George Santos: El meteórico ascenso y estrepitosa caída del congresista más escandaloso de EE. UU.

De promesa política a convicto federal: la trayectoria de un político cuyo historial de mentiras y fraudes lo condenó al ostracismo y a más de siete años de prisión

George Santos parecía tener el futuro asegurado en la política estadounidense. En noviembre de 2022, logró una hazaña histórica al convertirse en el primer republicano abiertamente gay en representar un distrito que incluye suburbios de la ciudad de Nueva York, derrotando a su contrincante demócrata en una contienda inédita por enfrentar a dos candidatos declaradamente homosexuales.

Pero esa victoria solo fue el inicio de una historia que no tardó en convertirse en uno de los escándalos políticos más mediáticos de los últimos tiempos en Estados Unidos. En menos de tres años, Santos pasó de estrella ascendente del Partido Republicano a convicto por fraude y robo de identidad, cumpliendo una condena de más de siete años de prisión federal. ¿Qué fue lo que salió mal?

La victoria que encendió las alarmas

El 8 de noviembre de 2022, George Santos derrotó al demócrata Robert Zimmerman en un distrito que los demócratas habían considerado seguro. La historia era fascinante: un joven inmigrante, abiertamente gay, con formación académica en Baruch College y una exitosa carrera en finanzas en firmas como Citigroup y Goldman Sachs. Esto, combinado con su aparente orientación conservadora y su apoyo a Donald Trump, le otorgó amplio respaldo entre votantes republicanos moderados e independientes.

Pero todo empezó a desmoronarse solo un mes después.

La madeja de mentiras

El 19 de diciembre de 2022, The New York Times publicó un reportaje demoledor en el que cuestionaba la veracidad de casi todos los aspectos del currículum de Santos. En cuestión de días, Santos admitió haber fabricado gran parte de su biografía, incluido su supuesto título universitario, sus empleos anteriores en Wall Street y hasta su religión. En un momento surrealista, aclaró que nunca dijo ser judío, sino "Jew-ish" (algo así como “judeo-algo”).

Las revelaciones provocaron investigaciones inmediatas. El 28 de diciembre, fiscales del condado de Nassau abrieron una pesquisa criminal. Y en enero de 2023, luego de asumir su banca en la Cámara de Representantes, las dudas sobre cómo financió su campaña electoral agudizaron la tormenta política.

Entre cachorros robados y fraude financiero

Poco a poco, los problemas legales se fueron acumulando. En febrero de 2023, surgió un caso del pasado: durante 2017, Santos había sido acusado de usar cheques falsos para robar cachorros de perros en Pensilvania. Aunque el caso fue retirado, alimentó la ya alarmante lista de irregularidades.

El 10 de mayo de 2023, Santos enfrentó un primer paquete de cargos federales por robar dinero de sus propios donantes, solicitar beneficios por desempleo mientras ganaba ingresos y mentir en sus declaraciones financieras al Congreso.

En octubre de ese mismo año, los fiscales añadieron nuevas acusaciones: robo de identidades de donantes y uso no autorizado de tarjetas de crédito. Santos se declaró no culpable en ambas ocasiones.

Un congresista sin comité ni respaldo

Ante la lluvia de escándalos y presiones, Santos renunció a sus responsabilidades en los comités del Congreso a finales de enero de 2023, pero se negó a renunciar a su cargo.

En noviembre, un informe devastador del Comité de Ética de la Cámara reveló “evidencia abrumadora de conducta criminal”. El 1 de diciembre de 2023, la Cámara de Representantes votó para expulsarlo con un resultado de 311 a favor y 114 en contra, superando ampliamente los dos tercios necesarios. Era solo el sexto representante en ser expulsado en la historia de Estados Unidos.

De legislador a celebridad decadente

Pocos días después de su expulsión, Santos comenzó a ofrecer videos personalizados en Cameo por hasta $200. Aunque muchos vieron esto como una señal de desesperación, ganó cierto nivel de celebridad.

En febrero de 2024, demandó a Jimmy Kimmel por utilizar sus videos de Cameo para ridiculizarlo en su programa. El juez desestimó el caso, citando el “uso justo” y la libertad de expresión protegida por la Primera Enmienda.

El epílogo: culpable y encarcelado

El 19 de agosto de 2024, a semanas del comienzo del juicio, Santos se declaró culpable de fraude electrónico e identidad agravada. Alegó que una “ambición sin freno” lo cegó y que estaba “abrumado por el remordimiento”.

Finalmente, el 25 de abril de 2025, recibió su sentencia: 7 años y 3 meses de prisión. El juez no ocultó su indignación: “Usted abusó de la confianza pública en formas que van más allá de cualquier engaño común. Esta no fue una mentira piadosa, fue una maquinaria de fraude institucionalizado”.

Mentir ya no es gratis en la política estadounidense

El caso Santos nos recuerda el poder corrosivo de la desinformación y el encanto dañino de una narrativa construida sin escrúpulos. En una era marcada por las fake news y la politización extrema, el ascenso y caída de Santos se convierte en un caso de estudio. ¿Cuántos más han llegado y llegarán al poder siguiendo una fórmula similar?

Pero lo más alarmante es cuán tarde se activaron los mecanismos institucionales. Durante meses, Santos ostentó poder sin haber sido vetado ni sancionado, a pesar de denuncias públicas y pruebas documentadas. Solo con la presión mediática, y luego judicial, se activaron las consecuencias reales.

La política estadounidense, y en particular el Partido Republicano, enfrenta un dilema: ¿está dispuesto el sistema a depurar a quienes no solo rompen reglas, sino que las rehacen para su beneficio personal?

George Santos ya no está en el Congreso, pero su fantasma sigue rondando. Más que una figura humorística o una nota de color en la historia política, su caso es una señal de advertencia en plena era de la posverdad.

Comparaciones históricas: otros congresistas expulsados

Antes de Santos, solo otros cinco legisladores habían sido expulsados de la Cámara desde la fundación de Estados Unidos. Tres de ellos fueron durante la Guerra Civil, por apoyar a los Estados Confederados. Los otros dos fueron:

  • Michael Myers (1980), por sobornos en el escándalo Abscam.
  • James Traficant (2002), por 10 condenas de corrupción.

Pero a diferencia de todos ellos, Santos fue expulsado antes de ser condenado. Esto indica hasta qué punto su conducta fue considerada intolerable por sus pares, sin importar los tecnicismos legales.

¿Un mártir para la ultra derecha?

No faltan quienes ven a Santos como víctima de un sistema vengativo. Algunos comentaristas del ala más radical del Partido Republicano han sugerido que fue “perseguido” por tener una mirada disruptiva, aunque estos planteamientos han sido rechazados incluso dentro de su propio partido.

El expresidente Donald Trump, una figura que Santos idolatraba, se ha mantenido públicamente distante del caso. Su silencio es una clara muestra de que nadie quiere verse vinculado a una figura que representa el colapso más descarado del relato político contemporáneo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press