El veneno invisible: cómo una sustancia prohibida sigue afectando a comunidades de Los Ángeles
Miles de libras de bromuro de metilo aún se liberan en barrios cercanos a escuelas y parques sin advertencias claras ni evaluaciones de salud pública
El legado tóxico del bromuro de metilo
Durante décadas, el bromuro de metilo, un pesticida extremadamente tóxico, fue ampliamente utilizado para fumigar suelos agrícolas y desinfectar productos importados. Sin embargo, debido a su demostrada afectación al ozono estratosférico y sus efectos dañinos sobre la salud humana, su uso fue prohibido globalmente en 2005 por el Protocolo de Montreal —excepto en ciertas exenciones temporales y específicas. Hoy, sorprendentemente, todavía se utiliza en grandes volúmenes en áreas densamente pobladas de Los Ángeles, como Compton y San Pedro.Fumigaciones peligrosas a metros de escuelas y parques
En Compton, muy cerca de Kelley Park y la escuela primaria del mismo nombre, opera una planta de fumigación llamada Global Pest Management que rocía productos utilizando bromuro de metilo. Esta información pasó desapercibida para muchas familias hasta hace poco. Piedad Delgado, madre de una niña que estudia allí, dijo que desconocía totalmente el uso del químico y que recientemente su hija había sufrido dolores de cabeza y náuseas sin causa aparente. “Es muy preocupante. Podríamos estarnos enfermando y no saber por qué”, declaró.Una sustancia letal en el aire
El bromuro de metilo es clasificado por autoridades de salud como tóxico para la reproducción, lo que significa que puede afectar a fetos en desarrollo. Entre sus múltiples efectos en humanos, destacan:- Corto plazo: dolor de cabeza, mareos, náuseas, dificultad para respirar
- Largo plazo: daño neurológico, problemas de memoria, dificultad de aprendizaje
¿Y quién protege a la comunidad?
A pesar de la gravedad del asunto, ni el Distrito de Control de Calidad del Aire del Sur de California (South Coast AQMD) ni el Comisionado Agrícola del Condado de Los Ángeles han implementado monitoreos activos de aire en zonas como Compton o San Pedro, ni han realizado reuniones informativas a la comunidad. Más preocupante aún: estos organismos permiten que las instalaciones usen hasta 1,000 libras de bromuro por día, mientras que en zonas como Oakland, el límite es de solo 108 libras diarias. ¿La razón? Un acuerdo de 1996 entre ambas agencias que reparte las responsabilidades sin exigir evaluaciones de riesgo antes de otorgar permisos.Inacción frente a la evidencia
En 2019, un monitoreo en Long Beach identificó niveles peligrosos de bromuro. Sin embargo, las autoridades solo publicaron los resultados en línea, sin generar alertas, mitigaciones o informar a los residentes. Recién en 2024 se realizaron las primeras reuniones comunitarias, tras el aumento de la presión mediática y presencia de organizaciones comunitarias. Desde entonces, solo las plantas de Long Beach han recibido nuevas condiciones de operación: horarios restringidos, puertas cerradas durante fumigación y chimeneas más altas para dispersión del gas. Las instalaciones de Compton y San Pedro, que manipulan mayores volúmenes, no han tenido ninguna modificación en sus permisos.Círculo vicioso de permisividad regulatoria
Las acciones obligatorias de mitigación solo se ejecutan si se alcanza un “índice de peligrosidad” tres veces superior al nivel de alerta. Incluso si se detecta una exposición sanitaria riesgosa, las empresas no están obligadas a actuar inmediatamente. El funcionario Ian MacMillan del AQMD lo explicó así: “Solo porque se sobrepase el nivel de referencia no quiere decir que habrá impactos en la salud”. Esta lógica ha normalizado décadas de exposición crónica a químicos tóxicos.Reacción desde Washington
En abril de 2024, los representantes federales Nanette Barragán, Maxine Waters y Robert Garcia enviaron una carta exigiendo mayor transparencia, monitoreo y evaluación de riesgos para todas las instalaciones del condado de Los Ángeles que utilizan bromuro. Subrayan que muchas de estas están cerca de casas, escuelas y parques: “Nuestras comunidades merecen saber qué hay en su aire y qué peligros enfrentan”.Y mientras tanto, los niños juegan
El estadio de béisbol Eastview en San Pedro, justo enfrente a una de las plantas, sigue funcionando con normalidad. En un reciente partido infantil, la madre Amy Shannon animaba a su hijo desde las gradas: “¡Respira profundo, tú puedes!”. La ironía le cayó encima enseguida al descubrir que al otro lado del campo hay una instalación que libera gases tóxicos. “Hemos crecido rodeados de contaminación. Ya ni nos sorprende”, dijo su amiga, Roxanne Gasparo, también madre del área. “La mayoría aquí no tenemos otra opción, somos familias trabajadoras que dependemos del puerto. Solo intentamos criar a nuestros hijos lo mejor posible”.Una lucha por justicia ambiental
Esta situación deja al descubierto una de las principales paradojas de la justicia ambiental: las comunidades más afectadas son también las más ignoradas. En Compton, San Pedro y Long Beach, barrios mayoritariamente latinos y afroamericanos, las familias siguen expuestas a un pesticida que otras regiones del estado ya casi han erradicado. Alison Hahm, abogada del Natural Resources Defense Council, lo resume contundentemente: “Es indignante que en California aún haya barrios afectados por este químico letal. La exposición debe cesar, los responsables deben rendir cuentas, y las comunidades afectadas deben recibir justicia”.¿Qué se necesita hacer?
La solución no es simple, pero hay acciones urgentes indispensables:- Monitoreo continuo y público de la calidad del aire en cada instalación
- Evaluaciones de riesgo obligatorias antes de otorgar o renovar permisos
- Prohibición progresiva del uso del bromuro de metilo en zonas habitadas
- Transparencia total con la comunidad mediante reuniones y publicaciones accesibles
Este artículo fue redactado con información de Associated Press