Censura, arte e identidad: la controversia que sacude al Kennedy Center durante World Pride

La cancelación de eventos LGBTQ+ en el Kennedy Center genera indignación y debates sobre libertad de expresión, cultura e identidad en la era Trump

Una decisión que sacudió a toda una comunidad

La Capital estadounidense, conocida por su diversidad cultural y simbolismo político, iba a albergar una de las celebraciones más emblemáticas de la comunidad LGBTQ+: el World Pride 2024. En el marco de este evento internacional, el Kennedy Center tenía programado un calendario cultural titulado Tapestry of Pride, con espectáculos musicales, performances drag, cuentos familiares y exposiciones que abrazaban la inclusión y la diversidad. Sin embargo, y de manera sorpresiva, el centro canceló silenciosamente todos los eventos programados entre el 5 y el 8 de junio.

La noticia generó una ola de indignación entre artistas, activistas y organizadores, quienes acusan un trasfondo político tras la cancelación. El trasfondo: la destitución del liderazgo del Kennedy Center y su reorganización bajo una nueva junta liderada por aliados del expresidente Donald Trump.

World Pride: más que una fiesta, un grito de visibilidad

World Pride se celebra cada dos años y tiene como objetivo visibilizar, celebrar y reivindicar los derechos e identidades de la comunidad LGBTQ+ a nivel mundial. En esta ocasión, la capital estadounidense fue elegida como anfitriona y el evento iba a congregar decenas de actividades culturales a lo largo de casi un mes, desde el 17 de mayo hasta el 8 de junio.

Uno de los pilares culturales y simbólicos de la ciudad es el Kennedy Center for the Performing Arts, considerado una joya del arte y la cultura estadounidense. De ahí que su implicación en eventos de inclusión social como World Pride resultara lógica y esperanzadora para quienes buscan espacios abiertos y seguros para todas las identidades. No obstante, la abrupta cancelación ha cambiado ese escenario.

Una cancelación sin explicaciones

Michael Roest, fundador y director de la International Pride Orchestra, relató cómo su esperada actuación pactada para el 5 de junio en el Kennedy Center fue desprogramada tras semanas de preparación. “Habíamos tenido reuniones por Zoom, intercambios constantes de correos. Todo marchaba hacia la firma del contrato hasta que, repentinamente, desaparecieron...”, declaró Roest.

El 12 de febrero, apenas días después del anuncio de la reestructuración liderada por Trump, Roest recibió un escueto correo: "No estamos en condiciones de avanzar con su contrato en este momento". Fue todo. Sin explicaciones, sin reuniones. Una ruptura abrupta con un equipo que meses antes se mostraba entusiasta, según relatan varios organizadores.

El contexto político: ¿cultura transformada en trinchera?

La controversia ocurre tras un cambio significativo en la administración del Kennedy Center. Donald Trump, tras su regreso influyente al escenario político nacional, reemplazó a gran parte de la junta de directores del Kennedy Center por aliados políticos, y luego fue elegido presidente de la misma, iniciando una revisión de su programación artística.

Estos cambios repercutieron directamente en las políticas de programación cultural. En su mensaje en redes sociales, Trump afirmó que transformaría el Kennedy Center en “un espacio que respete los valores tradicionales de los estadounidenses”, frase que muchos han interpretado como un rechazo velado, o incluso explícito, a las identidades queer y expresiones artísticas disidentes.

Capital Pride responde: resiliencia ante la exclusión

La Capital Pride Alliance, una de las organizaciones centrales detrás de World Pride D.C., no tardó en romper vínculos con el Kennedy Center. Su subdirectora, June Crenshaw, fue clara: “Somos una comunidad resiliente y encontraremos otras formas de celebrar. Pero el hecho de tener que maniobrar de esta forma es decepcionante”.

Muchos de los eventos que debían tener lugar en el Kennedy Center, como una lectura de cuentos drag familiar, una exposición del Quilt Memorial del SIDA y el mencionado concierto orquestal, han sido reubicados en espacios alternativos como el Welcome Center en Chinatown o el teatro Strathmore en Bethesda, Maryland.

