Crimea, el símbolo geopolítico que define la guerra moderna entre Rusia y Ucrania

De anexión exprés a epicentro de la guerra: cómo la península de Crimea se convirtió en el corazón del conflicto y de las tensiones diplomáticas globales

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Han pasado once años desde la anexión de Crimea por parte de Rusia, un evento que cambió drásticamente el mapa político mundial. Pero más allá de los titulares, Crimea permanece como una herida abierta en Europa del Este, un punto de inflexión geopolítico cuyo eco resuena con fuerza en las negociaciones más delicadas del presente.

El robo de Crimea: ¿una operación quirúrgica o un secuestro internacional?

La península de Crimea, una pieza de terreno en forma de diamante que se sumerge en el Mar Negro, fue anexada por Rusia en marzo de 2014 sin que se disparara un solo tiro. Aprovechando la crisis política en Ucrania y la destitución del entonces presidente pro ruso Víktor Yanukóvich tras las protestas del Euromaidán, Vladímir Putin desplegó tropas con uniformes sin insignias —los famosos "hombrecillos verdes"— que rápidamente tomaron control del territorio.

Aunque Moscú condujo un referéndum que supuestamente reflejaba la voluntad del pueblo crimeo de "regresar" a Rusia, la comunidad internacional, incluyendo a Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU, lo consideró ilegal e ilegítimo. Solo unas pocas naciones como Corea del Norte y Sudán lo reconocieron.

Crimea y el nacionalismo ruso: "¡Krym nash!"

La anexión tocó una fibra nacionalista en la Federación Rusa. El lema "Krym nash" (¡Crimea es nuestra!) se convirtió en una bandera patriótica. La popularidad de Putin se disparó del 65% al 86% en apenas cinco meses, según datos del Centro Levada. El Kremlin consolidó así el control sobre un territorio que había anhelado desde siglos atrás. En palabras de Putin, Crimea es "un lugar sagrado" para Rusia.

En paralelo, los tártaros de Crimea —grupo étnico originario y de mayoría musulmana— comenzaron a sufrir presiones, detenciones y persecuciones por oponerse a la anexión. Las organizaciones defensoras de los derechos humanos han documentado constantes abusos en la región.

El valor estratégico de Crimea

Más que una reliquia histórica, Crimea es una joya estratégica. Su ubicación en el Mar Negro permite controlar rutas marítimas esenciales para las exportaciones de cereal, importantes conexiones energéticas, y el acceso al Mediterráneo a través del estrecho del Bósforo.

Desde 1783, cuando el Imperio Ruso se anexó por primera vez Crimea, esta región ha sido disputada militar y políticamente. Aunque en 1954 el entonces líder soviético Nikita Jrushchov transfirió Crimea de la RSFSR (República Socialista Federativa Soviética de Rusia) a la RSS de Ucrania, esto solo cobró relevancia con la caída de la URSS en 1991.

A pesar de su integración con Ucrania durante más de seis décadas, Rusia nunca soltó del todo su dominio: su Flota del Mar Negro permanecía atracada en Sebastopol bajo acuerdo bilateral.

De anexión local a guerra global

La anexión de Crimea desató la guerra del Donbás en el este de Ucrania, donde grupos separatistas, apoyados por Moscú, tomaron armas contra Kiev. Aunque el Kremlin negaba su participación, múltiples informes —incluido un fallo de una corte neerlandesa en 2022— confirmaron que armas rusas derribaron el vuelo MH17 de Malaysia Airlines en julio de 2014, matando a 298 personas.

Muchos analistas coinciden en que Putin vio 2014 como una oportunidad para redibujar las fronteras de Europa del Este. Algunos halcones en Moscú criticaron que se detuviera solo en Crimea y no anexionara gran parte del sur y este ucraniano.

La guerra estancada en el Donbás se transformó en invasión total el 24 de febrero de 2022, cuando Rusia lanzó su "operación militar especial" con el objetivo de derrocar al gobierno de Volodímir Zelenski e instaurar un régimen afín en Kiev. Crimea se convirtió nuevamente en el epicentro estratégico del conflicto.

El rol de Crimea en la guerra actual

Desde 2022, Crimea es una plataforma de ataque y despliegue logístico para las fuerzas rusas. De allí partieron muchas ofensivas contra las regiones de Zaporizhzhia, Jersón y Donetsk. Los objetivos del Kremlin incluían establecer un "corredor terrestre" entre Rusia continental y Crimea, asegurando el control de toda la costa sur ucraniana.

Por su parte, Ucrania ha lanzado ataques significativos a objetivos en la península, incluyendo depósitos de armas, bases aéreas y la simbólica Puente de Kerch, que une Crimea con la Rusia continental. Este puente ha sido blanco de dos ataques mayores, en octubre de 2022 y julio de 2023.

Para Zelenski, Crimea sigue formando parte del imaginario nacional: “Es nuestra tierra; no tenemos nada de qué hablar”, ha dicho el presidente ucraniano reiteradamente.

Crimea en las negociaciones de paz: ¿punto de partida o línea roja?

En junio de 2024, Putin exigió el reconocimiento de Crimea por parte de Ucrania como territorio ruso como requisito innegociable para un alto al fuego. Sus demandas también incluían:

  • Cesión de cuatro regiones anexionadas en 2022 (Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia)
  • Renuncia a ingresar a la OTAN
  • Estado no nuclear garantizado
  • Restricción de capacidades militares
  • Protección de la población rusoparlante

Estados Unidos, en la voz del vicepresidente JD Vance, propuso un plan implícito que congelaría las líneas actuales del frente, sin ceder abiertamente el reconocimiento de Crimea. Aunque no se han publicado los detalles, ha generado presión tanto en Kiev como en Moscú.

Donald Trump, por su parte, criticó la postura firme de Zelenski. En redes sociales, llegó a decir: “¿Si tanto querían Crimea, por qué no pelearon por ella hace once años?”, acusando al presidente ucraniano de prolongar el “campo de exterminio”.

Pero Zelenski replicó con firmeza: “Estamos seguros que nuestros aliados, especialmente EE. UU., actuarán de acuerdo con sus decisiones pasadas”, recordando que en 2017, Rex Tillerson —entonces Secretario de Estado de Trump— afirmó: “Nunca aceptaremos la ocupación rusa de Crimea”. Mike Pompeo reafirmó esta postura en 2018.

Crimea como símbolo de la era post-Guerra Fría

El conflicto sobre Crimea es más que un diferendo territorial. Es una profundización del desafío que Rusia lanza al orden internacional establecido tras la caída del Muro de Berlín. En cierto modo, la península se ha convertido en el trofeo de un choque entre dos visiones del mundo: una dominada por democracias liberales y otra por regímenes autoritarios que buscan rehacer sus esferas de influencia.

Hoy, Crimea es el epicentro tanto geográfico como simbólico de la guerra en Ucrania. Y lo seguirá siendo mientras ninguna de las partes —ni Ucrania ni Rusia— esté dispuesta a ceder un centímetro de terreno. Rendirse en Crimea será, para ambos, reconocer la derrota.

Para quienes siguen este conflicto, no se trata solo de una península: se trata del alma de dos naciones enfrentadas… y del futuro equilibrio internacional.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press