La polémica muerte de Maradona: ¿negligencia médica o tragedia inevitable?
Un análisis profundo del juicio a los profesionales de la salud implicados en el fallecimiento de Diego Maradona, y lo que revela sobre el sistema de cuidados médicos en Argentina
Diego Armando Maradona, uno de los deportistas más icónicos en la historia del fútbol mundial, falleció el 25 de noviembre de 2020 a los 60 años. Su muerte, lejos de cerrar un capítulo de gloria deportiva, abrió una profunda herida en la sociedad argentina y en el mundo del deporte. Lo que inicialmente se percibió como una tragedia natural, pronto se convirtió en el centro de un escándalo judicial y mediático que aún continúa.
El panorama médico antes de su muerte
Lo que se sabe con certeza es que Maradona fue sometido a una cirugía por un hematoma subdural —una acumulación de sangre entre el cráneo y el cerebro— en la Clínica Olivos, situada en Buenos Aires. La operación fue exitosa, según los primeros informes médicos, pero el terreno que se desplegó a partir de entonces es el centro de debate.
Durante el juicio que se lleva a cabo en los tribunales de San Isidro, el cardiólogo Sebastián Nani, jefe de cardiología de la clínica en cuestión, afirmó con rotundidad que "Maradona era un paciente de alto riesgo". Además, señaló que los médicos de la clínica recomendaron que fuera trasladado a un centro de rehabilitación, en lugar de instalarlo en una casa privada en Tigre, a unos 40 kilómetros de la capital argentina.
Una decisión médica contradictoria
La gran controversia radica en el hecho de que Maradona fue dado de alta para continuar su recuperación en una casa. Esta decisión fue tomada, en parte, por dos de los acusados en el juicio: el neurocirujano Leopoldo Luque, quien fuera el médico personal de Maradona durante sus últimos años; y la psiquiatra Agustina Cosachov, responsable de la medicación que el exfutbolista tomaba al momento de su muerte.
Según Nani, esta decisión fue tomada en contra de las recomendaciones clínicas, y en ese sentido, señaló que fuera de la clínica, la salud de Maradona pasó a depender “100%” de Luque. Esta declaración fortalece uno de los principales argumentos de la fiscalía: la deficiente atención médica domiciliaria que recibió Maradona y que, según sostienen, lo condujo a una muerte evitable.
¿Negligencia o decisión consensuada?
Durante el juicio, se investiga a siete profesionales de la salud acusados de homicidio culposo. Además de Luque y Cosachov, están imputados:
- Ricardo Almirón, enfermero que habría dejado a Maradona sin vigilancia durante horas.
- Mariano Perroni, coordinador de la empresa que brindaba los servicios de enfermería.
- Pedro Di Spagna y Nancy Forlini, médicos que evaluaron a Maradona.
- Carlos Díaz, psicólogo que también atendía al exfutbolista.
Lo que se debate no es si Maradona tenía problemas médicos —eso es evidente— sino si estos profesionales actuaron de manera negligente o si la muerte fue simplemente el desenlace inevitable de un cuadro clínico complejo. En derecho penal, la diferencia es crucial: la responsabilidad penal requiere prueba de que hubo conductas omisivas o imprudentes.
¿Qué falló en la atención domiciliaria?
Uno de los elementos más criticados ha sido la calidad de la atención brindada en la casa de Maradona en Tigre. Según informes periciales, no se contaba con el equipamiento médico adecuado para atender a un paciente con su historial. Además, se ha señalado la inexistencia de monitoreos cardíacos continuos y la falta de personal especializado para una cobertura de 24 horas.
Esto es particularmente grave si se tiene en cuenta que Maradona no solo estaba recuperándose de una operación cerebral, sino que también sufría de adicciones, abstinencia, problemas cardíacos y hepáticos. Todos estos factores hacían necesaria una atención compleja y multidisciplinaria.
El testimonio clave de Gianinna Maradona
En uno de los momentos más emotivos del juicio, Gianinna Maradona —hija del exfutbolista— testificó sobre el estado de su padre en los días previos a su muerte. Narró que notaba a su progenitor desorientado, “sin brillo” y que le preocupaba su aislamiento.
Insistió en que su padre debía estar en una clínica con cuidados intensivos y que esa fue su recomendación personal, no siendo escuchada por el equipo médico. Este testimonio no solo sirve para humanizar al ídolo, sino que refuerza la narrativa de que se ignoraron señales evidentes del deterioro de su salud.
Una figura que excede el deporte
El caso tiene una magnitud simbólica ineludible. Maradona no era simplemente un exjugador; en Argentina, su figura trasciende el deporte. Fue y es considerado una especie de deidad popular, al punto de inspirar religiones como la “Iglesia Maradoniana”.
Su velorio en la Casa Rosada reunió a más de un millón de personas en 2020. Su muerte fue duelo nacional. Así, cualquier negligencia en su cuidado adquiere una dimensión política y ética, tanto como médica.
¿Qué implica el juicio para el sistema de salud argentino?
Más allá de las responsabilidades personales que se determinen en este caso, el juicio también pone bajo la lupa al sistema de cuidados de salud en Argentina. Muchos cuestionan cómo se permite que decisiones críticas —como dar de alta a un paciente de alto riesgo— sean tomadas fuera de los consensos médicos claros.
También se abre un interrogante sobre el rol de las empresas tercerizadas que brindan servicios médicos domiciliarios: ¿está debidamente regulada su actividad? ¿Quién garantiza que ofrecen cuidados adecuados? ¿Qué control ejerce el Estado sobre este tipo de servicios?
La figura de Luque, entre la lealtad y la irresponsabilidad
Leopoldo Luque, el neurocirujano más vinculado emocionalmente a Maradona, se ha defendido diciendo que sus decisiones fueron tomadas con el consentimiento del paciente. Pero aquí aparece una pregunta de fondo: ¿Puede un paciente con problemas cognitivos o bajo efecto de medicamentos emitir consentimiento informado?
En contextos de vulnerabilidad, los profesionales tienen la obligación ética de actuar incluso contra la voluntad del paciente, si eso pone en riesgo su vida. Aquí, la línea entre lealtad y negligencia parece haberse cruzado.
¿Y si Maradona no fuera Maradona?
Una de las reflexiones que surgen es si este nivel de atención habría sido mejor para una persona sin su fama. Muchos coinciden en que la figura legendaria de Maradona pudo haber jugado en su contra, al generar un ambiente en el que se priorizaban sus deseos por sobre los protocolos médicos más rigurosos.
Esta situación también sirve como espejo de una cultura que, muchas veces, idolatra a sus héroes sin proporcionales los cuidados humanos más básicos.
Un juicio por justicia, no por venganza
Aunque el juicio apunta a encontrar responsables, el objetivo no debe ser solamente castigar, sino establecer estándares legales para evitar futuras tragedias. Si se confirma que hubo negligencia, será un precedente para definir cómo deben manejarse los casos de pacientes críticos fuera del entorno hospitalario.
Pero también podría servir para animar a una reforma estructural en torno a la medicina domiciliaria, la ética médica y la protección de los derechos de los pacientes, incluso cuando se trata de leyendas como Maradona.
El legado más allá de la pelota
Mientras el juicio continúa y los testimonios siguen estremeciendo a la opinión pública, el caso Maradona nos recuerda cuánto nos cuesta separar al ídolo del ser humano. Y nos pone frente a una dolorosa verdad: ni siquiera los dioses del fútbol son inmortales.
Pero sí podemos honrarlos no solo con estatuas y cánticos, sino con justicia —la más humana de las reparaciones.