Renacer verde tras las llamas: la resiliencia natural en los cerros de Altadena
El corredor Chaney Trail revive como símbolo de esperanza después de los incendios forestales en California
En las colinas californianas donde el fuego dejó cicatrices profundas, la vida vuelve a brotar con fuerza. Lo que una vez fue una zona carbonizada vuelve a vestirse de verde, y no solo con plantas: los animales regresan, las aves cantan y los medios se llenan de historias de resiliencia natural. Esta es la historia del renacimiento del Corredor Chaney Trail, una joya ecológica escondida en Altadena, California.
Altadena: entre el desastre y la esperanza
En diciembre de 2024, los incendios conocidos como Eaton Fire arrasaron con partes importantes de la comunidad de Altadena, al norte de Los Ángeles. Las llamas devastaron hogares, negocios e incluso áreas del Bosque Nacional de los Ángeles. La magnitud fue tal que se destruyeron cientos de estructuras y se evacuaron comunidades enteras.
Sin embargo, cuatro meses después, la naturaleza ha comenzado a recuperar su lugar. Kristen Ochoa, profesora de medicina en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y fundadora del Chaney Trail Corridor Project, lidera una cruzada por documentar y proteger la biodiversidad de la zona. Con la ayuda de voluntarios, han instalado cámaras trampa que ya captaron la imagen de un puma de montaña volviendo al área el 26 de marzo. Se le volvió a ver hace apenas unos días.
Del fuego a la biodiversidad: un inventario valioso
Ochoa no solo está interesada en hacer ciencia. Como residente de larga data en el sur de California, tiene una conexión emocional con el lugar. En julio de 2024, antes del incendio, comenzó a documentar la flora y fauna del corredor de Chaney Trail, una zona a solo 1,6 kilómetros de las áreas urbanas calcinadas. Su objetivo: crear un inventario de todo lo valioso que existe allí como argumento contra su venta para construir un complejo deportivo.
El proyecto se apoya en la plataforma iNaturalist, una red global de científicos ciudadanos que comparten observaciones de biodiversidad. Cada muestra recogida, cada imagen capturada, sirve como evidencia concreta de que el área merece ser protegida.
La tragedia de los equipos perdidos y la belleza del primer canto
Durante el incendio, todas las cámaras instaladas fueron destruidas. En una mezcla de tristeza y asombro, los investigadores pudieron ver las últimas imágenes captadas: llamas avanzando ferozmente antes de que las cámaras se apagaran para siempre. No obstante, menos de dos meses después de los fuegos, Ochoa regresó con voluntarios y nuevas cámaras para continuar el monitoreo.
Uno de los momentos más mágicos para ella fue escuchar el canto de los pájaros justo después del suceso: “Recuerdo venir aquí después del incendio. Era impresionante la cantidad de aves que cantaban. Era como si la naturaleza dijera ‘seguimos aquí’”, expresó Ochoa.
Montañas vivas: signos del retorno animal
Los signos del regreso animal son cada vez más notorios. Además del puma, las cámaras han captado zorros, venados, coyotes, linces y una gran cantidad de aves. Incluso se encontraron excrementos recientes de lince rojo y huellas frescas de venado en zonas quemadas pocos meses atrás.
Las lluvias profundas que llegaron tras los incendios ayudaron a acelerar la recuperación. Árboles como los robles de San Gabriel, endémicos del sur californiano, muestran signos notables de recuperación gracias a sus raíces profundas. Ochoa señala que el fenómeno de ‘crown sprouting’, en el que brotes nuevos emergen de las bases calcinadas, es una muestra de millones de años de evolución.
Una comunidad renaciendo junto a la naturaleza
El proyecto no solo ha emocionado a ecologistas. Muchos voluntarios que colaboran con Ochoa son vecinos locales que perdieron sus hogares. Ver cómo el bosque revive y cómo los animales regresan a sus hábitats ofrece una especie de bálsamo emocional: una demostración palpable de que la vida continúa.
“Es un símbolo de esperanza”, comenta la profesora. “Quiero compartir esto con quienes perdieron tanto para que vean que no todo está perdido”.
El dilema de las especies invasoras
Aunque muchas especies nativas han resistido y otras están regresando, no todo es positivo. Un reto ecológico importante lo representa la flor de mostaza amarilla (Brassica nigra), una especie invasora que ha comenzado a cubrir las laderas, desplazando plantas autóctonas como la salvia californiana y el pepino silvestre.
Este cambio en la flora puede parecer estéticamente agradable al visitante casual, pero sus implicaciones son profundas: altera la cadena alimenticia, reduce la disponibilidad de alimento para animales pequeños como las ardillas, y puede aumentar el riesgo de incendios debido a su rápida combustión al secarse.
Colaboraciones científicas y monitoreo
Ochoa ha establecido alianzas con biólogos y especialistas de UCLA para estudiar específicamente cómo han reaccionado las poblaciones de murciélagos y aves al fuego. El corredor Chaney Trail ofrece, en efecto, una oportunidad única para estudiar la resiliencia ecológica post-incendio en tiempo real.
Por ejemplo, las cámaras han revelado que los halcones de cola roja han retomado sus rituales reproductivos. Durante una mañana de instalación de cámaras, dos de estos majestuosos aves fueron vistos girando en el cielo en pleno cortejo.
Un refugio inesperado durante el incendio
A pesar de la destrucción masiva, algunas zonas del corredor se mantuvieron verdes. Cercas de un arroyo, una pequeña área actuó como refugio para animales durante el paso del fuego. Allí no se encontraron animales muertos, aunque sí se reportaron casos de un oso y un ciervo heridos. Estos ‘microhábitats resilientes’ son cruciales y representan una lección valiosa sobre los paisajes y su capacidad de conservación.
La amenaza del desarrollo inmobiliario
Antes de los incendios, la tierra en cuestión estaba siendo considerada para el desarrollo de un complejo deportivo. Es una propiedad privada adyacente al bosque nacional, y los incendios parecen haber ralentizado estos planes. Aun así, Ochoa y su equipo están utilizando sus descubrimientos no solo para hacer ciencia, sino también como forma de activismo ecológico.
“Estamos haciendo un inventario para demostrar el valor ecológico, científico y espiritual de esta área. Todo cuenta en esta lucha”, afirma.
Mirando al futuro
El futuro del Chaney Trail Corridor aún está por definirse. Pero gracias al trabajo de voluntarios, científicos ciudadanos y líderes como Kristen Ochoa, ahora tiene un historial de biodiversidad documentado y, lo más importante, una comunidad que cree en su valor.
La historia del corredor no es solo una sobre ciencia y ecología, sino una historia profundamente humana sobre cómo el observar la vida puede ayudar a sanar el alma tras la pérdida.
¿El siguiente paso? Convertir este rincón en un área protegida formal y seguir estudiando su resiliencia para aprender cómo las comunidades, humanas y no humanas, pueden sobrevivir y florecer tras desastres naturales cada vez más comunes.