Ciencia bajo ataque: el recorte de fondos a proyectos DEI en EE. UU.
Más de 380 investigaciones científicas quedan sin financiamiento en medio de una ofensiva política contra la diversidad, equidad e inclusión
El golpe inesperado a la ciencia
El sueño de la profesora Ashley Dayer, bióloga especialista en conservación de aves en Virginia Tech, parecía cumplirse tras años de lucha. Luego de tres solicitudes rechazadas, finalmente logró una subvención de la National Science Foundation (NSF) para investigar cómo los comederos de aves urbanos afectan la biodiversidad y el bienestar humano. El proyecto, respaldado por el prestigioso Laboratorio de Ornitología de Cornell, recopiló datos de más de 20,000 observadores de aves en todo Estados Unidos. Pero una mañana de lunes, todo se vino abajo.
Un correo electrónico le anunció que el gobierno de Donald Trump, a través de su Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), cancelaba el financiamiento. ¿La razón? Su proyecto aparentemente “tocaba temas relacionados con diversidad, equidad e inclusión (DEI)”.
Una campaña contra la diversidad en la ciencia
No fue un caso aislado. Más de 380 proyectos fueron abruptamente cancelados por NSF, muchos ya en etapa avanzada de desarrollo. Se trata de investigaciones que estudiaban desde la desinformación online, pasando por herramientas de inteligencia artificial para reducir sesgos médicos, hasta programas de ciencia ciudadana con participación de comunidades marginalizadas.
Según datos publicados por DOGE en la red social X (antes Twitter), se han cancelado 402 subvenciones que calificaron como “derrochadoras en DEI”, acumulando un total de 233 millones de dólares eliminados del presupuesto científico. Estos recortes son parte de una cruzada más amplia del expresidente Trump contra iniciativas de DEI en sectores como educación, salud y empresas privadas.
¿Por qué se cancela la investigación?
La National Science Foundation, con un presupuesto anual de $9 mil millones de dólares, se ha destacado desde su fundación en 1950 como pilar del avance científico estadounidense. Históricamente ha requerido que los proyectos financiados generen un “impacto amplio”, lo que incluye el fomento de la participación de grupos subrepresentados.
Pero según Sethuraman Panchanathan, actual director de NSF nombrado durante la administración Trump, los nuevos lineamientos dictan que las investigaciones no deben “favorecer a ciertos grupos a expensas de otros”. Como resultado, se excluyeron proyectos que hacían mención de diversidad aunque fuera relacionada a especies animales, como es el caso del estudio de los comederos de aves de Dayer.
“No teníamos ni la más remota expectativa de que se cancelaría el proyecto entero”, comentó consternada la profesora. “Pensamos que, en el peor de los casos, nos pedirían modificar el alcance de impacto social”.
Impacto en la comunidad académica
La cancelación de los fondos para investigaciones DEI ha dejado a cientos de estudiantes e investigadores sin apoyo económico o sin posibilidad de continuar sus líneas de investigación. Caren Cooper, profesora de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, señaló que su proyecto buscaba integrar personas con discapacidades y comunidades afroamericanas al estudio de aves junto a la Sociedad Audubon. “Una de mis doctorandas dejó su trabajo y mudó a su familia para poder trabajar en esto. Ahora no hay fondos. Es devastador e, incluso, ilegal según los términos de nuestros contratos”, declaró.
La repentina cancelación de tantos proyectos, algunos con años de trabajo invertidos, ha generado un clima de incertidumbre. Algunos científicos ni siquiera saben por qué fueron cancelados más allá de suposiciones como el uso de palabras clave en los abstractos, como “misinformation” o “censorship”.
Eric Wustrow, investigador de la Universidad de Colorado, expresó su frustración: “¿Usaron Ctrl+F para buscar ciertas palabras, sin siquiera considerar el contexto? Es preocupante la falta de transparencia en este proceso”.
