fed ha sido vista como un pilar para evitar exactamente ese tipo de manipulaciones políticas.
Sin embargo, Trump no solo hizo públicas sus críticas. También avivó rumores de despido e impulsó a sus asesores a estudiar si podía legalmente reemplazar a Powell. Aunque finalmente no concretó estos pasos, el simple hecho de mencionarlos sacudió los cimientos de la percepción de independencia institucional.
¿Recortar tasas resuelve algo?
El presidente Trump argumentaba que una reducción en las tasas ayudaría al crecimiento económico. Pero los expertos económicos alertan que ese movimiento, en un contexto de políticas inflacionarias y amenazas al banco central, podría fallar en su objetivo.
Según Francesco Bianchi, economista de la Universidad Johns Hopkins: "No es automáticamente cierto que un recorte en la tasa de corto plazo se traduzca en tasas más bajas para hipotecas o préstamos. El mercado podría interpretar ese recorte como una señal de debilidad política del banco central y aumentar las tasas a largo plazo por miedo a una pérdida de control sobre la inflación".
De hecho, tras recortes de la Fed en septiembre, noviembre y diciembre, las tasas de hipoteca continuaron subiendo. Esto confirma que en ciertas condiciones, la política monetaria puede perder efectividad si el entorno macroeconómico no es estable, o si los inversores perciben riesgo institucional.
Más allá de la política monetaria: el impacto de los déficits
La administración Trump también fue criticada por promover grandes déficits fiscales, financiados por emisiones masivas de bonos del Tesoro. Estos déficits crónicos alimentan la necesidad de altos retornos para atraer compradores, lo que empuja al alza las tasas de interés a largo plazo.
Si estos déficits se perciben como insostenibles, o si se duda de la capacidad del gobierno para controlar la inflación en el futuro, los mercados requerirán mayores rendimientos por prestar dinero, encareciendo aún más los préstamos para consumo e inversión.
Conflicto de prioridades: estímulo vs. estabilidad
Aquí está la encrucijada: por un lado, la Fed puede actuar para evitar una recesión (bajando tasas), pero si lo hace bajo presión política, corre el riesgo de perder credibilidad. Y si la inflación sigue alta, ese estímulo puede ser contraproducente.
Por eso, aunque el desempleo o el crecimiento débil puedan justificar un recorte, la Fed podría tardar más en actuar justamente para evitar la impresión de estar cediendo ante presiones externas. Tom Porcelli, de PGIM Fixed Income, lo explicó así:
“Powell sabe el daño irreparable que podría causar si se percibe que baja tasas solo por la presión de Trump. Ahora tardarán más, especialmente porque la inflación probablemente subirá antes de que el crecimiento se deteriore.”
Un panorama incierto
Aunque en apariencia los números sugieren una inflación controlada, el nerviosismo de los mercados, los déficits desbordados y el ruido político generan un entorno poco propicio para reducir los costos del crédito. Bianchi lo resume así:
“Para bajar sostenidamente las tasas de largo plazo, necesitas un entorno macroeconómico estable, y ahora mismo no estamos cerca de eso.”
Reflexión final
El mandato de la Reserva Federal es claro: preservar la estabilidad de precios y el pleno empleo. Sin embargo, cuando esta misión se ve cruzada por los intereses electorales, geopolíticos y comerciales del Ejecutivo, toda su estructura tambalea.
La independencia del banco central no es un capricho técnico; es una protección institucional clave para evitar que los vaivenes del poder político destruyan la salud económica a largo plazo. Y si la Fed decide esperar a que la marea baje para recortar tasas, no será por pasividad, sino por precaución institucional justificada. El verdadero peligro no está en que la Fed actúe tarde, sino en que actúe presionada.