Terror en Cachemira: El atentado que sacudió el turismo y reavivó tensiones geopolíticas
La masacre de Pahalgam deja 26 muertos y expone la frágil estabilidad en una región atrapada entre el conflicto armado, el desarrollo económico y el turismo
El 22 de abril de 2025, un ataque coordinado en la localidad turística de Pahalgam, en la región de Cachemira bajo control indio, dejó 26 personas muertas y al menos 17 heridas. Se trata de uno de los peores episodios de violencia contra civiles que ha vivido la región en los últimos años, foco histórico de tensiones entre India y Pakistán, y epicentro de un complejo conflicto que ha durado más de tres décadas.
Cachemira: entre la belleza alpina y la violencia latente
Pahalgam, conocida localmente como la "Suisse en miniatura", es uno de los destinos turísticos más populares del norte de India. Localizada en los prístinos prados de Baisaran, es accesible únicamente a pie o a caballo, y atrae a cientos de miles de turistas cada año, particularmente durante la peregrinación del Amarnath Yatra, una de las más sagradas del hinduismo. Este año, el Yatra está programado del 3 de julio al 9 de agosto, y Pahalgam sirve como uno de los principales campamentos base.
Sin embargo, esta imagen idílica fue violentamente interrumpida cuando hombres armados abrieron fuego contra un grupo de turistas desarmados, evocando memorias de ataques previos como la masacre de 2000, también en Cachemira, cuando 35 civiles fueron asesinados durante una visita del entonces presidente estadounidense Bill Clinton.
Un golpe devastador al turismo y a la narrativa del progreso
Desde que el Primer Ministro Narendra Modi revocó en 2019 la autonomía constitucional de Jammu y Cachemira, su administración ha impulsado una narrativa de paz y desarrollo. Ese mismo año, el gobierno implementó un férreo control militar, limitó las libertades civiles y censuró a medios críticos. Aun así, durante los últimos cinco años, el número de visitantes se multiplicó, alcanzando en 2023 más de 18 millones de turistas, según datos del Ministerio de Turismo de India.
La región se ha beneficiado de estos ingresos, generando miles de empleos indirectos. Toda la estrategia política de Modi hacia Cachemira se ha centrado en presentar al turismo como evidencia de normalización. La construcción de una línea de alta velocidad ferroviaria —una inversión multimillonaria que Modi pretendía inaugurar en los próximos meses— formaba parte clave de esta narrativa.
Tras el atentado, el propio Modi condenó el acto como "una atrocidad despreciable" y prometió que los responsables serían llevados ante la justicia. El Ministro del Interior, Amit Shah, visitó personalmente el lugar como señal de respaldo a las víctimas y para coordinar los esfuerzos de seguridad.
¿Quién está detrás del ataque?
Hasta el momento, ningún grupo ha reclamado responsabilidad, pero las autoridades han señalado a rebeldes separatistas como los responsables. El ataque claramente apunta a desestabilizar los esfuerzos de India por consolidar su control sobre Cachemira mediante el turismo y el desarrollo económico.
Una fuente del ejército, que prefirió mantenerse en el anonimato, declaró que las operaciones de búsqueda en las montañas cercanas a Pahalgam continúan. “Disparamos contra sospechosos que intentaban cruzar al lado pakistaní, pero no hemos confirmado detenciones”.
Cachemira: una región con cicatrices históricas
La historia de Cachemira está marcada por la disputa territorial entre India y Pakistán desde 1947, tras la partición británica del subcontinente. Desde entonces, ambos países han librado tres guerras por el control de esta región. El conflicto se ha cobrado la vida de más de 70,000 personas, incluyendo civiles, insurgentes y fuerzas de seguridad.
India acusa a Pakistán de apoyar logística y financieramente a los grupos insurgentes que operan en tierras cachemires. Islamabad, por su parte, lo niega y afirma que ofrece apoyo político y moral a una causa de autodeterminación.
El peso del simbolismo geopolítico
El atentado ocurrió en un momento de peso diplomático: JD Vance, vicepresidente de Estados Unidos, se encontraba en visita oficial en India, en el marco de conversaciones comerciales y estrategias de seguridad regional. Vance se encontraba disfrutando de actividades turísticas en Jaipur cuando ocurrió el ataque y expresó en un comunicado: "Toda nuestra solidaridad con India en este momento oscuro. Nos sentimos honrados por su hospitalidad y compartimos su dolor".
El presidente Donald Trump también condenó el ataque y llamó personalmente a Narendra Modi. Desde el Ministerio de Exteriores indio informaron que otras naciones —entre ellas Francia, Emiratos Árabes Unidos, Italia e Irán— también ofrecieron sus condolencias.
Un destino turístico bajo militarización
Si bien la prensa estatal insiste en que la seguridad ha mejorado, visita alguna de las ciudades principales —como Srinagar o Anantnag— y notarás la presencia permanente de soldados, perros rastreadores, vehículos blindados y puestos de control cada 300 metros.
Un propietario de casa flotante en Dal Lake, que pidió el anonimato por miedo a represalias, expresó: "Queremos paz, no más armas ni violencia. Pero cada vez que pensamos que todo está tranquilo, vuelve la sangre".
Pilgrimage bajo amenaza
El Amarnath Yatra se ha convertido en símbolo de resistencia y espiritualidad para el hinduismo. Cada año, más de 300,000 peregrinos recorren a pie las empinadas montañas hasta llegar a la cueva sagrada. Pero ataques como el de Pahalgam reabren el temor de los años 90 y la primera década del 2000, cuando los yihadistas —muchos asociados a Lashkar-e-Taiba y Jaish-e-Mohammed— realizaron ataques a campamentos de peregrinos.
El último ataque masivo documentado contra peregrinos ocurrió en 2017, cuando 7 personas murieron tras una emboscada. Desde entonces, Nueva Delhi ha destinado fuerzas paramilitares específicas para proteger la ruta de peregrinación.
La narrativa oficial vs. la realidad en el terreno
Modi ha utilizado diversos foros internacionales para presentar a Cachemira como territorio pacificado e integrado completamente a India. La inversión en infraestructura, como la citada línea ferroviaria o el túnel Zojila (uno de los más largos de Asia), parece ir en consonancia con la estrategia de afirmación soberana.
No obstante, analistas como Ajai Sahni, director del Institute for Conflict Management en Delhi, sostienen que el éxito turístico no equivale a paz: "Es un espejismo. La ausencia de atentados en ciudades grandes no implica ausencia de radicalización en áreas rurales".
Un futuro plagado de incertidumbres
El atentado de Pahalgam, más allá de la tragedia humana, sumió nuevamente a Cachemira en el foco político y mediático internacional. Con elecciones nacionales próximas, y con Modi buscando un tercer mandato consecutivo, el desafío será no solo perseguir a los responsables, sino convencer a la población india —y al mundo— que su estrategia en Cachemira no se derrumba ante cada asalto.
Para los residentes cachemires como Aaliya Bhat, una joven guía turística que perdió a su primo en el atentado, todo es desolación: "Nos prometieron turismo, paz y empleo. Pero seguimos viviendo entre funerales y promesas rotas".
¿Puede realmente el turismo construir una paz duradera en una zona donde la política, la religión y la historia se entrelazan como cuchillas? El ataque de Pahalgam dice lo contrario.