Una institución antes vista como refugio

Para figuras como Monica Alford, veterana organizadora cultural y figura clave en el impulso de eventos queer en el Kennedy Center, la institución había llegado a significar mucho más que un espacio físico: “Era un hogar. Un faro donde la comunidad podía encontrarse, sin prejuicios, con arte de calidad para todos, incluso para familias diversas”.

Alford organizó en 2024 el primer brunch drag en la azotea del Kennedy Center, un éxito rotundo. Este año preparaba un evento familiar en ese mismo lugar, hasta que la comunicación con los responsables cesó sin previo aviso.

¿Una estrategia para silenciar?

En el contexto más amplio, la administración Trump ha sido duramente criticada por múltiples intentos directos o indirectos de reprimir el activismo, el periodismo y las voces disidentes. Desde propuestas para limitar los derechos colectivos de los empleados federales, hasta una ofensiva judicial para levantar el anonimato de fuentes de prensa en filtraciones, el patrón parece repetirse.

Roest opinó sin rodeos: “El Kennedy Center se ha convertido en un espacio hostil para los artistas queer”. Y agregó: “Harían falta declaraciones públicas, sinceras y firmes sobre inclusión por parte del nuevo liderazgo para que considerásemos regresar”.

El arte como espacio de defensa de derechos

Lo ocurrido pone de nuevo sobre la mesa el peso vital que tienen los eventos culturales como espacios de visibilidad política. El arte —y en especial el arte queer— cumple una función de resistencia y denuncia desde hace décadas. Desde las manifestaciones performativas durante la crisis del sida en los años 80, hasta las marchas de ball culture en Nueva York, el arte ha sido vehículo de dignificación y emancipación.

El intento de limitar estas voces en nombre de ‘la tradición’ o ‘la seguridad’ resulta preocupante, y más aún cuando ocurre en instituciones históricas financiadas con fondos públicos como el Kennedy Center.

Washington D.C.: ciudad anfitriona, ¿gobierno adversario?

Washington D.C. es un espacio complejo. La ciudad alberga una población abrumadoramente liberal y progresista, a diferencia del poder político nacional que con frecuencia ha tomado rumbos más conservadores. Este desajuste entre gobierno y ciudadanía se refleja en los testimonios de organizadores que, pese a todo, siguen sintiendo respaldo en la sociedad civil capitalina.

Así lo expresó Roest: “Estoy seguro que D.C. como comunidad se emociona con World Pride, pero la gente sabe que el gobierno actual no es lo mismo que su comunidad”.

¿Qué sigue para World Pride en D.C.?

A pesar de los reveses y las exclusiones institucionales, World Pride D.C. sigue en pie. Los eventos continúan redistribuidos en nuevos espacios, y los organizadores han hecho un llamado al público para que asistan, participen, y abracen la diversidad con más fuerza que nunca.

Lo ocurrido en el Kennedy Center no es solo una cancelación de eventos; es un síntoma del intento de silenciar expresiones sociales legítimas bajo la excusa de supuestas transformaciones administrativas o alineaciones políticas.

Queda claro que el arte queer no será silenciado tan fácilmente. Sus protagonistas han sabido siempre reinventarse, levantar escenarios en la adversidad y transformar cada herida en un acto de creación.

Una visión de futuro

La comunidad queer enfrenta múltiples retos globales, desde legislaciones regresivas hasta discursos de odio institucionalizado. Pero también ha demostrado ser una de las comunidades más resilientes, creativas y apasionadas.

En palabras de Monica Alford: “Estamos haciendo un daño, no solo a la comunidad queer, sino a toda la comunidad, al excluir estas voces del arte y la cultura”.

World Pride D.C. 2024, aunque herido por decisiones institucionales regresivas, sigue siendo un faro de orgullo, de lucha y —sobre todo— de amor.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press