Tensas relaciones entre Sudáfrica y EE.UU.: la diplomacia en tiempos de conflicto
Desde tensiones comerciales hasta posturas divergentes sobre Gaza y Ucrania, el vínculo bilateral atraviesa su hora más crítica
Sudáfrica y Estados Unidos, dos naciones con un largo historial de colaboración, se encuentran hoy en una encrucijada diplomática. El presidente sudafricano Cyril Ramaphosa ha anunciado recientemente su intención de reunirse en breve con el presidente estadounidense Donald Trump, en un esfuerzo por reparar unas relaciones bilaterales que se han visto profundamente cuestionadas en los últimos meses.
Un vínculo tradicional en jaque
Históricamente, Sudáfrica y Estados Unidos han mantenido vínculos estrechos en áreas como el comercio, la seguridad y la salud pública. Programas como el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del SIDA (PEPFAR, por sus siglas en inglés), financiado por Estados Unidos, habían sido piedras angulares del sistema de salud sudafricano. Sin embargo, desde la llegada al poder de Trump a comienzos de 2025, los pilares de esta relación han sido sacudidos.
Una conversación esperanzadora entre presidentes
Ramaphosa anunció en la red social X (antes Twitter) que había sostenido una “productiva conversación” con Trump. Ambos acordaron reunirse próximamente y subrayaron “la necesidad urgente de detener la guerra en Ucrania y evitar más muertes innecesarias”. Según Ramaphosa, también hablaron sobre cómo mejorar las relaciones entre ambos países.
Aunque se mostró optimista, la fecha del esperado encuentro aún no ha sido establecida públicamente. La situación diplomática es tan tensa que en los pasillos políticos de Pretoria y Washington se duda de que la reunión llegue a celebrarse en un corto plazo.
Divergencias sobre la guerra en Gaza
Uno de los principales motivos de fricción es la postura sudafricana sobre el conflicto entre Israel y Hamás. El gobierno de Ramaphosa ha llevado a Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), acusándolo de cometer genocidio en Gaza. Esta medida ha sido absolutamente rechazada por Washington, cuya política exterior sostiene a Israel como un aliado crucial en Medio Oriente.
Trump no tardó en condenar públicamente esta acción diplomática y, en represalia, firmó una orden ejecutiva para suspender toda ayuda financiera a Sudáfrica, además de imponer aranceles del 37% a las exportaciones sudafricanas hacia Estados Unidos. Aunque posteriormente pausó esta medida por 90 días, el daño económico y simbólico ya está hecho.
El golpe a la salud: ¿fin del PEPFAR en Sudáfrica?
Uno de los golpes más duros fue la eliminación de la financiación estadounidense a programas clave en salud pública, como el combate contra el VIH/SIDA. El fin del PEPFAR no solo amenaza con deteriorar décadas de lucha contra una de las epidemias más duras de África, sino que también envía un mensaje claro sobre cómo Washington ve hoy su relación con Pretoria.
Desde su implementación en 2003, el PEPFAR ha salvado millones de vidas. En Sudáfrica, permitía el tratamiento antirretroviral de más de 5 millones de personas. Su cancelación representa uno de los retrocesos más dramáticos en la cooperación sanitaria internacional.
Trump y el discurso incendiario sobre tierras y granjeros
Trump ha utilizado en reiteradas ocasiones el tema de la Expropiación de Tierras en Sudáfrica para alimentar narrativas de persecución racial. Acusó falsamente al gobierno sudafricano de “confiscar ilegalmente tierras de granjeros blancos” —en particular de la etnia afrikaner— aun cuando la llamada Ley de Expropiación habilita la redistribución de tierras por razones de justicia histórica y utilidad pública, no por motivos raciales.
Más aún, Trump ha ofrecido asilo y reubicación en EE.UU. para granjeros blancos sudafricanos que “deseen escapar del país”. Esta política no solo es incendiaria, sino que carece completamente de fundamento en cifras: investigaciones independientes desmienten que haya una campaña sistemática contra granjeros blancos.
En 2023, un informe oficial del Instituto Sudafricano de Asuntos Raciales (IRR) confirmó que la mayoría de los crímenes en zonas rurales afecta por igual a agricultores negros y blancos. El uso de este tema por parte de Trump responde más a fines políticos internos (movilizar su base) que a un análisis riguroso de los hechos.
Medidas diplomáticas extremas: expulsión del embajador
La crispación alcanzó un nuevo pico el mes pasado cuando Trump expulsó al embajador sudafricano en Washington, Ebrahim Rasool. La expulsión fue una reacción directa a los comentarios realizados por Rasool en los que tildaba de "extremistas" algunas de las medidas del presidente estadounidense. Esta expulsión marcó un punto de no retorno, por lo menos simbólicamente, en una relación bilateral cada vez más quebrada.
Una cumbre en peligro: ¿G20 sin Trump?
Sudáfrica será la sede de la Cumbre del G20 prevista para noviembre en Johannesburgo. Sin embargo, con las relaciones heladas entre ambos países, aún está en duda la presencia de Trump. El mandatario ha insinuado públicamente que “no se siente cómodo” asistiendo a un evento “organizado por un país que defiende terroristas y ataca a aliados de Estados Unidos”.
La posible ausencia de Trump en el G20 representaría una grave pérdida de legitimidad para el evento y aislaría aún más a Sudáfrica del escenario occidental.
El tablero geopolítico africano
Entretanto, Sudáfrica se posiciona cada vez más como un actor clave en el sur global y dentro del bloque BRICS. Su interés en mediar en conflictos como el de Ucrania muestra una apuesta por una diplomacia multilateral, a contramano de la línea más unilateralista de EE.UU. bajo el mandato de Trump.
La reciente visita del presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy a Pretoria es prueba de esta voluntad política. Durante su estadía, Zelenskyy se reunió con Ramaphosa para discutir “iniciativas de paz” y explorar posibles canales diplomáticos más allá de Occidente, en momentos donde la guerra en Ucrania ha entrado en una peligrosa fase de estancamiento estratégico.
Sudáfrica, ¿nueva potencia diplomática?
Para muchos analistas, el posicionamiento de Sudáfrica es un reflejo de los vientos de cambio que soplan en la geopolítica mundial. En un contexto donde alianzas tradicionales se resquebrajan, y nuevos polos de poder emergen, países medianos como Sudáfrica buscan jugar un papel más protagónico, desafiando pactos históricos y explorando nuevas rutas de colaboración.
“Este conflicto con EE.UU. no hace más que acelerar el rol de Sudáfrica como voz del sur global”, afirma Shadrack Gutto, profesor de Política Africana en la Universidad de Sudáfrica. “La pregunta es: ¿está lista para asumir esos costos?”
Ramaphosa, entre la firmeza y la necesidad
Al anunciar su futura reunión con Trump, Ramaphosa intenta caminar una delgada línea. Por un lado, reafirma su autonomía diplomática y sus valores democráticos al posicionarse en temas como Gaza y Ucrania; por el otro, debe evitar un aislamiento que podría tener graves consecuencias económicas y sociales para una Sudáfrica aún golpeada por el desempleo (32,9% en 2024, según StatsSA) y la pobreza estructural.
El balance de este pulso diplomático podría redefinir no solo el destino bilateral entre dos naciones clave, sino también el mapa global de poder.
Sudáfrica y Estados Unidos ya no caminan al unísono como antes. Y quizás, nunca más vuelvan a hacerlo.