Ofensiva también contra la lucha contra la desinformación
Otro gran perjudicado ha sido el sector de investigación sobre desinformación y censura. La NSF declaró que ya no financiará estudios con el objetivo de “combatir la desinformación, la malinformación o la censura” ya que, según ellos, eso podría limitar la “libre expresión” de los ciudadanos estadounidenses.
No importa que los proyectos busquen precisamente proteger la libertad de expresión. Por ejemplo, el investigador Drew Margolin de la Universidad de Cornell lideraba una investigación sobre cómo las personas pueden defenderse de ataques en redes sociales sin depender de reguladores estatales. “La ironía es que era una defensa de la libertad de expresión usando más libertad de expresión”, explicó.
O el caso de Casey Fiesler, que desarrollaba un proyecto educativo para eliminar mitos sobre la inteligencia artificial, alineado con los propios objetivos del Departamento de Educación de Trump sobre educación digital. Aun así, fue cancelado.
Ciencia bajo amenaza: un precedente peligroso
Más allá del impacto inmediato, la cancelación de estos fondos sienta un precedente que expertos consideran muy peligroso. Scott Delaney, investigador en Harvard, afirma que el patrón se está replicando en otras agencias como los National Institutes of Health (NIH), que también han sido demandados por recortar fondos a proyectos médicos con enfoques DEI.
Delaney lleva una lista de los proyectos afectados y hasta el momento calcula que se han terminado 387 subvenciones en NSF, algunas inclusive a proyectos que ya habían concluido. “Es extremadamente caótico y altamente inconsistente”, advierte.
La preocupación va más allá de los fondos. “Hay un mensaje simbólico que asusta a toda una generación de futuros científicos”, expresa Ashley Dayer con angustia. “Muchos chicos y chicas podrían desistir de entrar en carreras científicas si sienten que sus proyectos pueden ser eliminados de un plumazo por razones políticas”.
Cuando las aves también son políticas
La paradoja de Dayer, que estudia aves y no activismo social, revela cuán politizado se ha vuelto el concepto de inclusión en Estados Unidos. La investigadora nunca imaginó que un análisis de cómo los comederos impactan el bienestar de biodiversidad —tanto humana como animal— iba a ser visto como una “agenda marxista” por legisladores como Ted Cruz.
De hecho, el propio senador republicano había denunciado años atrás miles de proyectos financiados por la NSF que, a su juicio, promovían “agendas woke”. No todos los proyectos de esa lista fueron cancelados, pero muchos sí coinciden con los que se recortaron el viernes negro de la ciencia.
Los detractores de estas medidas advierten que lo que se está ejecutando es una purga ideológica, donde subvenciones científicas se evalúan por sus posibles connotaciones políticas en lugar de su calidad investigativa o aporte social.
El futuro de la ciencia estadounidense en juego
La ciencia depende no solo de datos y métodos rigurosos, sino también de autonomía intelectual e independencia institucional. El recorte sistemático a investigaciones que examinan temas sensibles pero cruciales —como desinformación, representación e inclusión— afecta la integridad del sistema de investigación.
La ciencia no vive en un vacío. Rechazar investigaciones por mencionar “diversidad” aunque sea en animales, demuestra que una parte del aparato estatal ha perdido la brújula del sentido común. Si se bloquean proyectos que buscan precisamente entender cómo vivimos mejor juntos y cómo se combate la mentira con verdad, ¿qué nos queda como sociedad?
Y, como bien teme Dayer, ¿qué estímulo tendrán los jóvenes investigadores que desean hacer ciencia basada en preguntas relevantes socialmente? ¿Tiene futuro la ciencia pública en Estados Unidos si se convierte en un terreno minado por la ideología?
En palabras de la investigadora: “Esto es un ataque frontal a la ciencia. El conocimiento, el bienestar de la gente, la naturaleza y nuestra democracia misma podrían pagar las consecuencias”.